Al pasar {Jesús,} vio a un hombre ciego de nacimiento.

El respondió: El hombre que se llama Jesús hizo barro, {lo} untó {sobre} mis ojos y me dijo: ``Ve al Siloé y lávate." Así que fui, me lavé y recibí la vista.

Nosotros debemos hacer las obras del que me envió mientras es de día; la noche viene cuando nadie puede trabajar.

Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y hallándolo, {le} dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre?

Y le dijeron: ¿Dónde está El? El dijo*: No sé.

Llevaron* ante los fariseos al que antes había sido ciego.

Y era día de reposo el día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos.

Entonces dijeron* otra vez al ciego: ¿Qué dices tú de El, ya que te abrió los ojos? Y él dijo: Es un profeta.

Entonces los fariseos volvieron también a preguntarle cómo había recibido la vista. Y él les dijo: Me puso barro sobre los ojos, y me lavé y veo.

Por eso algunos de los fariseos decían: Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el día de reposo. Pero otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales? Y había división entre ellos.

Sus padres entonces les respondieron, y dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego;

y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?

Entonces los judíos no le creyeron que había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,

pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; o quién le abrió los ojos, nosotros no lo sabemos. Preguntadle a él; edad tiene, él hablará por sí mismo.

Entonces él les contestó: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé: que yo era ciego y ahora veo.

Sus padres dijeron esto porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya se habían puesto de acuerdo en que si alguno confesaba que Jesús era el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga.

Por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es un pecador.

Habiendo dicho esto, escupió en tierra, e hizo barro con la saliva y le untó el barro en los ojos,

y le dijo: Ve {y} lávate en el estanque de Siloé (que quiere decir, Enviado). El fue, pues, y se lavó y regresó viendo.

Entonces los vecinos y los que antes le habían visto que era mendigo, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?

Le dijeron entonces: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

Entonces lo insultaron, y le dijeron: Tú eres discípulo de ese {hombre;} pero nosotros somos discípulos de Moisés.

Unos decían: El es; {y} otros decían: No, pero se parece a él. El decía: Yo soy.

Por eso sus padres dijeron: Edad tiene; preguntadle a él.

El les contestó: Ya os lo dije y no escuchasteis; ¿por qué queréis oír{lo} otra vez? ¿Es que también vosotros queréis haceros discípulos suyos?

Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés, pero en cuanto a éste, no sabemos de dónde es.

Respondió el hombre y les dijo: Pues en esto hay algo asombroso, que vosotros no sepáis de dónde es, y {sin embargo,} a mí me abrió los ojos.

Entonces le decían: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?

Jesús respondió: Ni éste pecó, ni sus padres; sino {que está ciego} para que las obras de Dios se manifiesten en él.

Y Jesús dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos.

Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo.

Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien teme a Dios y hace su voluntad, a éste oye.

Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?

Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, {porque} decís: ``Vemos", vuestro pecado permanece.

El entonces dijo: Creo, Señor. Y le adoró.

Respondieron ellos y le dijeron: Tú naciste enteramente en pecados, ¿y tú nos enseñas a nosotros? Y lo echaron fuera.

{Algunos} de los fariseos que estaban con El oyeron esto y le dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos?

Desde el principio jamás se ha oído {decir} que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento.

Jesús le dijo: Pues tú le has visto, y el que está hablando contigo, ése es.

El respondió y dijo: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en El?

Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.