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'Su' en la Biblia

El pórtico que estaba en la delantera de la longitud, era de veinte codos al frente del ancho de la casa, y su altura de ciento veinte; y lo cubrió por dentro de oro puro.

E hizo la Casa del lugar santísimo, cuya longitud era de veinte codos según el ancho del frente de la Casa, y su anchura de veinte codos; y la recubrió de buen oro que ascendía a seiscientos talentos.

Y las alas de los dos querubines medían veinte codos; el ala de uno, de cinco codos, tocaba la pared de la casa, y {su} otra ala, de cinco codos, tocaba el ala del otro querubín.

Y el ala del otro querubín, de cinco codos, tocaba la pared de la casa; y {su} otra ala, de cinco codos, se unía al ala del primer querubín.

También hizo un mar de fundición, el cual tenía diez codos de un borde al otro, enteramente redondo; su altura era de cinco codos, y una línea de treinta codos lo ceñía alrededor.

Su grueso era de un palmo, y su borde estaba hecho como el borde de un cáliz, {como} una flor de lirio; cabían en él tres mil batos.

Hizo asimismo diez candeleros de oro según su forma, los cuales puso en el templo, cinco a la mano derecha, y cinco a la izquierda.

y calderos, y palas, y garfios; y todos sus vasos hizo Hiram su padre al rey Salomón para la Casa del SEÑOR, de bronce purísimo.

Acabada toda la obra que hizo Salomón para la Casa del SEÑOR, metió Salomón en ella las cosas que David su padre había dedicado; y puso la plata, y el oro, y todos los vasos, en los tesoros de la Casa de Dios.

Y los sacerdotes metieron el arca del pacto del SEÑOR en su lugar, en el oráculo de la Casa, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines.

Y tocaban las trompetas, y cantaban con la voz todos a una como un varón alabando y confesando al SEÑOR, cuando alzaban la voz con trompetas y címbalos, e instrumentos de música, cuando alababan al SEÑOR, diciendo: Porque es bueno, porque su misericordia es para siempre. Y la Casa fue llena de una nube, la Casa del SEÑOR.

Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba en pie.

Y él dijo: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, el cual con su mano ha cumplido lo que habló por su boca a David mi padre, diciendo:

Y mi padre David tuvo en su corazón edificar una casa al nombre del SEÑOR, Dios de Israel.

Y el SEÑOR ha cumplido su palabra que dijo, y me levanté yo por David mi padre, y me senté en el trono de Israel, como el SEÑOR había dicho, y he edificado Casa al nombre del SEÑOR Dios de Israel.

SEÑOR Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón;

Ahora, pues, SEÑOR Dios de Israel, guarda a David mi padre lo que le has prometido, diciendo: No faltará de ti varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, a condición que tus hijos guarden su camino, andando en mi ley, como tú delante de mí has andado.

Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh SEÑOR Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti;

Si alguno pecare contra su prójimo, y él le pidiere juramento haciéndole jurar, y el juramento viniere delante de tu altar en esta casa,

tú oirás desde los cielos, y harás derecho a tus siervos, dando la paga al impío, haciendo volver su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo en darle conforme a su justicia.

Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia por haber ellos pecado contra ti, y oren hacia este lugar y confiesen tu nombre, y se vuelvan de su pecado cuando tú los aflijas,

Y si hubiere hambre en la tierra, ó si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo ó añublo, langosta ó pulgón; ó si los cercaren sus enemigos en la tierra de su domicilio; cualquiera plaga ó enfermedad que sea;

toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, o cualquiera que conociere su aflicción y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos a esta Casa,

tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu habitación, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón (porque solo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres);

tú oirás desde los cielos su oración y su ruego, y harás su juicio.

Y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho inicuamente, impíamente hemos obrado;

si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren llevado cautivos, y oraren hacia su tierra que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la Casa que he edificado a tu Nombre;

tú oirás desde los cielos, desde la morada de su habitación, su oración y su ruego, y harás su juicio, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.

Y cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria del SEÑOR sobre la Casa, cayeron en tierra en el solado sobre sus rostros, y adoraron, confesando al SEÑOR diciendo: Que es bueno, que su misericordia es para siempre.

Y los sacerdotes estaban sobre sus guardas; y los levitas con los instrumentos de música del SEÑOR, los cuales había hecho el rey David para confesar al SEÑOR, porque su misericordia es para siempre; cuando David confesaba por mano de ellos. Asimismo los sacerdotes tocaban trompetas delante de ellos, y todo Israel estaba en pie.

Y a los veintitrés del mes séptimo envió al pueblo a sus estancias, alegres y gozosos de corazón por los beneficios que el SEÑOR había hecho a David, y a Salomón, y a su pueblo Israel.

Acabó, pues, Salomón la Casa del SEÑOR, y la casa del rey; y todo lo que Salomón tuvo en voluntad de hacer en la Casa del SEÑOR y en su casa, fue prosperado.

