'Saúl' en la Biblia
Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo; porque ha hallado gracia en mis ojos.
Y sucedía que cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa, y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
Y también Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y ordenaron la batalla contra los filisteos.
Y se paró, y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué salís a dar batalla? ¿No soy yo filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.
Y oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron, y tuvieron gran miedo.
Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres.
Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra, eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama,
y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl.
Pero David había ido y vuelto de donde estaba Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén.
Y Saúl y ellos y todos los de Israel, estaban en el valle de Ela, peleando con los filisteos.
Y cuando fueron oídas las palabras que David había dicho, ellos las refirieron delante de Saúl, y él lo hizo venir.
Y dijo David a Saúl: No desmaye ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará con este filisteo.
Y dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres un joven, y él es un hombre de guerra desde su juventud.
Y David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre, y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero del rebaño,
Y añadió David: Jehová que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová sea contigo.
Y Saúl vistió a David de sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza.
Y ciñó David su espada sobre sus vestiduras, y probó a andar, porque nunca las había probado. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.
Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió:
Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó, y lo llevó delante de Saúl, teniendo la cabeza del filisteo en su mano.
Y le dijo Saúl: Joven, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.
Y así que él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a su propia alma.
Y Saúl le tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre.
Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente, por tanto Saúl lo puso al mando de los hombres de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los criados de Saúl.
Y aconteció que cuando ellos volvían, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel a recibir al rey Saúl, cantando y danzando, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.
Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl mató a sus miles, y David a sus diez miles.
Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.
Y desde aquel día Saúl miró con malos ojos a David.
Otro día aconteció que el espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y profetizaba en medio de su casa. Y David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl una lanza en su mano.
Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David en la pared. Pero David lo evadió dos veces.
Mas Saúl temía a David por cuanto Jehová era con él, y se había apartado de Saúl.
Lo apartó, pues, Saúl de sí, y le hizo capitán de mil; y salía y entraba delante del pueblo.
Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, le tenía temor.
Y dijo Saúl a David: He aquí yo te daré a Merab mi hija mayor por esposa; solamente que me seas hombre valiente, y hagas las guerras de Jehová. Mas Saúl decía: No será mi mano contra él, mas la mano de los filisteos será contra él.
Y David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para ser yerno del rey?
Y venido el tiempo en que Merab, hija de Saúl, se había de dar a David, fue dada por esposa a Adriel meholatita.
Mas Mical la otra hija de Saúl amaba a David; y fue dicho a Saúl, y le pareció bien a sus ojos.
Y Saúl dijo: Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos sea contra él. Dijo, pues, Saúl a David: Hoy serás mi yerno en una de las dos.
Y mandó Saúl a sus criados: Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí, el rey te ama, y todos sus criados te quieren bien; sé, pues, yerno del rey.
Y los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?
Y los criados de Saúl le dieron la respuesta diciendo: Tales palabras ha dicho David.
Y Saúl dijo: Decid así a David: El rey no desea dote alguna, sino cien prepucios de los filisteos, para tomar venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos.
se levantó David, y partió con su gente, y mató a doscientos hombres de los filisteos; y trajo David los prepucios de ellos, y los entregaron todos al rey, para que él fuese hecho yerno del rey. Y Saúl le dio a su hija Mical por esposa.
Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba,
tuvo más temor de David; y Saúl fue enemigo de David todos los días.
Y salían a campaña los príncipes de los filisteos; y sucedía que cada vez que salían, David se portaba con más sabiduría que todos los siervos de Saúl; así que su nombre era muy ilustre.
Y habló Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus criados, para que matasen a David.
Pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba a David en gran manera. Y Jonatán dio aviso a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte; por tanto, mira ahora por ti hasta la mañana, y quédate en un lugar secreto, y escóndete.
Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra su siervo David, pues que ninguna cosa ha cometido contra ti; antes sus obras te han sido muy buenas;
Y oyendo Saúl la voz de Jonatán, juró: Vive Jehová, que no morirá.
Llamando entonces Jonatán a David, le declaró todas estas palabras; y él mismo presentó a David a Saúl, y estuvo delante de él como antes.
