'Sino' en la Biblia
Porque no el que se alaba a sí mismo es aprobado; sino aquel a quien Dios alaba.
Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino como en locura, con esta confianza de gloria.
De éste tal me gloriaré, mas de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis flaquezas.
Porque ¿qué hay en que habéis sido menos que las otras Iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? Perdonadme esta injuria.
He aquí estoy aparejado para ir a vosotros la tercera vez, y no os seré gravoso; porque no busco vuestras cosas, sino a vosotros; porque no han de atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.
Pero sea así, yo no os he agravado; sino que, como soy astuto, os he tomado por engaño.
Pero oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros seamos hallados aprobados, sino para que vosotros hagáis lo que es bueno, aunque nosotros seamos tenidos por reprobados.
Porque ninguna cosa podemos contra la verdad, sino por la verdad.
Pablo, apóstol, no de los hombres ni por hombre, sino por Jesús, el Cristo, y Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos,
porque no hay otro, sino que hay algunos que os inquietan, y quieren pervertir el Evangelio del Cristo.
ni yo lo recibí, ni aprendí de hombre, sino por revelación de Jesús, el Cristo.
ni fui a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que me fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.
Mas a ningún otro de los apóstoles vi, sino a Jacobo, el hermano del Señor.
sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesús, el Cristo, nosotros también hemos creído en Jesús, el Cristo, para que fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada.
Con Cristo estoy juntamente colgado en el madero, y vivo, no ya yo, sino vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.
La ley tampoco es de la fe; sino: El hombre que los hiciere los mandamientos , vivirá por ellos.
A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es el Cristo.
Así que ya no eres más siervo, sino hijo, y si hijo, también heredero de Dios por Cristo.
De manera, hermanos, que no somos hijos de la sierva, sino de la libre.
Porque en el Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por la caridad.
Porque vosotros, hermanos, a libertad habéis sido llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión a la carne, sino servíos por la caridad los unos a los otros.
Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne.
Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en el madero del Señor nuestro Jesús, el Cristo, por quien el mundo me es muerto a mí, y yo al mundo.
Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.
sobre todo principado y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino aun en el venidero:
Así que ya no sois extranjeros y advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los santos, y domésticos de Dios;
(Y que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero en las partes más bajas de la tierra?
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia a los oyentes.
ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias.
Y no tengáis comunión con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien impugnadlas.
Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como locos, sino como sabios;
Por tanto, no seáis imprudentes, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
para presentársela gloriosa para sí mismo , una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
no sirviendo para ser visto, como los que agradan solamente a los hombres; sino como siervos del Cristo, haciendo de ánimo la voluntad de Dios;
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del siglo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los cielos.
porque a vosotros es concedido acerca de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, obrad vuestra salud con temor y temblor;
Pues en verdad estuvo enfermo a la muerte, pero Dios tuvo misericordia de él; y no solamente de él, sino aun de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza.
y por ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en todo con oración y ruego y acción de gracias.
Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio del Evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna Iglesia me comunicó en razón de dar y recibir, sino vosotros solos.
Siervos, obedeced en todo a vuestros amos carnales, no sirviendo al ojo, como los que agradan solamente a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo a Dios;
sino por haber sido aprobados de Dios para que se nos encargase el Evangelio, así hablamos; no como los que agradan a los hombres, sino a Dios, el cual prueba nuestros corazones.
Tan amadores de vosotros, que quisiéramos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino aun nuestras propias almas; porque nos sois carísimos.
Por lo cual, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, de que habiendo recibido de nosotros la palabra para oír de Dios, la recibisteis no como palabra de hombres, sino (como a la verdad lo es) como palabra de Dios, la cual obra en vosotros los que creisteis.
Porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.
Así que, el que nos menosprecia, no menosprecia a hombre, sino a Dios, el cual también nos dio su Espíritu Santo.