Y aconteció que al cabo de veinte años que Salomón había edificado la Casa del SEÑOR y su casa,

y a Baalat, y a todas las villas de munición que Salomón tenía; también todas las ciudades de los carros y las de la gente de a caballo; y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, y en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío.

Y de los hijos de Israel no puso Salomón siervos en su obra; porque eran hombres de guerra, y sus príncipes y sus capitanes, y príncipes de sus carros, y su gente de a caballo.

para que ofrecieran cada cosa en su día, conforme al mandamiento de Moisés, en los sábados, las nuevas lunas, y fiestas tres veces al año, a saber, en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de las semanas, y en la fiesta de los tabernáculos.

Y constituyó los repartimientos de los sacerdotes en sus oficios, conforme a la ordenación de David su padre: los levitas por sus guardas, para que alabaran y ministraran delante de los sacerdotes, cada cosa en su día; y los porteros por su guarda a cada puerta; porque así lo había mandado David, varón de Dios.

Y oyendo la reina de Sabá la fama de Salomón, vino a Jerusalén para tentar a Salomón con enigmas, con un muy gran ejército, con camellos cargados de aroma, y oro en abundancia, y piedras preciosas. Y luego que vino a Salomón, habló con él todo lo que tenía en su corazón.

y las viandas de su mesa, y el asiento de sus siervos, y la atención de sus ministros, y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y sus holocaustos que sacrificaba en la Casa del SEÑOR, no quedó más espíritu en ella.

Entonces dijo al rey: ``Era verdad lo que había oído en mi tierra acerca de sus palabras y de su sabiduría.

"Pero yo no creía lo que me decían, hasta que he venido y mis ojos lo han visto; no se me había contado ni la mitad de la grandeza de su sabiduría. Usted supera todo lo que había oído.

"Bienaventurados sus hombres, bienaventurados estos sus siervos que están delante de usted continuamente y oyen su sabiduría.

El SEÑOR tu Dios sea bendito, el cual se ha agradado en ti para ponerte sobre su trono por rey del SEÑOR tu Dios; por cuanto tu Dios ha amado a Israel para afirmarlo perpetuamente, y te puso por rey sobre ellos para que hagas juicio y justicia.

Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que había traído al rey. Después se volvió y se fue a su tierra con sus siervos.

Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oír su sabiduría, que Dios había puesto en su corazón.

Y de éstos, cada uno traía su presente, vasos de plata, vasos de oro, vestidos, armas, especierías, caballos y mulos, todos los años.

Y durmió Salomón con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre; y reinó en su lugar Roboam su hijo.

``Su padre hizo pesado nuestro yugo; ahora pues, aligere la dura servidumbre de su padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros y le serviremos."

Entonces el rey Roboam tomó consejo con los viejos, que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y les dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?

Mas él, dejando el consejo que le dieron los viejos, tomó consejo con los jóvenes que se habían criado con él, y que estaban a su servicio;

`` ¿Qué aconsejan," les pregunto, ``que respondamos a este pueblo que me ha hablado: `Aligere el yugo que su padre puso sobre nosotros'?"

Y los jóvenes que se habían criado con él le respondieron: ``Así dirá al pueblo que le ha hablado: `Su padre hizo pesado nuestro yugo, pero usted hágalo más ligero para nosotros.' Así usted les dirá: `Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre.

~`Por cuanto mi padre los cargó con un pesado yugo, yo añadiré a su yugo; mi padre los castigó con látigos, pero yo {los castigaré} con escorpiones.'"

y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: ``Mi padre les hizo pesado su yugo, pero yo lo haré más {pesado;} mi padre los castigó con látigos, pero yo {los castigaré} con escorpiones."

Y no escuchó el rey al pueblo; porque la causa era de Dios, para cumplir el SEÑOR su palabra que había hablado, por Ahías, el Silonita, a Jeroboam hijo de Nabat.

Cuando todo Israel {vio} que el rey no los escuchaba, el pueblo respondió al rey, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No {tenemos} herencia con el hijo de Isaí. ¿Cada uno a su tienda, Israel! ¿Mira ahora por tu casa, David! Y todo Israel se fue a sus tiendas.

Envió luego el rey Roboam a Adoram, que tenía a su cargo los tributos; pero le apedrearon los hijos de Israel, y murió. Entonces se esforzó el rey Roboam, y subiendo en un carro huyó a Jerusalén.

Así ha dicho el SEÑOR: No subáis ni peleéis contra vuestros hermanos; vuélvase casa uno a su casa, porque yo he hecho este negocio. Y ellos oyeron la palabra del SEÑOR, y se volvieron, y no fueron contra Jeroboam.

Y {puso} escudos y lanzas en todas las ciudades y las reforzó en gran manera. Así mantuvo a su lado a Judá y a Benjamín.

