'Pecado' en la Biblia
Pues todos los que han pecado sin la ley, sin la ley también perecerán; y todos los que han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados;
¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores {que ellos}? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado;
porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El; pues por medio de la ley {viene} el conocimiento del pecado.
BIENAVENTURADO EL HOMBRE CUYO PECADO EL SEÑOR NO TOMARA EN CUENTA.
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron;
pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley.
Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia,
para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.
¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?
¿De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con {El}, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado;
porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado.
Porque en cuanto El murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios.
Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que {no} obedezcáis sus lujurias;
ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado {como} instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios {como} instrumentos de justicia.
Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno {como} esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
Pero gracias a Dios, que {aunque} erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de enseñanza a la que fuisteis entregados;
y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia.
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres en cuanto a la justicia.
Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no {hubiera sido} por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: NO CODICIARAS.
Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque aparte de la ley el pecado {está} muerto.
Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí;
porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató.
¿Entonces lo que es bueno vino a ser {causa de} muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso.
Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado.
Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí.
Y si lo que no quiero {hacer,} eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí.
pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros.
Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios {lo hizo}: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y {como ofrenda} por el pecado, condenó al pecado en la carne,
Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia.
Pero el que duda, si come se condena, porque no {lo hace} por fe; y todo lo que no procede de fe, es pecado.
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