'Había' en la Biblia
- 1.Gé 1:31-Gé 43:7
- 2.Gé 45:27-Números 33:9
- 3.Números 35:25-Jueces 14:6
- 4.Jueces 14:7-2 Samuel 3:7
- 5.2 Samuel 3:22-1 Reyes 11:21
- 6.1 Reyes 11:23-2 Reyes 16:11
- 7.2 Reyes 17:4-2 Crónicas 7:2
- 8.2 Crónicas 7:6-Nehemías 2:14
- 9.Nehemías 2:16-Jeremías 26:8
- 10.Jeremías 26:19-Daniel 3:2
- 11.Daniel 3:3-Lucas 2:25
- 12.Lucas 2:26-Juan 11:38
- 13.Juan 11:39-2 Corintios 3:13
- 14.2 Corintios 12:11-Apocalipsis 19:20
Dice Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que se había muerto, le dice: Señor, hiede ya, que es de cuatro días.
Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído.
Entonces el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir.
Entonces muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Mas unos de ellos fueron a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
Jesús, pues, seis días antes de la Pascua, vino a Betania, donde Lázaro había sido muerto, al cual Jesús había resucitado de los muertos.
Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar:
Entonces muchos del pueblo de los judíos supieron que él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, al cual había resucitado de los muertos.
El siguiente día, la multitud que había venido al día de la Fiesta, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén,
Por lo cual también había venido la multitud a recibirle, porque habían oído que él había hecho esta señal;
Y había unos griegos de los que habían subido a adorar en la Fiesta.
Y el pueblo que estaba presente, y la había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: un ángel le ha hablado.
Y esto decía señalando de qué muerte había de morir.
Antes del día de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había venido para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Y la cena acabada, como el diablo ya se había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, que le entregase,
sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordéis que yo os lo había dicho. Esto empero no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos tras el arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró Jesús y sus discípulos.
Para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste, ninguno de ellos perdí.
Y era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, que era necesario que un hombre muriese por el pueblo.
Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?
para que se cumpliese el dicho de Jesús, que había dicho, señalando de qué muerte había de morir.
Y vinieron los soldados, y a la verdad quebraron las piernas al primero, y al otro que había sido colgado de un madero con él.
Entonces vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
Y en aquel lugar donde había sido colgado del madero, había un huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.
y el sudario, que había sido puesto sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto en un lugar aparte.
Y entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al monumento, y vio, y creyó.
y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
Cuando había dicho esto, volvió atrás, y vio a Jesús que estaba allí ; pero no sabía que era Jesús.
Y esto dijo, señalando con qué muerte había de clarificar a Dios. Y dicho esto, le dice: Sígueme.
Volviéndose Pedro, ve a aquel discípulo al cual amaba Jesús, que les seguía, el que también se había recostado a su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no había de morir. Mas Jesús no le dijo, No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga ¿qué a ti?
Así que siendo profeta, y sabiendo que con juramento le había Dios jurado que del fruto de su lomo, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono;
Y le conocían, que él era el que se sentaba a pedir la limosna a la puerta del Templo, la Hermosa; y fueron llenos de asombro y de espanto por lo que le había acontecido.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, al cual vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, juzgando él que había de ser suelto.
Pero, Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos los profetas, que su Cristo había de padecer.
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba con ellos, no podían decir nada en contra.
Ellos entonces los despacharon amenazándolos, no hallando ningún modo de castigarlos, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios de lo que había sido hecho.
Porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, era de más de cuarenta años.
para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho.
Que ningún necesitado había entre ellos; porque todos los que poseían heredades o casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido,
Y pasado espacio como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
Y como oyese Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.
Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto,
Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano; mas ellos no lo habían entendido.
Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como les ordenó Dios, hablando a Moisés que lo hiciese según la forma que había visto.
así que había gran gozo en aquella ciudad.
Y había un hombre llamado Simón, el cual antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había asombrado la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande;
Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había asombrado mucho tiempo.
Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan;
(porque aún no había descendido en ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el Nombre de Jesus.)
Entonces él se levantó, y fue; y he aquí un Etíope, eunuco, gobernador de Candace, reina de los Etíopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido a adorar a Jerusalén,
Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el Nombre de Jesus.
Entonces en Jope había una discípula llamada Tabita, que si lo declaras, quiere decir Dorcas. Esta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía.
Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana,
En el cual había de todos los animales cuadrúpedos de la tierra, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
Y estando Pedro dudando dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.
no a todo el pueblo, sino a testigos que Dios antes había ordenado, es a saber , a nosotros que comimos y bebimos juntamente con él, después que resucitó de los muertos.
el cual nos contó cómo había visto un ángel en su casa, que se paró, y le dijo: Envía a Jope, y haz venir a un Simón que tiene por sobrenombre Pedro;
Y de ellos había unos varones ciprianos y cirenences, los cuales cuando entraron en Antioquía, hablaron a los griegos, anunciando el Evangelio del Señor Jesús.
Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, señaló por el Espíritu, que había de haber una gran hambre en toda la redondez de la tierra; la cual hubo en tiempo de Claudio César.
Y viendo que había agradado a los judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. (Eran entonces los días de los panes sin levadura.)
Y cuando Herodes le había de sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel.
Y él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.
Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro.
Había entonces en la Iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, y Simón el que se llamaba Niger, y Lucio Cireneo, y Manaén, que había sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Entonces el procónsul, viendo lo que había sido hecho, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.
Y un hombre de Listra, impotente de los pies, estaba sentado, cojo desde el vientre de su madre, y jamás había andado.
Entonces la multitud, visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses semejantes a hombres han descendido a nosotros.
Y habiendo llegado, y reunida la Iglesia, relataron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y por los ancianos; y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.
Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los gentiles.
mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.
Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante el magistrado;
Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se gozó de que con toda su casa había creído a Dios.
Y hallando a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer, (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma) se vino a ellos;
Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es a saber, en Cristo Jesús.
(Y había siete hijos de un tal Esceva, judío, príncipe de los sacerdotes, que hacían esto.)
Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban juntos.
Y nosotros subiendo en el navío, navegamos a Asón, para recibir de allí a Pablo; pues así había determinado que debía él ir por tierra.
Porque Pablo se había propuesto pasar adelante de Efeso, por no detenerse en Asia, porque se apresuraba por hacer el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén.
Y como avistamos a Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y vinimos a Tiro, porque el barco había de descargar allí su carga.
a los cuales, cuando los hubo saludado, contó en detalle lo que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio.
(Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, efesio, al cual pensaban que Pablo había metido en el Templo.)
Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos cadenas; y preguntó quién era, y qué había hecho.
Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto.
Yo ciertamente había pensado hacer muchas cosas contrarias contra el nombre de Jesús el Nazareno;
Que el Cristo había de padecer, que había de ser el primero de la resurrección de los muertos, que había de anunciar luz a este pueblo y a los gentiles.
Pero ellos estaban esperando cuándo se había de hinchar, o caer muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, mudados, decían que era un dios.
En aquellos lugares había heredades de un principal de la isla, llamado Publio, el cual nos recibió y hospedó tres días humanamente.
Así que, pasados tres meses, navegamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux.
(que él había antes prometido por sus profetas en las santas Escrituras,)
El cual creyó para esperar contra esperanza, que sería hecho padre de muchos gentiles, conforme a lo que le había sido dicho: Así será tu simiente.
plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido,
Pero, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la rebelión de Adán; el cual es figura del que había de venir.
Y si el ministerio de muerte en la letra grabado en piedras, fue para gloria, tanto que los hijos de Israel no pudiesen poner los ojos en la faz de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en su cara, cuya gloria había de perecer.
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- 14.2 Corintios 12:11-Apocalipsis 19:20