Tras de aquellos acudieron también de todas las tribus de Israel los que habían puesto su corazón en buscar al SEÑOR Dios de Israel; y vinieron a Jerusalén para sacrificar al SEÑOR, el Dios de sus padres.

Entonces el rey Roboam hizo en su lugar escudos de bronce, y los entregó al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaban la entrada de la casa del rey.

Fortificado, pues, Roboam, reinó en Jerusalén; y era Roboam de cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que escogió el SEÑOR de todas las tribus de Israel, para poner en ella su Nombre. Y el nombre de su madre fue Naama, una amonita.

Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar Abías su hijo.

Y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Micaías hija de Uriel de Gabaa. Y hubo guerra entre Abías y Jeroboam.

Pero Jeroboam hijo de Nabat, siervo de Salomón hijo de David, se levantó y se rebeló contra su señor;

Y Abías y su pueblo hacían en ellos gran mortandad; y cayeron heridos de Israel quinientos mil hombres escogidos.

Y durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David. Y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días reposó la tierra diez años.

E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos del SEÑOR su Dios.

Y Asa salió a su encuentro, y se pusieron en orden de batalla en el valle de Sefata junto a Maresa.

Y clamó Asa al SEÑOR su Dios, y dijo: SEÑOR, no tienes tú más con el grande que con el que ninguna fuerza tiene, para dar ayuda. Ayúdanos, oh SEÑOR Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu Nombre venimos contra este ejército. Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre.

Y Asa, y el pueblo que con él estaba, los siguió hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta no quedar en ellos hombre con vida; porque fueron deshechos delante del SEÑOR y de su ejército. Y les tomaron muy grande despojo.

mas cuando con su tribulación se convirtieron al SEÑOR Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos.

E hizo juntar a todo Judá y Benjamín, y con ellos los extranjeros de Efraín, de Manasés, y de Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que el SEÑOR su Dios estaba con él.

Y entraron en pacto de que buscarían al SEÑOR el Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma;

De este juramento todos los de Judá se alegraron; porque con todo su corazón lo juraban, y con toda su voluntad le buscaban; y fue hallado de ellos; y les dio el SEÑOR reposo por todas partes.

Y aun a Maaca madre del rey Asa, él mismo la depuso que no fuera reina, porque había hecho un ídolo en el bosque; y Asa deshizo su ídolo, y lo desmenuzó, y lo quemó en el arroyo de Cedrón.

Y metió en la Casa de Dios lo que su padre había dedicado, y lo que él había consagrado, plata, oro y vasos.

Y oyendo esto Baasa, cesó de edificar a Ramá, y dejó su obra.

Y el año treinta y nueve de su reinado enfermó Asa de los pies para arriba, y en su enfermedad no buscó al SEÑOR, sino a los médicos.

Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado.

Y lo sepultaron en sus sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David; y lo pusieron en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por expertos perfumistas; e hicieron un gran fuego en su honor.

Y reinó en su lugar Josafat su hijo, el cual prevaleció contra Israel.

Y puso ejército en todas las ciudades fuertes de Judá, y colocó gente de guarnición, en tierra de Judá, y asimismo en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado.

sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel.

El SEÑOR, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia.

Y se animó su corazón en los caminos del SEÑOR, y quitó los lugares altos y los bosques de Judá.

Al tercer año de su reinado envió sus príncipes Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que enseñaran en las ciudades de Judá;

Este era su número según sus casas paternas: de Judá, de los comandantes de millares, Adnas {era} el comandante, y con él trescientos mil valientes guerreros;

Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con sus ropas; y estaban sentados en la era a la entrada de la puerta de Samaria, y todos los profetas profetizaban delante de ellos.

Entonces él dijo: He visto a todo Israel disperso por los montes como ovejas sin pastor; y dijo el SEÑOR: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz en su casa.

Entonces él dijo: Oíd pues palabra del SEÑOR: Yo he visto al SEÑOR sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda.

Y sucedió que cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel; y se desviaron para pelear contra él. Pero Josafat clamó, y el SEÑOR vino en su ayuda, y Dios los apartó de él,

Mas disparando uno el arco con toda su capacidad, hirió al rey de Israel entre las junturas de su cota. El entonces dijo al carretero: Vuelve tu mano, y sácame del campo, porque estoy herido.

Y Josafat rey de Judá se volvió en paz a su casa en Jerusalén.

Y salió a su encuentro el vidente Jehú, hijo de Hananí, y dijo al rey Josafat: ¿Vas a ayudar al impío y amar a los que odian al SEÑOR, y con esto {traer} sobre ti la ira del SEÑOR?

Entonces él tuvo temor; y puso Josafat su rostro para consultar al SEÑOR, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.

Se levantaron muy de mañana y salieron al desierto de Tecoa. Cuando salían, Josafat se puso en pie y dijo: ``Oiganme, Judá y habitantes de Jerusalén, confíen en el SEÑOR su Dios, y estarán seguros. Confíen en Sus profetas y triunfarán."

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