1037 casos en 6 traducciones

'Uno' en la Biblia

Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta.

Pues os digo que uno mayor que el Templo está aquí.

De otra manera, ¿cómo puede uno entrar a la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte? Y entonces podrá saquear su casa.

Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí, uno mayor que Jonás en este lugar.

La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y he aquí, uno mayor que Salomón en este lugar.

Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están fuera, y te quieren hablar.

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.

Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o uno de los profetas.

Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bien es que nos quedemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y otro para Elías.

Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.

Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.

Y viniendo también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.

Y él respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no te concertaste conmigo por un denario?

Mas los labradores, tomando a los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon.

Mas ellos sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza y otro a sus negocios.

Mas vosotros, no queráis ser llamados Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos.

Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él muchas personas con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.

Y he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó una oreja.

Y un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que tú también eres {uno} de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.

Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le daba de beber.

Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias.

Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies,

Pero otros decían: Es Elías. Y decían otros: {Es} un profeta, como uno de los profetas {antiguos}.

Y le respondieron, diciendo: {Unos,} Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas.

Entonces respondiendo Pedro, dice a Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres tabernáculos: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;

Y saliendo él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?

Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu diestra, y el otro a tu siniestra.

Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: ``Respetarán a mi hijo."

Y acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el principal mandamiento de todos?

Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

Y saliendo del Templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

Como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio a sus siervos su hacienda, y a cada uno su cargo, y al portero mandó que velara.

Y cuando se sentaron a la mesa y comieron, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle cada uno por sí, por ventura: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?

Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.

Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.

Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: Este es {uno} de ellos.

Pero él lo negó otra vez. Y poco después los que estaban allí volvieron a decirle a Pedro: Seguro que tú eres {uno} de ellos, pues también eres galileo.

Y había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían hecho muerte en una revuelta.

Y cargaron a uno que pasaba, (Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo), para que llevara su madero.

Y cuando le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.

Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a quitarle.

Y entrado en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le rogó que lo desviara de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco a la multitud.

Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conserva.

Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta.

Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;

Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fue nacida, llevó fruto a ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oír, oiga.

Y uno de {aquellos} días, entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y se hicieron a la mar.

Estando aún él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga a decirle: Tu hija está muerta, no des trabajo al Maestro.

(Porque había como cinco mil hombres.) Y {Jesús} dijo a sus discípulos: Haced que se recuesten en grupos como de cincuenta cada uno.

Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice a Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí; y hagamos tres tabernáculos: uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que decía.

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