'Dijo' en la Biblia
Y aconteció que estando él orando en un lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos; sea tu Nombre santificado. Venga tu Reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Les dijo también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, e irá a él a medianoche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes,
Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí mismo, no permanecerá.
Y aconteció que diciendo él estas cosas, una mujer de la multitud, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste.
Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato; mas lo que está dentro de vosotros está lleno de rapiña y de maldad.
Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo*: Maestro, cuando dices esto, también a nosotros nos insultas.
Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! Que cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas.
Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos a unos matarán y a otros perseguirán;
Y le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.
Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre vosotros?
Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes;
Y le dijo Dios: Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será?
Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis.
Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?
Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que a tiempo les dé su ración?
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos?
Y dijo esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.
Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?
El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y la abone.
Cuando Jesús la vio, la llamó, y le dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad.
Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera curado en sábado, dijo a la congregación: Seis días hay en que conviene obrar; en éstos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado.
Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey o su asno del pesebre, y lo lleva a beber?
Y dijo: ¿A qué es semejante el Reino de Dios, y a qué le compararé?
Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el Reino de Dios?
Y le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy perfeccionado.
Dirigiéndose Jesús a los intérpretes de la Ley (expertos en la Ley de Moisés) y a los Fariseos, {les} dijo: `` ¿Es lícito sanar en el día de reposo, o no?"
Y respondiendo a ellos dijo: ¿El asno o el buey de cuál de vosotros caerá en algún pozo, y no lo sacará luego en día de sábado?
Y dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; para que ellos te vuelvan a convidar, y te sea hecha compensación.
Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el Reino de los cielos.
El entonces le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y llamó a muchos.
Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado.
Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me des por excusado.
Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve presto por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.
Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aún hay lugar.
Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.
Y muchas personas iban con él; y volviéndose les dijo:
Y dijo: Un hombre tenía dos hijos;
y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece; y les repartió su sustento.
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y delante de ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Mas el padre dijo a sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies.
Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha matado el becerro grueso, por haberle recibido salvo.
Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para hacer banquete con mis amigos;
El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes.
Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.
Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? Que mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, tengo vergüenza.
Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor?
Y él dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu obligación, y siéntate presto, y escribe cincuenta.
Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. Y él le dijo: Toma tu obligación, y escribe ochenta.
Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.
Y le dijo Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Y dijo: Te ruego pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre;
Pero Abraham dijo*: ``Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan."
El entonces dijo: No, padre Abraham; mas si alguno fuere a ellos de los muertos, se enmendarán.
Mas él le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos.
Y {Jesús} dijo a sus discípulos: Es inevitable que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vienen!
Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diréis a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.
Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios.
Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están?
Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Y preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el Reino de Dios, les respondió y dijo: El Reino de Dios no vendrá con observación;
Y dijo a sus discípulos: Días vendrán, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
Y respondiendo, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán también las águilas.
Y les dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
Pero él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.
Y dijo también a unos que confiaban en sí como justos, y menospreciaban a los otros, esta parábola:
Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no lo impidáis; porque de los tales es el Reino de Dios.
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino sólo Dios.
Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.
Y Jesús, oído esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios.
Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.
Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el Reino de Dios,
Y Jesús, tomando aparte a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre.
diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea.
Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha hecho salvo.
Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
Y el Señor le dijo: Porque hoy ha sido hecha salud a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el Reino de Dios.
Dijo pues: Un hombre noble se fue a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver.
Mas llamados diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
Y él le dijo: ``Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades."
Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que quito lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una palabra; respondedme:
Entonces Jesús les dijo: Ni yo os digo con qué potestad hago estas cosas.
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