'Es' en la Biblia
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
Lo que fue, es lo que será, y lo que ha sido hecho, es lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
Aborrecí por tanto la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
¿Y quién sabe si será sabio, o necio, el que señoreará sobre todo mi trabajo en que yo me afané, y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.
¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También esto es vanidad y mal grande.
Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea el bien de su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
Aquello que fue, ya es: y lo que ha de ser, fue ya; y Dios demanda lo que pasó.
Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es; como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque ésta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obra despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Está un hombre solo y sin sucesor; que ni tiene hijo ni hermano; mas nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y privo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y fatuo que no admite consejo.
No tenía fin la muchedumbre de pueblo que fue antes de ellos; aun los que vendrán después tampoco estarán contentos con él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
Mejor es que no prometas, a que prometas y no cumplas.
Además el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.
El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
Dulce es el sueño del trabajador, ya sea que coma mucho o poco; mas al rico no le deja dormir la abundancia.
Éste también es un grave mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar al viento?
He aquí, pues, el bien que yo he visto: Que es bueno comer y beber, y gozarse uno del bien de todo su trabajo con que se afana debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le da; porque ésta es su porción.
Igualmente, a todo hombre a quien Dios le da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellos y tome su porción y goce de su trabajo. Esto es don de Dios.
Un hombre a quien Dios da riquezas, bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; mas Dios no le da facultad de comer de ello, sino que los extraños se lo comen. Esto es vanidad y penosa enfermedad.
Si el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que el abortivo es mejor que él.
Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su alma no se sacia.
Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.
El que es, ya su nombre ha sido nombrado; y se sabe que es hombre, y que no podrá contender con Aquél que es más poderoso que él.
Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacimiento.
Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.
Mejor es oír la reprensión del sabio, que la canción de los necios.
Porque la risa del necio es como el estrépito de las espinas debajo de la olla. Y también esto es vanidad.
Mejor es el fin del asunto que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu.
Nunca digas: ¿Cuál es la causa que los tiempos pasados fueron mejores que éstos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.
Buena es la sabiduría con herencia; y más a los que ven el sol.
Porque escudo es la sabiduría, y escudo es el dinero; mas la excelencia del conocimiento, es que la sabiduría da vida a los que la poseen.
Bueno es que tomes esto, y también de esto otro no apartes tu mano; porque el que teme a Dios, saldrá con todo.
Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos son como ataduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador será apresado por ella.
Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?
Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; mas el trabajo del hombre es grande sobre él;
También he visto a los impíos ser sepultados, los cuáles entraban y salían del lugar santo, y ser olvidados en la ciudad donde esto hicieron. Esto también es vanidad.
Hay vanidad que se hace sobre la tierra; que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos; y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.
Aún hay esperanza para todo aquél que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
Goza de la vida con la esposa que amas, todos los días de la vida de tu vanidad, que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque ésta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.
Me volví, y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontece a todos.
Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fortaleza; aunque la sabiduría del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.
Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.
Y aun mientras va el necio por el camino, le falta la cordura, y va diciendo a todos, que es necio.
Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.
Muerde la serpiente cuando no está encantada, y el lenguaraz no es mejor.
El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo desvarío.
¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!
¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para embriagarse!
Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si ambas cosas son igualmente buenas.
Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol:
Porque aunque un hombre viviere muchos años, y se alegrase en todos ellos; acuérdese sin embargo, que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
Ahora, hijo mío, a más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
El fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.