27 Versículo de la Biblia sobre no preocuparse

Mas ¿quién de vosotros podrá, congojándose, añadir á su estatura un codo?

Por tanto os digo: No os congojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, ó que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?

No os congojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, ó qué beberemos, ó con qué nos cubriremos?

¿Y quién de vosotros podrá con afán añadir á su estatura un codo?

Así que, no os congojéis por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga: basta al día su afán.

Mas cuando os entregaren, no os apuréis por cómo ó qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de hablar.

Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, ó qué hayáis de beber: ni estéis en ansiosa perplejidad.

Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades, no estéis solícitos cómo ó qué hayáis de responder, ó qué hayáis de decir;

Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder:

Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo demás?

Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias.

Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis.

Echando toda vuestra solicitud en él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más á vosotros, hombres de poca fe?

Y por el vestido ¿por qué os congojáis? Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;

La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido.

El cuidado congojoso en el corazón del hombre, lo abate; Mas la buena palabra lo alegra.

No tendrás temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los impíos cuando viniere:

Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.

Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis: mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.

Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será necesario decir.

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?.

Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

Sin otras cosas además, lo que sobre mí se agolpa cada día, la solicitud de todas las iglesias.

Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer.

Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas que son del Señor, cómo ha de agradar al Señor: