'Al' en la Biblia
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- 7.Levítico 6:11-Levítico 19:14
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- 9.Números 5:9-Números 15:14
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- 19.1 Samuel 17:57-2 Samuel 2:24
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- 21.2 Samuel 17:24-1 Reyes 1:41
- 22.1 Reyes 1:42-1 Reyes 13:21
- 23.1 Reyes 13:24-2 Reyes 3:24
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- 25.2 Reyes 17:21-1 Crónicas 9:24
- 26.1 Crónicas 10:5-2 Crónicas 3:12
- 27.2 Crónicas 4:2-2 Crónicas 23:12
- 28.2 Crónicas 23:13-2 Crónicas 35:13
- 29.2 Crónicas 35:15-Nehemías 8:6
- 30.Nehemías 8:7-Job 8:4
- 31.Job 8:5-Job 39:5
- 32.Job 39:6-Salmos 31:1
- 33.Salmos 31:17-Salmos 69:1
- 34.Salmos 69:13-Salmos 104:35
- 35.Salmos 105:1-Salmos 140:5
- 36.Salmos 140:6-Proverbios 17:15
- 37.Proverbios 17:21-Proverbios 31:25
- 38.Proverbios 31:30-Isaías 13:4
- 39.Isaías 13:8-Isaías 40:2
- 40.Isaías 40:3-Jeremías 7:6
- 41.Jeremías 7:12-Jeremías 31:40
- 42.Jeremías 32:8-Jeremías 50:5
- 43.Jeremías 50:8-Ezequiel 16:14
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- 62.2 Tesalonicenses 1:8-Hebreos 13:11
- 63.Hebreos 13:12-Apocalipsis 7:2
- 64.Apocalipsis 7:3-Apocalipsis 22:14
Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid. Yo temo a Dios.
Y decían el uno al otro: Verdaderamente somos culpables referente a nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le oímos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.
Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y aun helo aquí en mi saco. Se les sobresaltó entonces el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?
Cuando vaciaron sus sacos, el atado del dinero de cada uno {estaba} en su saco. Y al ver ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor.
Pero Jacob dijo: Mi hijo no descenderá con vosotros; pues su hermano ha muerto, y {me} queda sólo él. Si algo malo le acontece en el viaje en que vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.
Y respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro al menos que vuestro hermano venga con vosotros.
Y dijo Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano?
Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños.
Y el Dios Omnipotente os dé misericordias delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo.
Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Mete a aquellos varones en casa, y degüella víctima, y aderézala; porque estos varones comerán conmigo al mediodía.
Y llegáronse al mayordomo de la casa de José, y le hablaron á la entrada de la casa.
Y dijeron: Ay, señor mío, nosotros descendimos al principio a comprar alimentos;
y aconteció que cuando vinimos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer en nuestras manos.
Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José al mediodía, porque habían oído que allí habían de comer pan.
Al alzar él sus ojos y ver a su hermano Benjamín, hijo de su madre, dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor de quien me hablasteis? Y dijo: Dios te imparta su favor, hijo mío.
Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su juventud; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro.
Y mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llene los costales de estos varones de alimentos, cuanto pudieren llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal;
Al rayar el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos.
Cuando habían salido ellos de la ciudad, {y} no estaban muy lejos, José dijo al mayordomo de su casa: Levántate, sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: `` ¿Por qué habéis pagado mal por bien?
Y nosotros respondimos: No podemos ir: si nuestro hermano va con nosotros, iremos; porque no podemos ver el rostro del varón, al menos que nuestro hermano el menor esté con nosotros.
``Y si también os lleváis a éste de mi presencia, y algo malo le sucede, haréis descender mis canas con dolor al Seol."
Ahora, pues, cuando llegare yo á tu siervo mi padre, y el mozo no fuere conmigo, como su alma está ligada al alma de él,
sucederá que cuando él no vea al joven, morirá: y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor hasta el Seol.
Entonces José no pudo contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, para darse a conocer José a sus hermanos.
Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
Y José unció su carro y subió a Gosén para ir al encuentro de su padre Israel; y apenas lo vio, se echó sobre su cuello y lloró largamente sobre su cuello.
Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y haré saber al Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí;
Y José vino, e hizo saber al Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí, están en la tierra de Gosén.
Dijeron además al Faraón: Por morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que habiten tus siervos en la tierra de Gosén.
Y José introdujo a su padre, y lo presentó delante del Faraón; y Jacob bendijo al Faraón.
Y Jacob respondió al Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de sus peregrinaciones.
Y Jacob bendijo al Faraón, y salió de delante del Faraón.
Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades desde un cabo del término de Egipto hasta el otro cabo.
Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy y a vuestra tierra para el Faraón; ved aquí simiente, y sembraréis la tierra.
Y será que de los frutos daréis el quinto al Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños.
Pero al ver José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para mudarla de sobre la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
Corriente como las aguas, no seas el principal; por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.
Al ver que el lugar de reposo era bueno y que la tierra era agradable, inclinó su hombro para cargar, y llegó a ser esclavo en trabajos forzados.
Será Dan serpiente junto al camino, cerasta junto a la senda, que muerde los talones de los caballos, y hace caer por detrás al cabalgador de ellos.
Gad, ejército lo acometerá; mas él acometerá al fin.
El pan de Aser será grueso, y él dará deleites al rey.
Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días.
Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios: por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán.
Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: Quizá José guarde rencor contra nosotros, y de cierto nos devuelva todo el mal que le hicimos.
Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros niños. Así los consoló, y les habló al corazón.
Entonces pusieron sobre él comisarios de tributos que los molestaran con sus cargas; y edificaron al Faraón las ciudades de almacenaje: Pitón y Ramesés.
y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo, y en todo su servicio, al cual los obligaban con dureza.
Y las parteras respondieron al Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; porque son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas.
Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo, diciendo: Todo hijo que nazca lo echaréis al Nilo, y a toda hija la dejaréis con vida.
Y no pudiendo tenerle más escondido, tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con pez y betún, y colocó en ella al niño, y lo puso en un carrizal a la orilla del río.
Y la hija del Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomara.
Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.
Entonces la hermana {del niño} dijo a la hija de Faraón: ¿Quieres que vaya y te llame una nodriza de las hebreas para que te críe al niño?
a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y lo crió.
Y miró a todas partes, y viendo que no parecía haber nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena.
Y salió al día siguiente, y viendo a dos hebreos que reñían, dijo al malo: ¿Por qué hieres a tu prójimo?
Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.
Al enterarse Faraón de lo que había pasado, trató de matar a Moisés. Pero Moisés huyó de la presencia de Faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián, y {allí} se sentó junto a un pozo.
Y el sacerdote de Madián tenía siete hijas, las cuales fueron a sacar agua y llenaron las pilas para dar de beber al rebaño de su padre.
Respondieron ellas: Un egipcio nos ha librado de mano de los pastores; y además, nos sacó agua y dio de beber al rebaño.
Y él dijo a sus hijas: ¿Y dónde está? ¿Por qué habéis dejado al hombre? Invitadlo a que coma algo.
Y el ángel del SEÑOR se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse Moisés, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía.
Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al lugar de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los heveos y de los jebuseos.
Ven por tanto ahora, y te enviaré al Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo, para que vaya al Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
Y El dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y la señal para ti de que soy yo el que te ha enviado será ésta: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto adoraréis a Dios en este monte.
Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: El SEÑOR Dios de los hebreos, nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que sacrifiquemos al SEÑOR nuestro Dios.
Entonces dijo Moisés al SEÑOR: ¡Ruego Señor! Yo no soy hombre de palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy pesado de boca y pesado de lengua.
Y el SEÑOR le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo el SEÑOR?
Entonces se encendió la ira del SEÑOR contra Moisés, y le dijo: ¿No está {allí} tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él habla bien. Y además, he aquí, él sale a recibirte; al verte, se alegrará en su corazón.
Y él hablará por ti al pueblo; y él te será por boca, y tú serás a él por Dios.
Y dijo el SEÑOR a Moisés: Cuando hubiereis vuelto a Egipto, mira que hagas delante del Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
Y dirás al Faraón: El SEÑOR ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Y aconteció en el camino, que en una posada le salió al encuentro Jehová, y quiso matarlo.
Y el SEÑOR dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.
y el pueblo creyó. Y al oír que el SEÑOR había visitado a los hijos de Israel y había visto su aflicción, se postraron y adoraron.
Después de esto Moisés y Aarón entraron al Faraón, y le dijeron: El SEÑOR Dios de Israel, dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.
Y el Faraón respondió: ¿Quién es el SEÑOR, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al SEÑOR, ni tampoco dejaré ir a Israel.
Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, y sacrificaremos al SEÑOR nuestro Dios; para que no nos encuentre con pestilencia o con espada.
Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su obra? Idos a vuestras tareas.
De aquí en adelante no daréis hornija al pueblo para hacer ladrillo, como ayer y antes de ayer; vayan ellos y recojan hornija por sí mismos.
Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus gobernadores, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho el Faraón: Yo no os doy hornija.
Y los gobernadores de los hijos de Israel vinieron y se quejaron al Faraón, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?
Y él respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís: Vamos y sacrifiquemos al SEÑOR.
Y al salir de la presencia de Faraón, se encontraron con Moisés y Aarón, que los estaban esperando.
Entonces Moisés se volvió al SEÑOR, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?
Porque desde que yo vine al Faraón para hablarle en tu Nombre, ha afligido a este pueblo; y tú tampoco has librado a tu pueblo.
El SEÑOR respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré al Faraón; porque con mano fuerte los ha de dejar ir; y con mano fuerte los ha de echar de su tierra.
Entra, y habla al Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.
Estos son los que hablaron al Faraón rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron éstos.
Entonces el SEÑOR habló a Moisés, diciendo: Yo soy el SEÑOR; di al Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti.
Tú dirás todas las cosas que yo te mandare, y Aarón tu hermano hablará al Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.
Moisés entonces era de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron al Faraón.
Vinieron, pues, Moisés y Aarón al Faraón, e hicieron como el SEÑOR lo había mandado; y echó Aarón su vara delante del Faraón y de sus siervos, y se convirtió dragón.
Entonces llamó también el Faraón sabios y encantadores; e hicieron también lo mismo los encantadores de Egipto con su adoración al fuego;
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: El corazón del Faraón está agravado, que no quiere dejar ir al pueblo.
Ve por la mañana al Faraón, he aquí que él sale a las aguas; y tú ponte a la orilla del río delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra,
Y pasaron siete días después que el SEÑOR hirió al Nilo.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Entra al Faraón, y dile: El SEÑOR ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
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