'Oyendo' en la Biblia
Y oyendo esto el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalem con él.
Y oyendo que Archelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, temió ir allá: mas amonestado por revelación en sueños, se fué á las partes de Galilea.
Mas oyendo Jesús que Juan era preso, se volvió á Galilea;
Y oyendo Jesús, se maravilló, y dijo á los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tanta.
Y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos,
Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino.
Y oyéndo lo Jesús, se apartó de allí en un barco á un lugar descierto, apartado: y cuando las gentes lo oyeron, le siguieron á pie de las ciudades.
Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los Fariseos oyendo esta palabra se ofendieron?
Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera.
Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.
Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?
Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.
Y el rey, oyendo esto, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó á aquellos homicidas, y puso fuego á su ciudad.
Y oyendo esto, se maravillaron, y dejándole se fueron.
Y oyendo esto las gentes, estaban atónitas de su doctrina.
Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca á los Saduceos, se juntaron á una.
Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á él.
Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
Y oyéndo lo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: él ha resucitado de los muertos.
Y oyéndo lo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.
Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.
Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas;
Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto, dijo á las gentes que le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos.
Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios.
Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.
Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir?
Entonces algunos de la multitud, oyendo este dicho, decían: Verdaderamente éste es el profeta.
Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno á uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Entonces Pilato, oyendo este dicho, llevó fuera á Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar que se dice Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha.
Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y espiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.
Ellos, oyendo esto, regañaban, y consultaban matarlos.
Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones, y crujían los dientes contra él.
Y las gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
Y los hombres que iban con Saul, se pararon atónitos, oyendo á la verdad la voz, mas no viendo á nadie.
Y como Lydda estaba cerca de Joppe, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándole: No te detengas en venir hasta nosotros.
Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta á lo que Pablo decía.
Y alborotaron al pueblo y á los gobernadores de la ciudad, oyendo estas cosas.
Y Crispo, él prepósito de la sinagoga, creyó al Señor con toda su casa: y muchos de los Corintios oyendo creían, y eran bautizados.
Entonces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas, fué, y entró en la fortaleza, y dió aviso á Pablo.
De donde, oyendo de nosotros los hermanos, nos salieron á recibir hasta la plaza de Appio, y Las Tres Tabernas: á los cuales como Pablo vió, dió gracias á Dios, y tomó aliento.
En el cual esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salud: en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
Oyendo tu caridad, y la fe que tienes en el Señor Jesús, y para con todos los santos;
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