Y el espíritu malo de parte de Jehová vino sobre Saúl; y estando sentado en su casa tenía una lanza en la mano, mientras David tocaba con su mano.
Y Saúl procuró enclavar a David con la lanza a la pared; mas él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y se escapó aquella noche.
Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo guardasen, y lo matasen a la mañana. Mas Mical su esposa lo descubrió a David, diciendo: Si no salvas tu vida esta noche, mañana serás muerto.
Y cuando Saúl envió mensajeros que tomasen a David, ella respondió: Está enfermo.
Volvió Saúl a enviar mensajeros para que viesen a David, diciendo: Traédmelo en la cama para que lo mate.
Entonces Saúl dijo a Mical: ¿Por qué me has así engañado, y has dejado escapar a mi enemigo? Y Mical respondió a Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré.
Huyó, pues, David, y se escapó, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Y se fueron él y Samuel, y moraron en Naiot.
Y fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí que David está en Naiot en Ramá.
Y envió Saúl mensajeros que trajesen a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron.
Y cuando fue dicho a Saúl, él envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar mensajeros por tercera vez, y ellos también profetizaron.
Y él también se despojó de sus vestiduras, y profetizó igualmente delante de Samuel, y se acostó desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí se dijo: ¿También Saúl entre los profetas?
Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared, y Jonatán se levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David estaba vacío.
Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo, y no está limpio; no estará purificado.
El día siguiente, el segundo día de la luna nueva, aconteció también que el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer?
Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente que le dejase ir hasta Belén.
Entonces Saúl se enardeció contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre?
Y Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba determinado a matar a David.
Aquel día estaba allí, detenido delante de Jehová, uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, idumeo, principal de los pastores de Saúl.
Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquís rey de Gat.
Y los siervos de Aquís le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es éste de quien cantaban con danzas, diciendo: Hirió Saúl sus miles, y David sus diez miles?
Y oyó Saúl que David había sido descubierto, y los que estaban con él. Y Saúl estaba en Gabaa debajo de un árbol en Ramá, y tenía su lanza en su mano, y todos sus criados estaban en derredor de él.
Y dijo Saúl a sus criados que estaban en derredor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos tribunos y centuriones;
Entonces Doeg idumeo, que era superior entre los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob;
Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío.
Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando tú le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día?
Y Abiatar notificó a David como Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová.
Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el idumeo de seguro se lo haría saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte de todas las personas de la casa de tu padre.
Y fue dicho a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha traído a mis manos; pues él se ha encerrado, entrando en ciudad con puertas y cerraduras.
Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla, para descender a Keila, y poner cerco a David y a los suyos.
Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.
Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía.
¿Me entregarán los hombres de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como tu siervo ha oído? Jehová Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá.
Dijo luego David: ¿Me entregarán los hombres de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Te entregarán.
David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino la nueva a Saúl de que David se había escapado de Keila; y desistió de perseguirlo.
Y David se quedó en el desierto en lugares fortificados, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
Y viendo David que Saúl había salido en busca de su vida, David se estaba en el bosque, en el desierto de Zif.
Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl, y vino a David en el bosque, y fortaleció su mano en Dios.
Y le dijo: No temas, que no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
Entonces subieron los zifeos a Gabaa para decirle a Saúl: ¿No está David escondido en nuestra tierra, en las peñas del bosque, en el collado de Haquila que está al sur de Jesimón?
Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.
Y ellos se levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl. Mas David y su gente estaban en el desierto de Maón, en la llanura al sur de Jesimón.
Y partió Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Y cuando Saúl lo oyó, siguió a David al desierto de Maón.
Y Saúl iba por un lado del monte, y David con los suyos por el otro lado del monte: y David se daba prisa para ir delante de Saúl; mas Saúl y los suyos habían encerrado a David y a su gente para tomarlos.
Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han invadido el país.
Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por eso llamaron a aquel lugar Sela-hama-lecot.
Y sucedió que cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso diciendo: He aquí que David está en el desierto de Engadi.
Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de los suyos, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
Y llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, y entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban en los rincones de la cueva.
Entonces los de David le dijeron: He aquí el día que te ha dicho Jehová: He aquí que entregó tu enemigo en tus manos, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.