'Nadie' en la Biblia
En ella nadie está cansado ni nadie se tambalea, Ninguno dormita ni duerme. A ninguno se le ha desatado el cinturón de la cintura, Ni se le ha roto la correa de su sandalia.
Su rugido es como de leona, ruge como leoncillos. Gruñe y atrapa la presa, Y se {la} lleva sin que nadie {la} libre.
Y sucederá, que como gacela perseguida O como ovejas que nadie reúne, Cada uno volverá a su propio pueblo, Y cada uno huirá a su propia tierra.
Gime, puerta; clama, ciudad; Derrítete (Desanímate), toda tú, Filistea. Porque del norte viene humo, Y nadie de sus filas se queda atrás.
Y se han retirado la alegría y el regocijo del campo fértil. En las viñas nadie canta de júbilo ni grita de alegría. El pisador no pisa vino en los lagares, {Pues} he hecho cesar el clamor.
Entonces pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; Cuando él abra, nadie cerrará, Cuando él cierre, nadie abrirá.
Derribada está la ciudad del caos, Toda casa está cerrada para que no entre nadie.
Yo, el SEÑOR, soy su guardador; A cada momento la riego. Para que nadie la dañe, La guardo noche y día.
No verás más al pueblo feroz, Pueblo de habla incomprensible, que nadie entiende, De lengua tartamuda, que nadie comprende.
No se apagará ni de noche ni de día, Su humo subirá para siempre. De generación en generación permanecerá desolada, Nunca jamás pasará nadie por ella.
Pero cuando miro, no hay nadie, Y entre ellos no hay consejeros A quienes, si les pregunto, puedan responder.
Tú has visto muchas cosas, pero no {las} observas. Los oídos están abiertos, pero nadie oye.
Pero éste es un pueblo saqueado y despojado, Todos están atrapados en cuevas, O escondidos en prisiones. Se han convertido en presa sin que nadie {los} libre Y en despojo sin que nadie diga: ``Devuélve{los."}
Ahora pues, oye esto, voluptuosa, Tú que moras confiadamente, Que dices en tu corazón: `Yo, y nadie más. No me quedaré viuda, Ni sabré de pérdida de hijos.'
Te sentiste segura en tu maldad y dijiste: `Nadie me ve.' Tu sabiduría y tu conocimiento te han engañado, Y dijiste en tu corazón: `Yo, y nadie más.'
Así han venido a ser para ti aquéllos con quienes has trabajado, Que han negociado contigo desde tu juventud. Cada cual vaga por su camino, No hay nadie que te salve.
¿Por qué cuando vine no había nadie, {Y} cuando llamé no había quien respondiera? ¿Acaso es tan corta Mi mano que no puede rescatar, O no tengo poder para librar? Con Mi reprensión seco el mar, Convierto los ríos en desierto. Sus peces huelen mal por falta de agua, Mueren de sed.
El justo perece, y no hay quien se preocupe; Los hombres piadosos son arrebatados, sin que nadie comprenda. Porque el justo es arrebatado ante el mal,
Vio que no había nadie, Y se asombró de que no hubiera quien intercediera. Entonces Su brazo Le trajo salvación, Y Su justicia Lo sostuvo.
Por cuanto tú estabas abandonada y aborrecida, Sin que nadie pasara {por ti,} Haré de ti gloria eterna, Gozo de generación en generación.
También Yo escogeré sus castigos, Y traeré sobre ellos lo que temen. Porque llamé, pero nadie respondió, Hablé, pero no escucharon. Más bien hicieron lo malo ante Mis ojos, Y escogieron lo que no Me complacía."