2 El siervo prudente señoreará sobre el hijo que deshonra, y con los hermanos compartirá la herencia.
5 El que escarnece al pobre, afrenta a su Hacedor; y el que se alegra de la calamidad, no quedará impune.
12 Mejor es que se encuentre un hombre con una osa a la cual han robado sus cachorros, que con un necio en su necedad.
14 El principio de la discordia es como cuando alguien suelta las aguas; deja, pues, la contienda, antes que se enmarañe.
15 El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová.
16 ¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría, si no tiene el corazón para ello?
19 El que ama la prevaricación ama la contienda; y el que mucho abre su puerta, busca la ruina.
20 El perverso de corazón nunca hallará el bien; y el que tiene lengua perversa, caerá en el mal.
21 El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra; y el padre del necio no tiene alegría.
24 En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del necio vagan hasta el cabo de la tierra.