'De' en la Biblia
Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diera testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
El no era la luz, sino para que diera testimonio de la luz.
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no le conoció.
Mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su Nombre;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros; (y vimos su gloria,) gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras de mí, es antes de mí; porque es primero que yo.
Y de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo.
Y éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que le preguntaran: ¿Tú, quién eres?
Le dijeron: ¿Pues quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Él dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros ha estado, quien vosotros no conocéis;
éste es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí; del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato.
Estas cosas acontecieron en Betábara, de la otra parte del Jordán, donde Juan bautizaba.
El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es del que dije: Tras mí viene un Varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios.
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Díceles: Venid y ved. Vinieron, y vieron donde moraba, y quedáronse con él aquel día: porque era como la hora de las diez.
Era Andrés el hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído de Juan, y le habían seguido.
Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Piedra).
Y era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
Felipe halló a Natanael, y le dice: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
Y le dijo Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo bueno? Le dice Felipe: Ven y ve.
Jesús vio venir hacia sí a Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño.
Le dice Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús, y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi.
Respondió Natanael, y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
Respondió Jesús y le dijo: Porque te dije, te vi debajo de la higuera, crees; cosas mayores que éstas verás.
Y le dice: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre.
Y al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: Vino no tienen.
Y estaban allí seis tinajuelas de piedra para agua, conforme a la purificación de los judíos, que cabían en cada una dos o tres cántaros.
Les dice Jesús: Llenad estas tinajuelas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
Y cuando el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde era; (mas los que servían, lo sabían, quienes habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo,
Este principio de los señales hizo el Señor en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
Después de esto descendió a Capernaum, él, su madre, y sus hermanos, y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.
Y estaba cerca la Pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén.
Y halló en el Templo a los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y a los cambiadores de dinero sentados.
Y hecho un azote de cuerdas, los echó a todos del Templo, y las ovejas, y los bueyes; y derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las mesas;
y a los que vendían las palomas, dijo: Quitad de aquí esto; no hagáis la Casa de mi Padre casa de mercado.
Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu Casa me consumió.
Y los judíos respondieron, y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras de que haces esto?
Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que les había dicho esto; y creyeron a la Escritura, y a la palabra que Jesús había dicho.
Y estando en Jerusalén en la Pascua, en el día de la Fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.
Mas el mismo Jesús no se confiaba a sí mismo de ellos, porque él conocía a todos,
y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre.
Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no estuviere Dios con él.
Respondió Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios.
Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Respondió Jesús, y le dijo: ¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes esto?
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios.
Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba.
Juan también bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua; y {muchos} venían y eran bautizados.
Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación.
Y vinieron á Juan, y dijéronle: Rabbí, el que estaba contigo de la otra parte del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen á él.
Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.
El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo es cumplido.
El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla; el que viene del cielo, sobre todos es.
Lo que El ha visto y oído, de eso da testimonio; y nadie recibe su testimonio.
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; porque no le da Dios el Espíritu por medida.
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que al Hijo es desobediente, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
De manera que cuando el Señor supo cómo los fariseos habían oído que Jesús hacía discípulos y bautizaba más que Juan,
Vino, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a José su hijo.
Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó a la fuente. Era como la hora sexta.
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dice: Dame de beber.
(Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.)
Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú pedirías de él, y él te daría agua viva.
La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud viene de los Judíos.
Le dice la mujer: Sé que el Mesías (el Ungido) ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas.
Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con aquella mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella?
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho.
De modo que cuando los samaritanos vinieron a El, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días.
Y creyeron muchos más por la palabra de él.
Y dos días después, salió de allí, y se fue a Galilea.
Porque el mismo Jesús dio testimonio de que un profeta en su tierra no tiene honra.
Y como vino á Galilea, los Galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalem en el día de la fiesta: porque también ellos habían ido á la fiesta.
Vino pues Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había hecho el vino del agua. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo.
Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiera, y sanara a su hijo, porque se comenzaba a morir.
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