'Quién' en la Biblia
Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero, ¿quién podrá detener las palabras?
Recapacita ahora, ¿quién siendo inocente pereció? Y ¿en dónde los rectos fueron cortados?
De la mañana a la tarde son destruidos, y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.
Ahora, pues, da voces, si habrá quien te responda; ¿Y a cuál de los santos te volverás?
Sus hijos están lejos de la seguridad, en la puerta son quebrantados, y no hay quien los libre.
He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
Porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará: Él hiere, y sus manos curan.
¡Quién me diera que viniese mi petición, y que me otorgase Dios lo que anhelo;
Él es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra Él, y le fue bien?
Él remueve las montañas con su furor, y ellas no saben quién las trastornó.
He aquí, arrebatará; ¿quién se lo impedirá? ¿Quién le dirá: Qué haces?
Si yo hablare de poder, he aquí Él es poderoso; si de juicio, ¿quién me emplazará?
La tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está?
Tú sabes que no soy impío, y que no hay quien libre de tu mano.
¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
Mas ¡oh quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contra ti,
Te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos implorarán tu favor.
También tengo yo entendimiento como vosotros; no soy yo menos que vosotros: ¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y Él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido.
He aquí, Él derriba, y no será reedificado; Encierra al hombre, y no habrá quien le abra.
¿Sería bueno que Él os escudriñase? ¿Os burlaréis de Él como quien se burla de algún hombre?
¿Quién es el que contenderá conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría.
¿Quién podrá sacar algo limpio de lo inmundo? Nadie.
¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
Determina ahora, dame fianza para contigo: ¿Quién es aquél que querría ser mi fiador?
¿Dónde está ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá?
No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas.
¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro!
¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a Él?
¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?
Pero si Él determina una cosa, ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, eso hace.
Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?
¿Tienen sus ejércitos número? ¿Sobre quién no está su luz?
¿A quién has anunciado palabras, y de quién es el espíritu que de ti viene?
He aquí, estas cosas son sólo parte de sus caminos: ¡Mas cuán poco hemos oído de Él! Pero el estruendo de su poder, ¿quién lo puede comprender?
¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba,
¡Quién me diera alguien que me oyese! He aquí mi deseo es que el Omnipotente me respondiese, y que mi adversario hubiese escrito un libro.
Os he prestado atención, y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job, y responda a sus razones.
¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿O quién puso en orden todo el mundo?
Si Él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Has hecho iniquidad?
¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, o el sonido estrepitoso de su tabernáculo?
¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba como saliendo del vientre;
¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos,
¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio a la mente la inteligencia?
¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,
¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, bullendo de un lado a otro por falta de comida?
¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?
¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo se lo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se acercará a él con freno doble?
¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan.
¿Quién es el que oscurece el consejo sin conocimiento? Por tanto yo hablaba lo que no entendía; cosas muy maravillosas para mí, que yo no sabía.