Porque no nos ha ordenado Dios para ira, sino para alcanzar salud por el Señor nuestro Jesús el Cristo,
ni comimos el pan de balde de ninguno; sino obrando con trabajo y fatiga de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;
no porque no tuviésemos potestad, sino por daros en nosotros un ejemplo, para que nos imitaseis.
Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear.
Y no lo tengáis como a enemigo, sino amonestadle como a hermano.
conociendo esto, que la ley no es puesta para el justo, sino para los injustos y para los desobedientes; para los impíos y pecadores, para los malos y contaminados; para los matadores de padres y madres, para los homicidas,
sino de buenas obras, como conviene a mujeres que profesan piedad.
Porque no permito a una mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el varón, sino estar reposada.
y Adán no fue engañado, sino la mujer fue engañada en la rebelión;
no dado al vino, no heridor, no codicioso de ganancias deshonestas, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia;
Al anciano no riñas, sino exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos;
Tampoco admitas las ociosas, enseñadas a andar de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también parleras y curiosas, hablando lo que no conviene.
Contra un anciano no recibas acusación, sino con dos o tres testigos.
No bebas de aquí adelante agua, sino usa de un poco de vino por causa del estómago, y de tus continuas enfermedades.
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas inciertas, sino en el Dios viviente, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos;
Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.
que nos ha librado, y nos llamó a la santa vocación; no por nuestras obras, sino según el intento suyo y por la gracia, la cual nos es dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos;
Mas en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y asimismo unos para honra, y otros para deshonra.
Que el siervo del Señor no debe ser litigioso, sino manso para con todos, apto para enseñar, sufrido;
Desde ahora, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que desean su venida.
sino hospedador, amador de los buenos, templado, justo, santo, continente;
Que a nadie infamen, que no sean pendencieros, sino modestos, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;
mas nada quise hacer sin tu consejo, porque tu beneficio no fuese como de necesidad, sino voluntario.
Que no tomó a los ángeles, sino a la simiente de Abraham.
¿Y a cuáles juró que no entrarían en su Reposo, sino a aquellos que no obedecieron?
Ni nadie toma para sí la honra, sino el que es llamado de Dios, como Aarón.
Así también el Cristo no se glorificó a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy:
que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
el cual no es hecho conforme a la ley del mandamiento carnal, sino por virtud de vida indisoluble;
porque nada perfeccionó la ley, sino la introducción de una mejor esperanza (por la cual nos acercamos a Dios.)
sino en viandas y en bebidas, y en diversos lavamientos, y ordenanzas de la carne impuestas hasta el tiempo de la corrección.
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre entró una sola vez en el Santuario diseñado para eterna redención.
Por lo cual no entró Jesús en el santuario hecho de mano, (que es figura del verdadero,) sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios.
sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
Pero nosotros no somos tales que nos retiremos para perdición, sino fieles para ganancia del alma.
En fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas; sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y abrazándolas; y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra.
Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia a los que en él son ejercitados.
La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aún una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Mas el que hubiere mirado atentamente en la Ley de perfecta libertad, y hubiere perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.
Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
Porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, animal, diabólica.
Hermanos, no murmuréis los unos de los otros; el que murmura del hermano, y juzga a su hermano, este tal murmura de la Ley, y juzga a la Ley; y si tú juzgas a la Ley, no eres guardador de la Ley, sino juez.
A los cuales fue revelado, que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas que ahora os son anunciadas de los que os han predicado el Evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; en las cuales desean mirar los ángeles.
sino con la sangre preciosa del Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación,
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra del Dios, viviente y que permanece para siempre.
como estando en libertad, y no como teniendo la libertad por cobertura de malicia, sino como siervos de Dios.
Vosotros siervos, sed sujetos con todo temor a vuestros amos; no solamente a los buenos y humanos, sino también a los injustos.
quien cuando le maldecían no retornaba maldición, y cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente;
sino el adorno interior del corazón sea sin corrupción, y de espíritu agradable, y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios.
no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo, sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en herencia.
sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre aparejados para responder a cada uno que os demande razón de la esperanza que está en vosotros; y esto con mansedumbre y reverencia,