'Manos' en la Biblia
Y volvió a haber guerra en Gat, donde hubo un hombre de grande estatura, el cual tenía seis dedos en pies y manos, veinticuatro en total; y también era hijo de un gigante.
Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia: ruego que yo caiga en la mano de Jehová; porque sus misericordias son muchas en extremo. Y que no caiga yo en manos de hombres.
Del oro, de la plata, del bronce, y del hierro, no hay número. Levántate, pues, y manos a la obra, y Jehová sea contigo.
Oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?
Se puso luego Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos.
Porque Salomón había hecho una plataforma de bronce, de cinco codos de largo, y de cinco codos de ancho, y de altura de tres codos, y la había puesto en medio del atrio. Y se puso sobre ella, e hincando sus rodillas delante de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, dijo:
toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa,
Entonces vino Semaías profeta a Roboam y a los príncipes de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así dice Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado en manos de Sisac.
Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los entregó en manos de los jefes de la guardia, los cuales custodiaban la entrada de la casa del rey.
Y huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos.
Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; que recompensa hay para vuestra obra.
En aquel tiempo vino Hanani vidente a Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos.
Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? con todo, porque te apoyaste en Jehová, Él los entregó en tus manos.
Y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o me estaré yo quieto? Y él respondió: Subid, que seréis prosperados, que serán entregados en vuestras manos.
Hacían, pues, los artesanos la obra, y por sus manos la obra fue restaurada, y restituyeron la casa de Dios a su condición, y la consolidaron.
Porque aunque el ejército de Siria había venido con poca gente, Jehová les entregó en sus manos un ejército muy numeroso; por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres. Y así ejecutaron juicio contra Joás.
Por lo cual se encendió el furor de Jehová contra Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo: ¿Por qué has buscado los dioses de la gente, que no libraron a su pueblo de tus manos?
Pero Amasías no quiso oír; porque esto venía de Dios, que los quería entregar en manos de sus enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom.
Por lo cual Jehová su Dios lo entregó en manos del rey de los sirios, los cuales le derrotaron, y se llevaron cautiva una gran multitud que llevaron a Damasco. Fue también entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad.
Había entonces allí un profeta de Jehová, que se llamaba Oded, el cual salió delante del ejército cuando entraba en Samaria, y les dijo: He aquí Jehová el Dios de vuestros padres, por el enojo contra Judá, los ha entregado en vuestras manos; y vosotros los habéis matado con ira, que ha llegado hasta el cielo.
Hicieron después llegar los machos cabríos de la expiación delante del rey y de la multitud, y pusieron sobre ellos sus manos:
Y se pusieron en su lugar conforme a su costumbre, conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas:
Ahora, pues, no os engañe Ezequías, ni os persuada tal cosa, ni le creáis; que si ningún dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar su pueblo de mis manos, y de las manos de mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mi mano?
Además de esto escribió cartas en que blasfemaba a Jehová el Dios de Israel, y hablaba contra Él, diciendo: Como los dioses de las naciones de otras tierras no pudieron librar a su pueblo de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos.
Y hablaron contra el Dios de Jerusalén, como contra los dioses de los pueblos de la tierra, obra de manos de hombres.
Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos; y los condujo por todas partes.
Por cuanto me han dejado, y han quemado incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con todas las obras de sus manos; por tanto mi furor se derramará sobre este lugar, y no se apagará.
Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven, ni doncella, ni viejo, ni decrépito; todos los entregó en sus manos.
Y todos los que estaban en sus alrededores corroboraron las manos de ellos con vasos de plata y de oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente.
Entonces el pueblo de la tierra debilitaba las manos del pueblo de Judá, atemorizándolo para que no edificara.
Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica de piedras grandes; y los maderos son puestos en las paredes, y la obra se hace aprisa, y prospera en sus manos.
Y durante siete días con regocijo celebraron la fiesta de los panes sin levadura, porque Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para esforzar sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel.
Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y vasos de plata por cien talentos, y cien talentos de oro;
Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción; y habiendo rasgado mi vestidura y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios,
Desde los días de nuestros padres hasta este día estamos en gran pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes, y nuestros sacerdotes, hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a robo, y a confusión de rostro, como en este día.
Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios era buena sobre mí, y asimismo las palabras del rey, que me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.
Porque todos ellos nos intimidaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será hecha. Ahora, pues, oh Dios, fortalece mis manos.
Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron, y adoraron a Jehová con el rostro a tierra.
Si place al rey, escríbase que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey.
¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? El trabajo de sus manos has bendecido, y su hacienda ha crecido sobre la tierra.
He aquí, tú enseñabas a muchos, y las manos débiles corroborabas;
que frustra los pensamientos de los astutos, para que sus manos no hagan nada;
Porque Él es quien hace la llaga, y Él la vendará: Él hiere, y sus manos curan.
La tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está?
Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma,
¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
Tus manos me hicieron y me formaron, ¿y luego te vuelves y me deshaces?
Si tú apercibieres tu corazón, y extendieres a Él tus manos;
Prosperan las tiendas de los ladrones, y los que provocan a Dios viven seguros; en cuyas manos Él ha puesto cuanto tienen.
Tú llamarás, y te responderé yo; tendrás placer en la obra de tus manos.
Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo estremecer.
A pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura.
No obstante, proseguirá el justo su camino, y el limpio de manos aumentará la fuerza.
Sus hijos buscarán el favor de los pobres; y sus manos devolverán lo que él robó.
He aquí que su bien no está en manos de ellos: El consejo de los impíos lejos esté de mí.
Él libertará la isla del inocente; y por la pureza de tus manos será librada.
Batirán sus manos sobre él, y desde su lugar le silbarán.
¿Y de qué me serviría la fuerza de sus manos, si el vigor de ellos ha perecido?
Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo sucio se apegó a mis manos,
¿Cuánto menos a Aquel que no hace acepción de personas de príncipes, ni respeta al rico más que al pobre? Porque todos son obras de sus manos.
Porque a su pecado añadió rebelión; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.
Jehová Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad;
Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies;
Jehová es conocido por el juicio que hizo; en la obra de sus propias manos fue enlazado el malo. (Higaion. Selah)
Jehová me pagó conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
Por tanto Jehová me pagó conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos delante de sus ojos.
Él adiestra mis manos para la batalla, y el arco de acero será quebrado por mis brazos.
«Al Músico principal: Salmo de David» Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Porque perros me han rodeado, me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies.
El limpio de manos, y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a la vanidad, ni jurado con engaño.
Lavaré en inocencia mis manos, y andaré alrededor de tu altar, oh Jehová:
En cuyas manos está el mal, y su diestra está llena de sobornos.
Oye la voz de mis ruegos cuando a ti clamo, cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.
Dales conforme a su obra, y conforme a la maldad de sus hechos: Dales conforme a la obra de sus manos, dales su paga.
Porque no atienden a los hechos de Jehová, ni a la obra de sus manos, Él los derribará, y no los edificará.
Jehová no lo dejará en sus manos, ni lo condenará cuando sea juzgado.
Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, o extendido nuestras manos a dios ajeno,
«Al Músico principal: De los hijos de Coré: Salmo» Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo.
Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él; violó su pacto.
Antes con el corazón obráis iniquidades: Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.
Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos.
Vendrán príncipes de Egipto; Etiopía pronto extenderá sus manos a Dios.
Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia;
Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; y ninguno de los varones fuertes pudo usar sus manos.
Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón; y los pastoreó con la pericia de sus manos.
Aparté su hombro de debajo de la carga; sus manos fueron liberadas de los cestos.
Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción; te he llamado, oh Jehová, cada día; he extendido a ti mis manos.
Sea la hermosura de Jehová nuestro Dios sobre nosotros; y confirma sobre nosotros la obra de nuestras manos, sí, la obra de nuestras manos confirma.
en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo.
Suyo también el mar, pues Él lo hizo; y sus manos formaron la tierra seca.
Los ríos batan las manos; los montes todos hagan regocijo delante de Jehová:
Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.
Las obras de sus manos son verdad y juicio; fieles son todos sus mandamientos;
Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres.
manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; ni hablan con su garganta;
Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé; y meditaré en tus estatutos.
YOD. Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.
Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos; para que no extiendan los justos sus manos a la iniquidad.
Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.
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