'Ver' en la Biblia
Senda que ave de rapiña no conoce, ni que ojo de halcón ha alcanzado a ver;
El SEÑOR ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, {alguno} que busque a Dios.
pues tú no abandonarás mi alma en el Seol, ni permitirás a tu Santo ver corrupción.
{Hubiera yo desmayado,} si no hubiera creído que había de ver la bondad del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
¿Quién es el hombre que desea vida y quiere {muchos} días para ver el bien?
porque me rodean males sin número; mis iniquidades me han alcanzado, y no puedo ver; son más numerosas que los cabellos de mi cabeza, y el corazón me falla.
Y si {alguno} viene a ver{me,} habla falsedades; su corazón recoge iniquidad para sí; cuando sale fuera, lo publica.
Dios ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, {alguno} que busque a Dios.
Cosas duras has hecho ver a tu pueblo; nos has dado a beber vino embriagador.
Así te contemplaba en el santuario, para ver tu poder y tu gloria.
Núblense sus ojos para que no puedan ver, y haz que sus lomos tiemblen continuamente.
Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, me volverás a dar vida, y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra.
Porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos.
¿Qué hombre podrá vivir y no ver la muerte? ¿Podrá librar su alma del poder del Seol? (Selah)
lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.
Todas las cosas son fatigosas, el hombre no puede expresar{las.} No se sacia el ojo de ver, ni se cansa el oído de oír.
Consideré en mi mente cómo estimular mi cuerpo con el vino, mientras mi mente {me} guiaba con sabiduría, y cómo echar mano de la insensatez, hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vida.
Y he visto que no hay nada mejor para el hombre que gozarse en sus obras, porque esa es su suerte. Porque ¿quién le hará ver lo que ha de suceder después de él?
Cuando aumentan los bienes, aumentan {también} los que los consumen. Así, pues, ¿cuál es la ventaja para sus dueños, sino ver{los} con sus ojos?
Cuando apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a ver la tarea que ha sido hecha sobre la tierra (aunque uno no durmiera ni de día ni de noche),
También esto llegué a ver como sabiduría bajo el sol, y me impresionó:
Agradable es la luz, y bueno para los ojos ver el sol.
Paloma mía, en las grietas de la peña, en lo secreto de la senda escarpada, déjame ver tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y precioso tu semblante.
Descendí al huerto de los nogales para ver el verdor del valle, para ver si la vid había retoñado, si los granados habían florecido.
Y el SEÑOR hará oír la majestad de su voz, y dejará ver el descenso de su brazo con furia de ira y llama de fuego consumidor, con turbión, aguacero y piedra de granizo.
El que anda en justicia y habla con sinceridad, el que rehúsa la ganancia injusta, y se sacude las manos para que no retengan soborno; el que se tapa los oídos para no oír de derramamiento de sangre, y cierra los ojos para no ver el mal;
Mas ¿dónde están tus dioses, los que hiciste para ti? Que se levanten, a ver si pueden salvarte en el tiempo de tu calamidad; porque según el número de tus ciudades son tus dioses, oh Judá.
¿Hasta cuándo he de ver la bandera y he de oír el sonido de la trompeta?
Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas, a ver si halláis {algún} hombre, si hay quien haga justicia, que busque la verdad, y yo la perdonaré.
El SEÑOR me {lo} hizo saber y {lo} comprendí. Entonces me hiciste ver sus obras.
¿Por qué salí del vientre para ver pena y aflicción, y que acaben en vergüenza mis días?
El profeta que tenga un sueño, que cuente {su} sueño, pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué tiene {que ver} la paja con el grano? --declara el SEÑOR.
y envía palabra al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de los hijos de Amón, al rey de Tiro y al rey de Sidón por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén {a ver} a Sedequías, rey de Judá.
y dijeron al profeta Jeremías: Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al SEÑOR tu Dios por nosotros, por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos,
Hijo de hombre, habitas en medio de la casa rebelde; tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde.
Ante sus ojos carga {el equipaje} sobre los hombros {y} sáca{lo} en la oscuridad. Cúbrete el rostro para no ver la tierra, porque por señal te he puesto a la casa de Israel.
Y el príncipe que está en medio de ellos, cargará {su equipaje} sobre los hombros en la oscuridad, y saldrá. Cavará un hueco en el muro para sacar{lo.} Cubrirá su rostro para no ver la tierra con sus ojos.
y el jefe de los oficiales dijo a Daniel: Temo a mi señor el rey, porque él ha asignado vuestra comida y vuestra bebida; ¿por qué ha de ver vuestros rostros más macilentos que los de los {demás} jóvenes de vuestra edad? Así pondríais en peligro mi cabeza ante el rey.
