'Te' en la Biblia
Mas extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no te maldice en tu rostro.
Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero, ¿quién podrá detener las palabras?
Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.
Ahora, pues, da voces, si habrá quien te responda; ¿Y a cuál de los santos te volverás?
En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal.
En el hambre te redimirá de la muerte, y en la guerra, del poder de la espada.
De la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás de las fieras del campo:
¿Hasta cuándo no te apartarás de mí, y no me soltarás ni siquiera para que trague mi saliva?
Pequé, ¿qué te hago yo, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto como blanco tuyo, de modo que soy una carga para mí mismo?
Si le arrancaren de su lugar, éste le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.
Los que te aborrecen, serán vestidos de vergüenza; y la habitación de los impíos perecerá.
¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
Tus manos me hicieron y me formaron, ¿y luego te vuelves y me deshaces?
¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
y que te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron;
Te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos implorarán tu favor.
Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;
o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar también te lo declararán.
¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
Tú llamarás, y te responderé yo; tendrás placer en la obra de tus manos.
Tu boca te condenará, y no yo; y tus labios testificarán contra ti.
¿Por qué te aleja tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,
¿Tendrán fin las palabras vanas? O ¿qué te anima a responder?
Oh tú, que te despedazas con tu furor, ¿Será abandonada la tierra por tu causa, y serán traspasadas de su lugar las peñas?
¿Te castigará acaso, o vendrá contigo a juicio porque te teme?
Por tanto hay lazos alrededor de ti, y te turba espanto repentino;
o tinieblas, para que no veas; y abundancia de agua te cubre.
Amístate ahora con Él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.
Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción;
Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro.
Orarás a Él, y Él te oirá; y tú pagarás tus votos.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá la luz.
Te has vuelto cruel para mí; con el poder de tu mano me persigues.
He aquí en esto no has hablado justamente: Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
Si tienes algo qué decir, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar.
Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría.
¿Ha de ser eso según tu mente? Él te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo; por tanto, habla lo que sabes.
Yo te responderé razones, y a tus compañeros contigo.
Espérame un poco, y te enseñaré; porque todavía tengo razones de parte de Dios.
Asimismo te apartará de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro; y te aderezará mesa llena de grosura.
Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, el cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
Ciñe ahora como varón tus lomos; yo te preguntaré, y respóndeme tú.
¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, y has visto las puertas de la sombra de muerte?
¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.
Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me lo declararás.
Y yo también te confesaré que podrá salvarte tu diestra.
¿Multiplicará él ruegos para contigo? ¿Te hablará él lisonjas?
Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla, y no lo volverás a hacer.
Oye te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás.
De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.