'Otro' en la Biblia
Y siendo avisados por revelación Divina en sueños que no volvieran a Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino.
La tierra de Zabulón, y la tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles;
Y le siguió gran multitud de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea y del otro lado del Jordán.
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas.
Porque también yo soy hombre bajo potestad, y tengo debajo de mi potestad soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Y viendo Jesús gran multitud alrededor de sí, mandó que se fueran al otro lado del lago.
Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, dame licencia para que vaya primero, y entierre a mi padre.
Entonces entrando en un barco, pasó al otro lado, y vino a su ciudad.
Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y se pierden los odres; mas echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente.
diciendo: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
De cierto os digo, que no se levantó entre los que nacen de mujer otro mayor que Juan el Bautista; mas el que es más pequeño en el Reino de los cielos, mayor es que él.
¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón fueran hechas las maravillas que han sido hechas en vosotras, en otro tiempo se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.
Y parte cayó en buena tierra, y dio fruto: uno a ciento, y otro a sesenta, y otro a treinta.
Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la Palabra, y el que lleva el fruto; y produce uno a ciento, y otro a sesenta, y otro a treinta por uno.
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.
Luego Jesús hizo a sus discípulos entrar en un barco, e ir delante de él al otro lado del lago, entre tanto que él despedía a la multitud.
Y llegando al otro lado, vinieron a la tierra de Genesaret.
Y viniendo sus discípulos del otro lado del lago, se habían olvidado de tomar pan.
Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bien es que nos quedemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y otro para Elías.
Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu mano derecha, y el otro a tu izquierda, en tu Reino.
Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo voy señor. Y no fue.
Mas los labradores, tomando a los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon.
Mas ellos sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza y otro a sus negocios.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más importante de la ley: el juicio y la misericordia y la fe; esto era necesario hacer, y no dejar lo otro.
Y enviará sus ángeles con trompeta y gran voz; y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.
Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Y a éste dio cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno; a cada uno conforme a su facultad; y luego se fue lejos.
Entonces colgaron en maderos con él dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.
y de Jerusalén, y de Idumea, y del otro lado del Jordán. Y los que moran alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a él.
Otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento.
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
Y les dijo aquel día cuando fue tarde: Pasemos al otro lado.
Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Y vinieron al otro lado del mar a la provincia de los gadarenos.
Y cuando llegaron al otro lado, vinieron a tierra de Genesaret, y tomaron puerto.
Entonces respondiendo Pedro, dice a Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;
y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio.
Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.
Y volvió a enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron a enviarle afrentado.
Y volvió a enviar otro, y a aquel mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros.
Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle cada uno por sí, por ventura: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?
Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos.
Y colgaron de maderos con él dos ladrones, uno a su mano derecha, y el otro a su mano izquierda.
E hicieron señas a los compañeros que estaban en el otro barco, que vinieran a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que se anegaban.
Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conserva.
Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
Y si prestaréis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracias tendréis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
y envió a Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
Y como los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?
Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
Y aconteció un día que él entró en un barco con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.
Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al huésped, y le dijo: Cúralo; y todo lo que gastares de más, cuando yo vuelva te lo pagaré.
Mas si sobreviniendo otro más fuerte que él, le venciere, le toma todas sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.
Cuando fueres llamado de alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más honrado que tú esté por él convidado,
Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me des por excusado.
Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
¿O cuál rey, teniendo que ir a hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil?
De otra manera, cuando aun el otro está lejos, le ruega por la paz, enviándole embajada.
Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. Y él le dijo: Toma tu obligación, y escribe ochenta.
Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Os digo que aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Dos hombres subieron al Templo a orar: el uno fariseo, el otro publicano.
Os digo que éste descendió a su casa más justificado que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.
Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;
Y volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío.
Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.
Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le colgaron del madero allí, y a los malhechores, uno en un madero a la derecha, y otro a la izquierda.
Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación?
Y aconteció que yendo en comunión entre sí, y preguntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, e iba con ellos juntamente.
Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Y vinieron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen a él.
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?
Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega.
Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre que cuando el agua fuere revuelta, me meta en el estanque; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido.
Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es verdadero.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a aquel recibiréis.
Pasadas estas cosas, se fue Jesús al otro lado del mar de Galilea, que es de Tiberias.
El día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar, como vio que no había allí otra navecilla sino una, en la cual habían entrado sus discípulos, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en el navío, sino que sus discípulos se habían ido solos;
Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Y se volvió al otro lado del Jordán, a aquel lugar donde primero había estado bautizando Juan; y permaneció allí.
y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que permanezca con vosotros para siempre:
Si no hubiera hecho entre ellos obras cuales ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; mas ahora, las han visto, y me aborrecen a mí y a mi Padre.
Y seguían a Jesús Simón Pedro, y otro discípulo. Y aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al atrio del sumo sacerdote;
Y vinieron los soldados, y a la verdad quebraron las piernas al primero, y al otro que había sido colgado de un madero con él.
Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.
Y salió Pedro, y el otro discípulo, y vinieron al sepulcro.
Y corrían los dos juntos; mas el otro discípulo corrió más presto que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
Y entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al monumento, y vio, y creyó.
y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te pasará donde no quieras.
Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio.
Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.