'Del' en la Biblia
Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: ``PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR, HACED DERECHAS SUS SENDAS."
E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma descendía sobre El;
A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniados.
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo* al paralítico):
Y El salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a El, y les enseñaba.
Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.
Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.
de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidón; una gran multitud, {que} al oír todo lo que {Jesús} hacía, vino a El.
Jacobo, {hijo} de Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa, hijos del trueno);
Comenzó a enseñar de nuevo junto al mar; y se llegó a El una multitud tan grande que tuvo que subirse a una barca {que estaba} en el mar, y se sentó; y toda la multitud estaba en tierra a la orilla del mar.
Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas;
pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril.
sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que LAS AVES DEL CIELO pueden ANIDAR BAJO SU SOMBRA.
Y llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gadarenos.
y gritando a gran voz, dijo*: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes.
Porque {Jesús} le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo.
Mientras estaba todavía hablando, vinieron* de {casa del} oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?
Fueron* a la casa del oficial de la sinagoga, y {Jesús} vio* el alboroto, y {a los que} lloraban y se lamentaban mucho.
Al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y El {estaba} solo en tierra.
no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre.
Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,
Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con El, buscando de El una señal del cielo para ponerle a prueba.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
Y El les dijo: Es cierto que Elías, al venir primero, restaurará todas las cosas. Y, {sin embargo,} ¿cómo está escrito del Hijo del Hombre que padezca mucho y sea despreciado?
Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúda{me en} mi incredulidad.
Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
Levantándose de allí, {Jesús} se fue* a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron* de nuevo las multitudes junto a El, y una vez más, como acostumbraba, les enseñaba.
Jesús dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de mí y por causa del evangelio,
He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.
Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Cuando se acercaban* a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió* a dos de sus discípulos,
Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¿Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR;
y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo.
El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.
Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: ``Del cielo", El dirá: ``Entonces, ¿por qué no le creísteis?"
Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre PLANTO UNA VIÑA Y LA CERCO CON UN MURO, CAVO UN ESTANQUE DEBAJO DEL LAGAR Y EDIFICO UNA TORRE; la arrendó a labradores y se fue de viaje.
ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR, Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS"?
{Se lo} trajeron, y El les dijo*: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César.
Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de El.
Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas.
{Jesús} se sentó frente al {arca del} tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el {arca del} tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades.
Cuando salía del templo, uno de sus discípulos le dijo*: Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!
LAS ESTRELLAS IRAN CAYENDO del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas.
Entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN LAS NUBES con gran poder y gloria.
Y entonces enviará a los ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Por tanto, velad, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;
porque decían: No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo.
Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de El; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor {le fuera} a ese hombre no haber nacido.
Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos.
En verdad os digo: Ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.
Vino* por tercera vez, y les dijo*: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego.
Mas El callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Jesús dijo: Yo soy; y veréis al HIJO DEL HOMBRE SENTADO A LA DIESTRA DEL PODER y VINIENDO CON LAS NUBES DEL CIELO.
Estando Pedro abajo en el patio, llegó* una de las sirvientas del sumo sacerdote,
Entonces los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al Pretorio, y convocaron* a toda la cohorte {romana}.
Y obligaron* a uno que pasaba {y} que venía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz de Jesús.
Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
vino José de Arimatea, miembro prominente del concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Y comprobando esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José,
quien compró un lienzo de lino, y bajándole {de la cruz,} le envolvió en el lienzo de lino y le puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
Y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un {gran} temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.