Y los sátrapas, los prefectos, los gobernadores y los altos oficiales del rey se reunieron para ver a estos hombres, cómo el fuego no había tenido efecto alguno sobre sus cuerpos, ni el cabello de sus cabezas se había chamuscado, ni sus mantos habían sufrido daño alguno, ni {aun} olor del fuego había quedado en ellos.
Efraín, ¿qué tengo yo que ver ya con los ídolos? Yo respondo y te cuido. Yo soy como un frondoso ciprés; de mí procede tu fruto.
Además, ¿qué tenéis que ver conmigo, Tiro, Sidón y todas las regiones de Filistea? ¿Os queréis vengar de mí? Si de esta manera os vengáis de mí, bien pronto haré volver vuestra venganza sobre vuestra cabeza.
Entonces salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la misma. Allí se hizo un cobertizo y se sentó bajo él a la sombra, hasta ver qué sucedería en la ciudad.
¿Por qué me haces ver la iniquidad, y {me} haces mirar la opresión? La destrucción y la violencia están delante de mí, hay rencilla y surge discordia.
Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que El me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido.
Y {le} dije: ¿Adónde vas? Y me respondió: A medir a Jerusalén para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud.
para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Y gritaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?
Mientras ellos se marchaban, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con {ropas} finas? Mirad, los que usan {ropas} finas están en los palacios de los reyes.
Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta.
Pero cuando los fariseos salieron, se confabularon contra El, {para ver} cómo podrían destruirle.
Entonces le respondieron algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, queremos ver una señal de parte tuya.
Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no {lo} vieron; y oír lo que vosotros oís, y no {lo} oyeron.
de modo que la muchedumbre se maravilló al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban restaurados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.
Y al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no halló nada en ella sino sólo hojas, y le dijo*: Nunca jamás brote fruto de ti. Y al instante se secó la higuera.
Al ver {esto,} los discípulos se maravillaron y decían: ¿Cómo es que la higuera se secó al instante?
Pero cuando el rey entró a ver a los comensales, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda,
Pero al ver {esto,} los discípulos se indignaron, y decían: ¿Para qué este desperdicio?
Y Pedro le fue siguiendo de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, y entrando, se sentó con los alguaciles para ver el fin {de todo aquello.}
Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó {aviso,} diciendo: No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de El.
Pasado el día de reposo, al amanecer del primer {día} de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro.
diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
Al ver los escribas de los fariseos que El comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué El come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?
Y le observaban {para ver} si lo sanaba en el día de reposo, para poder acusarle.
Pero cuando los fariseos salieron, enseguida {comenzaron a} tramar con los herodianos en contra de Jesús, {para ver} cómo podrían destruirle.
y gritando a gran voz, dijo*: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes.
Y los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y {la gente} vino a ver qué era lo que había sucedido.
Pero El miraba a su alrededor para ver a la {mujer} que le había tocado.
Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue {a ver} si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos.
y al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo*: Tú también estabas con Jesús el Nazareno.
Al ver{lo,} Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él.
Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor.
Déja{nos} ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.
Al ver {esto,} Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!
Y los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús {para ver} si sanaba en el día de reposo, a fin de encontrar de qué acusarle.
Cuando los mensajeros de Juan se fueron, {Jesús} comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que visten con esplendor y viven en deleites están en los palacios de los reyes.
Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta.
Pero al ver {esto} el fariseo que le había invitado, dijo para sí: Si éste fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora.
Al ver a Jesús, gritó y cayó delante de El, y dijo en alta voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.
Salió entonces {la gente} a ver qué había sucedido; y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio, y se llenaron de temor.
Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de El, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
Al ver {esto,} sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?
porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no {lo} vieron, y oír lo que vosotros oís, y no {lo} oyeron.
Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene {lo suficiente} para terminarla?
Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz.
Y dijo a los discípulos: Vendrán días cuando ansiaréis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara, pero al ver {esto} los discípulos, los reprendían.
trataba de ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, ya que él era de pequeña estatura.
Y al ver {esto,} todos murmuraban, diciendo: Ha ido a hospedarse con un hombre pecador.
Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella,
Herodes, al ver a Jesús se alegró en gran manera, pues hacía mucho tiempo que quería verle por lo que había oído hablar de El, y esperaba ver alguna señal que El hiciera.
Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía.
Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
La gente entonces, al ver la señal que {Jesús} había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo.
Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y {lo} vio y se alegró.
Por esto muchos de los judíos que habían venido {a ver} a María, y vieron lo que {Jesús} había hecho, creyeron en El.
Entonces la gran multitud de judíos se enteró de que {Jesús} estaba allí; y vinieron no sólo por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
éstos, pues, fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús.
Por tanto, se dijeron unos a otros: No la rompamos; sino echemos suertes sobre ella, {para ver} de quién será; para que se cumpliera la Escritura: REPARTIERON ENTRE SI MIS VESTIDOS, Y SOBRE MI ROPA ECHARON SUERTES.