'Jesús' en la Biblia
Libro de la generación de Jesús, el Cristo, hijo de David, hijo de Abraham.
Y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado, el Cristo.
Y el nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Que siendo María su madre desposada con José, antes que se juntara, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Y no la conoció hasta que dio a luz a su hijo Primogénito; y llamó su nombre JESÚS.
Y cuando nació Jesús en Belén de Judea en días del rey Herodes, he aquí unos sabios vinieron del oriente a Jerusalén,
Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado de él.
Pero respondiendo Jesús le dijo: Deja ahora; porque así nos conviene cumplir toda justicia. Entonces le dejó.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios.
Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.
Mas oyendo Jesús que Juan estaba preso, se volvió a Galilea;
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, que el Reino de los cielos se ha acercado.
Y andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda flaqueza en el pueblo.
Y cuando Jesús acabó estas palabras, la multitud se admiraba de su doctrina;
Y extendiendo Jesús su mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y luego su lepra fue limpiada.
Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para que les conste.
Y entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole,
Y oyéndolo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creiste te sea hecho. Y su criado fue sano en la misma hora.
Y vino Jesús a casa de Pedro, y vio a su suegra echada en cama, y con fiebre.
Y viendo Jesús gran multitud alrededor de sí, mandó que se fueran al otro lado del lago.
Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
Y Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.
Y he aquí clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá a molestarnos antes de tiempo?
Y he aquí, toda la ciudad salió a encontrar a Jesús. Y cuando le vieron, le rogaban que se fuera de sus términos.
Y he aquí le trajeron un paralítico, echado en una cama; y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados.
Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis malas cosas en vuestros corazones?
Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco de los tributos públicos, el cual se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y se levantó, y le siguió.
Y aconteció que estando él sentado a la mesa en su casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Mas oyéndolo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Y Jesús les dijo: ¿Pueden los hijos de la recámara nupcial tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.
Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha librado. Y la mujer fue libre desde aquella hora.
Y llegado Jesús a casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la multitud que hacía bullicio,
Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David.
Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dice: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dicen: Sí, Señor.
Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y todo flaqueza en el pueblo.
A estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: Por el camino de los gentiles no iréis, y en ciudad de samaritanos no entréis;
Y fue, que acabando Jesús de dar mandamientos a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.
Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis:
E idos ellos, comenzó Jesús a decir de Juan a la multitud: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña que es meneada del viento?
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido esto de los sabios y de los entendidos, y lo hayas revelado a los niños.
En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en día de sábado; y sus discípulos tenían hambre, y comenzaron a coger espigas, y a comer.
Mas sabiéndolo Jesús, se apartó de allí; y le siguieron grandes multitudes, y sanaba a todos.
Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
Y aquel día, saliendo Jesús de casa, se sentó junto al mar.
Todo esto habló Jesús por parábolas a la multitud; y nada les habló sin parábolas.
Entonces, despedida la multitud, Jesús se vino a casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
Les dijo Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor.
Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí.
Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su tierra y en su casa.
En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús,
Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y fueron, y dieron las nuevas a Jesús.
Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en un barco a un lugar desierto, apartado; y cuando la multitud lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades.
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, y sanó a los que de ellos había enfermos.
Mas Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
Luego Jesús hizo a sus discípulos entrar en un barco, e ir delante de él al otro lado del lago, entre tanto que él despedía a la multitud.
Mas a la cuarta vela de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar.
Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Confiad, YO SOY; no tengáis miedo.
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Luego Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
Entonces llegaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:
Y Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento?
Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fue sana su hija desde aquella hora.
Y partiendo Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.
Y llegaron a él muchas personas, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;
Y Jesús llamando a sus discípulos, dijo: Tengo misericordia de la multitud, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, para que no desmayen en el camino.
Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.
Y Jesús les dijo: Mirad, y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tomasteis pan?
Y viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?
Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era Jesús, el Cristo.
Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le convenía ir a Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su madero, y sígame.
Y después de seis días, Jesús toma a Pedro, y a Jacobo, y a Juan su hermano, y los lleva aparte a un monte alto;
Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bien es que nos quedemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y otro para Elías.
Entonces Jesús llegando, los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Y alzando ellos sus ojos, a nadie vieron, sino a Jesús solo.
Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.
Y respondiendo Jesús, les dijo: a la verdad, Elías vendrá primero, y restituirá todas las cosas.
Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación infiel y torcida! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de sufrir? Traédmelo acá.
Y Jesús le reprendió, y salió el demonio de él; y el niño fue sano desde aquella hora.
Entonces, acercándose los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera?
Y Jesús les dijo: Por vuestra infidelidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá; y se pasará; y nada os será imposible.
Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres,
Y él dice: Sí. Y entrando él en casa, Jesús le habló antes, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos o el censo? ¿De sus hijos o de los extraños?
Pedro le dice: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.
En aquel tiempo se llegaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el Reino de los cielos?
Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.
Y aconteció que acabando Jesús estas palabras, se pasó de Galilea, y vino a los términos de Judea, pasado el Jordán.
Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el Reino de los cielos.
Le dice: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No cometerás homicidio. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.
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