'Mandó' en la Biblia
Herodes entonces, al verse burlado de los sabios, se llenó de ira, y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los sabios.
Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para testimonio a ellos.
Y viendo Jesús a una gran multitud alrededor de sí, mandó que pasasen al otro lado.
A estos doce envió Jesús, y les mandó, diciendo: No vayáis por camino de los gentiles, y no entréis en ciudad de samaritanos,
Entonces el rey se entristeció, mas por causa del juramento, y de los que estaban sentados con él a la mesa, mandó que se la diesen,
Entonces mandó a la multitud recostarse sobre la hierba, y tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo; y partió y dio los panes a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.
Porque Dios mandó, diciendo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldijere a su padre o a su madre, muera de muerte.
Y mandó a la multitud que se recostase en tierra.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que Él era Jesús el Cristo.
Y cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
Mas a éste, no teniendo con qué pagar, su señor mandó venderle, y a su esposa e hijos, con todo lo que tenía, y que se le pagase.
Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?
Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;
Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
Éste fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que el cuerpo le fuese entregado.
y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.
Y Él les encargó mucho que nadie lo supiese, y mandó que se le diese de comer.
Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;
Y en seguida el rey envió a un verdugo, y mandó que fuese traída su cabeza; y el verdugo fue y le decapitó en la cárcel,
Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
Entonces mandó a la multitud que se sentase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.
Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.
Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
Y Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
Porque el Hijo del Hombre es como el hombre que partió lejos, el cual dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
Y Él le mandó que no lo dijese a nadie; Pero ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para testimonio a ellos.
Entonces su espíritu volvió, y se levantó en seguida; y Él mandó que le diesen de comer.
Y sus padres estaban atónitos; pero Él les mandó que a nadie dijesen lo que había sido hecho.
Mas Él, amonestándoles, les mandó que a nadie dijesen esto,
Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a sí; y cuando él llegó, le preguntó,
Y aconteció que cuando él regresó, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales: ¿Tú, pues, qué dices?
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Y estando reunido con ellos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, honorable ante todo el pueblo, mandó que hiciesen sacar por un momento a los apóstoles,
Y mandó detener el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y le bautizó.
Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que Él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
Y les mandó que fueran bautizados en el nombre del Señor. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
Y esto lo hizo por muchos días; pero desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora.
Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos cadenas; y preguntó quién era, y qué había hecho.
Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza.
el tribuno mandó que le llevasen a la fortaleza, y ordenó que fuese interrogado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.
Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la que era acusado de los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los príncipes de los sacerdotes y a todo su concilio; y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos.
Y el sumo sacerdote Ananías, mandó a los que estaban delante de él, que le golpeasen en la boca.
dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le guardasen en el pretorio de Herodes.
Y mandó al centurión que se guardase a Pablo, y que tuviese libertades; y que no impidiesen a ninguno de los suyos servirle o venir a él.
Y deteniéndose entre ellos más de diez días, descendió a Cesarea; y el día siguiente se sentó en el tribunal, y mandó que trajesen a Pablo.
Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudiesen nadar, fuesen los primeros en echarse al mar, y saliesen a tierra;
Y a los casados mando, no yo, sino el Señor: Que la esposa no se separe de su marido;
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que testificó la buena profesión delante de Poncio Pilato,