'Dijo' en la Biblia
- 1.Gé 1:3-Gé 21:12
- 2.Gé 21:17-Gé 31:43
- 3.Gé 31:46-Gé 45:28
- 4.Gé 46:2-Éx 15:9
- 5.Éx 15:24-Números 15:35
- 6.Números 16:8-Deuteronomio 33:23
- 7.Deuteronomio 33:24-Jueces 11:37
- 8.Jueces 11:38-1 Samuel 8:7
- 9.1 Samuel 8:10-1 Samuel 20:27
- 10.1 Samuel 20:29-2 Samuel 6:9
- 11.2 Samuel 6:20-2 Samuel 19:30
- 12.2 Samuel 19:33-1 Reyes 14:7
- 13.1 Reyes 17:1-2 Reyes 3:10
- 14.2 Reyes 3:11-2 Reyes 10:14
- 15.2 Reyes 10:15-2 Crónicas 18:8
- 16.2 Crónicas 18:13-Job 8:1
- 17.Job 9:1-Jeremías 28:6
- 18.Jeremías 28:15-Daniel 5:17
- 19.Daniel 6:12-Mateo 12:3
- 20.Mateo 12:11-Mateo 22:21
- 21.Mateo 22:24-Marcos 7:6
- 22.Marcos 7:10-Lucas 2:48
- 23.Lucas 2:49-Lucas 13:12
- 24.Lucas 13:14-Lucas 22:51
- 25.Lucas 22:52-Juan 7:21
- 26.Juan 7:28-Juan 19:15
- 27.Juan 19:21-Hechos 19:2
- 28.Hechos 19:3-Apocalipsis 22:10
Pero el príncipe de la sinagoga respondió indignado porque Jesús había sanado en sábado, y dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de sábado.
Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y a qué lo compararé?
Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios?
Y le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que serán salvos? Y Él les dijo:
Y Él les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago sanidades hoy y mañana, y al tercer día seré consumado.
Y dijo también al que le había convidado: Cuando haces comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que también ellos te vuelvan a convidar, y te sea hecha recompensa.
Y oyendo esto uno de los que estaban sentados con Él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios.
Él entonces le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.
Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.
Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.
Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y mete acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.
Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.
Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.
Y grandes multitudes iban con Él; y volviéndose, les dijo:
y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me pertenece. Y él les repartió sus bienes.
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Pero el padre dijo a sus siervos: Traed la mejor vestidura, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies;
Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha matado el becerro grueso, por haberle recibido sano y salvo.
Pero él, respondiendo, dijo a su padre: He aquí, tantos años te he servido, no habiendo desobedecido jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos.
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.
Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él de que había disipado sus bienes.
Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.
Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor?
Y él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, y siéntate pronto, y escribe cincuenta.
Después dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Y él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta.
Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen en alta estima, delante de Dios es abominación.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.
Y Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado, y tú atormentado.
Entonces él dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
Él entonces dijo: No, padre Abraham; mas si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos.
Entonces dijo a los discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen!
Y el Señor dijo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
Y cuando Él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que yendo ellos, fueron limpiados.
Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? ¿Y los nueve dónde están?
Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha sanado.
Y preguntándole los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, respondió y les dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia;
Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.
Y les dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,
Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros:
Pero Jesús, llamándolos, dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo uno, Dios.
Y él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Y cuando Jesús oyó esto, le dijo: Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Y Él les dijo: Lo que es imposible con los hombres, es posible con Dios.
Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
Y Él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o esposa, o hijos, por el reino de Dios,
Y tomando a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre.
diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista.
Y Jesús le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha salvado.
Y cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
Y oyendo ellos estas cosas, Él prosiguió y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque ellos pensaban que pronto se manifestaría el reino de Dios.
Dijo, pues: Un hombre noble partió a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver.
Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
Y él le dijo: Bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
E igualmente dijo a éste: Tú también sé sobre cinco ciudades.
Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene diez minas.
Y Él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una cosa; respondedme:
Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas.
Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá le respetarán cuando le vean.
Y Él mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores, ésta vino a ser cabeza del ángulo?
Pero Él, entendiendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y a Dios lo que es de Dios.
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este mundo se casan, y se dan en casamiento;
Y Él les dijo: ¿Cómo dicen que Cristo es hijo de David?
Pues David mismo dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra;
Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:
Y dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre echó más que todos.
Y a unos que hablaban del templo, de que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo:
Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y: El tiempo está cerca. No vayáis, pues, en pos de ellos.
Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino;
Y les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles:
Y Él les dijo: He aquí, cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare,
Y les dijo: ¡Con cuánto anhelo he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
Y tomando la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;
Y Él les dijo: Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que sobre ellos tienen autoridad son llamados bienhechores;
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
Y él le dijo: Señor, presto estoy a ir contigo a la cárcel, y aun a la muerte.
Y Él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces.
Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.
Entonces les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.
Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y Él les dijo: Basta.
Y cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad que no entréis en tentación.
Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó.
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- 17.Job 9:1-Jeremías 28:6
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