'Cuales' en la Biblia
Así ha dicho el Señor Jehová: ¿No eres tú aquél de quien hablé yo en tiempos pasados por mis siervos los profetas de Israel, los cuales profetizaron en aquellos tiempos que yo te había de traer sobre ellos?
Y tomarán hombres de jornal, los cuales vayan por el país con los que viajaren, para enterrar á los que quedaron sobre la haz de la tierra, á fin de limpiarla: al cabo de siete meses harán el reconocimiento.
Cuatro mesas de la una parte, y cuatro mesas de la otra parte al lado de la puerta; ocho mesas, sobre las cuales degollarán.
Y fuera de la puerta interior, en el atrio de adentro que estaba al lado de la puerta del norte, estaban las cámaras de los cantores, las cuales miraban hacia el mediodía: una estaba al lado de la puerta del oriente que miraba hacia el norte.
Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que tienen la guarda del altar: estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví al Señor, para ministrarle.
Y díjome: Las cámaras del norte y las del mediodía, que están delante de la lonja, son cámaras santas, en las cuales los sacerdotes que se acercan á Jehová comerán las santas ofrendas: allí pondrán las ofrendas santas, y el presente, y la expiación, y el
Metióme después por la entrada que estaba hacia la puerta, á las cámaras santas de los sacerdotes, las cuales miraban al norte, y había allí un lugar á los lados del occidente.
A los cuales el príncipe de los eunucos puso nombres: y puso á Daniel, Beltsasar; y á Ananías, Sadrach; y á Misael, Mesach; y á Azarías, Abed-nego.
Pasados pues los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el príncipe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor.
Hay unos varones Judíos, los cuales pusiste tú sobre los negocios de la provincia de Babilonia; Sadrach, Mesach, y Abed-nego: estos varones, oh rey, no han hecho cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que tú levantaste.
Y sobre ellos tres presidentes, de los cuales Daniel era el uno, á quienes estos gobernadores diesen cuenta, porque el rey no recibiese daño.
Estas grandes bestias, las cuales son cuatro, cuatro reyes son, que se levantarán en la tierra.
Y no obedecimos á la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales puso él delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas.
Y visitaré sobre ella los tiempos de los Baales, á los cuales incensaba, y adornábase de sus zarcillos y de sus joyeles, é íbase tras sus amantes olvidada de mí, dice Jehová.
Y DIJOME otra vez Jehová: Ve, ama una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel; los cuales miran á dioses ajenos, y aman frascos de vino.
Y ahora añadieron á su pecado, y de su plata se han hecho según su entendimiento, estatuas de fundición, ídolos, toda obra de artífices; acerca de los cuales dicen á los hombres que sacrifican, que besen los becerros.
¿Dónde está tu rey, para que te guarde con todas tus ciudades? ¿y tus jueces, de los cuales dijiste: Dame rey y príncipes?
Y será que cualquiera que invocare el nombre de Jehová, será salvo: porque en el monte de Sión y en Jerusalem habrá salvación, como Jehová ha dicho, y en los que quedaren, á los cuales Jehová habrá llamado.
Juntaré todas las gentes, y harélas descender al valle de Josaphat, y allí entraré en juicio con ellos á causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, á los cuales esparcieron entre las naciones, y partieron mi tierra:
LAS palabras de Amós, que fué entre los pastores de Tecoa, las cuales vió acerca de Israel en días de Uzzía rey de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joas rey de Israel, dos años antes del terremoto.
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no desviaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas; é hiciéronlos errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres.
AY de los reposados en Sión, y de los confiados en el monte de Samaria, nombrados principales entre las mismas naciones, las cuales vendrán sobre ellos, oh casa de Israel!
He aquí vienen días, dice el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre á la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir palabra de Jehová.
Para que aquellos sobre los cuales es llamado mi nombre, posean el resto de Idumea, y á todas las naciones, dice Jehová que hace esto.
Todo esto por la rebelión de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿no es Samaria? ¿Y cuáles son los excelsos de Judá? ¿no es Jerusalem?
Y será el residuo de Jacob en medio de muchos pueblos, como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan varón, ni aguardan á hijos de hombres.
Y será en aquel tiempo, que yo escudriñaré á Jerusalem con candiles, y haré visitación sobre los hombres que están sentados sobre sus heces, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni mal.
Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, los cuales esperarán en el nombre de Jehová.
No seáis como vuestros padres, á los cuales dieron voces los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos, y de vuestras malas obras: y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.
Y respondió el ángel de Jehová, y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalem, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años?
Toma de los del cautiverio, de Heldai, y de Tobías, y de Jedaía, los cuales volvieron de Babilonia; y vendrás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sefanías;
A las cuales mataban sus compradores, y no se tenían por culpables; y el que las vendía, decía: Bendito sea Jehová, que he enriquecido; ni sus pastores tenían piedad de ellas.
Mi pacto fué con él de vida y de paz, las cuales cosas yo le dí por el temor; porque me temió, y delante de mi nombre estuvo humillado.
Y hollaréis á los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día que yo hago, ha dicho Jehová de los ejércitos.
á estos doce envió Jesús, á los cuales dió mandamiento, diciendo: Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis;
Entonces comenzó á reconvenir á las ciudades en las cuales habían sido hechas muy muchas de sus maravillas, porque no se habían arrepentido, diciendo:
Dícele: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No mataras: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio:
Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido de Galilea á Jesús, sirviéndole:
Entre las cuales estaban María Magdalena, y María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino á los sacerdotes, y aun dió á los que con él estaban?
Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron.
Los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es á saber, no lavadas, los condenaban.
Y también estaban algunas mujeres mirando de lejos; entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;
Las cuales, estando aún él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con él habían subido á Jerusalem.
Para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.
Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho, por cuanto no creíste á mis palabras, las cuales se cumplirán á su tiempo.
Por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos días: los cuales pasados, tuvo hambre.
Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los Fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalem: y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos.
E hizo Leví gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros, los cuales estaban á la mesa con ellos.
Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, y dió también á los que estaban con él, los cuales no era lícito comer, sino á solos los sacerdotes?
Y como fué de día, llamó á sus discípulos, y escogió doce de ellos, á los cuales también llamó apóstoles:
Y sus padres estaban atónitos; á los cuales él mandó, que á nadie dijesen lo que había sido hecho.
Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;
Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una ciudad de los Samaritanos, para prevenirle.
Y DESPUÉS de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde él había de venir.
Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem á Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá.
O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalem?
Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él.
Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos,
Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á sí á aquellos siervos á los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no tienes respeto á persona; antes enseñas el camino de Dios con verdad.
Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron,
Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero.
Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro:
Y no hallando su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive.
Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios.
Si dijo, dioses, á aquellos á los cuales fué hecha palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada);
Si no hubiese hecho entre ellos obras cuales ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; mas ahora, y las han visto, y me aborrecen á mí y á mi Padre.
A los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoles por cuarenta días, y hablándo les del reino de Dios.
Los cuales también les dijeron: Varones Galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Y aun de las ciudades vecinas concurría multitud á Jerusalem, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; los cuales todos eran curados.
Buscad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra.
A estos presentaron delante de los apóstoles, los cuales orando les pusieron las manos encima.
Los cuales fueron trasladados á Sichêm, y puestos en el sepulcro que compró Abraham á precio de dinero de los hijos de Hemor de Sichêm.
Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo;
Y viéronle todos los que habitaban en Lydda y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor.
A los cuales, después de habérselo contado todo, los envió á Joppe.
El cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tu, y toda tu casa.
Y de ellos había unos varones Ciprios y Cirenences, los cuales como entraron en Antioquía, hablaron á los Griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús.
Y él fué visto por muchos días de los que habían subido juntamente con él de Galilea á Jerusalem, los cuales son sus testigos al pueblo.
Y despedida la congregación, muchos de los Judíos y de los religiosos prosélitos siguieron á Pablo y á Bernabé; los cuales hablándoles, les persuadían que permaneciesen en la gracia de Dios.
Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los Gentiles, sobre los cuales es llamado mi nombre, Dice el Señor, que hace todas estas cosas.
Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, á los cuales no mandamos;
Así que, enviamos á Judas y á Silas, los cuales también por palabra os harán saber lo mismo.
Que os abstengáis de cosas sacrificadas á ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
Y después de algunos días, Pablo dijo á Bernabé: Volvamos á visitar á los hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, cómo están.
Esta, siguiendo á Pablo y á nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.
Y predican ritos, los cuales no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos Romanos.
A los cuales Jasón ha recibido; y todos estos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.
Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron á Pablo y á Silas á Berea; los cuales habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los Judíos.
Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales también fué Dionisio el del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
Los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió.
A los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia;
Y nos quedamos allí siete días, hallados los discípulos, los cuales decían á Pablo por Espíritu, que no subiese á Jerusalem.
A los cuales, como los hubo saludado, contó por menudo lo que Dios había hecho entre los Gentiles por su ministerio.
Como también el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también tomando letras á los hermanos, iba á Damasco para traer presos á Jerusalem aun á los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Los cuales se fueron á los príncipes de los sacerdotes y á los ancianos, y dijeron: Nosotros hemos hecho voto debajo de maldición, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos muerto á Pablo.
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