'Me' en la Biblia
y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar en agua, Éste me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu, y que permanece sobre Él, Éste es el que bautiza con el Espíritu Santo.
Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consumió.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él.
Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.
La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta.
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿No será Éste el Cristo?
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer, que testificaba diciendo: Me ha dicho todo lo que he hecho.
Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; pues entre tanto que yo vengo, otro desciende antes que yo.
Él les respondió: El que me sanó, Él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
No puedo yo hacer nada de mí mismo; como oigo, juzgo; y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió.
Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.
Y el Padre mismo que me envió da testimonio de mí. Vosotros nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer,
Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.
Porque si hubieseis creído a Moisés, me creeríais a mí; porque de mí escribió él.
Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo: Me buscáis, no porque visteis los milagros, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, yo no le echo fuera.
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y ésta es la voluntad del Padre que me envió: Que de todo lo que me ha dado, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y ésta es la voluntad del que me envió: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, así el que me come, él también vivirá por mí.
No puede el mundo aborreceros a vosotros, mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.
Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de Aquél que me envió.
Entonces Jesús, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: Vosotros me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo; pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
Pero yo le conozco, porque de Él procedo, y Él me envió.
Entonces Jesús les dijo: Aún un poco de tiempo estoy con vosotros, y luego voy al que me envió.
Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
¿Qué palabra es ésta que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
Y otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.
Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió.
Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y el Padre que me envió da testimonio de mí.
Entonces le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.
Entonces Jesús les dijo otra vez: Yo me voy, y me buscaréis, y en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió, es verdadero; y yo, lo que he oído de Él, esto hablo al mundo.
Entonces Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que como mi Padre me enseñó, así hablo estas cosas.
Y el que me envió, está conmigo; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.
Jesús entonces les dijo: Si Dios fuese vuestro Padre, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que Él me envió.
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.
Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es vuestro Dios.
Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede obrar.
Respondió él y dijo: El hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me untó los ojos, y me dijo: Ve al estanque de Siloé, y lávate, y fui y me lavé, y recibí la vista.
Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Y él les dijo: Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo.
Respondió el hombre, y les dijo: Por cierto, cosa maravillosa es ésta, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.
Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
Como el Padre me conoce, así también yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
Mi Padre que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Les respondió Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de esas obras me apedreáis?
Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.
Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en Él.
y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído.
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.
Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ésta le juzgará en el día final.
Porque yo no he hablado de mí mismo; sino que el Padre que me envió, Él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.
Y sé que su mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo.
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Vosotros me llamáis Maestro, y Señor, y decís bien, porque lo soy.
De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, a mí me recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.
Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en espíritu, y testificó diciendo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
Hijitos, aún un poco estaré con vosotros. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo a vosotros ahora: A donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.
Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y aún no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?
Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, mis palabras guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.
El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque mi Padre mayor es que yo.
Mas para que el mundo conozca que yo amo al Padre, y como el Padre me dio mandamiento, así hago. Levantaos, vámonos de aquí.
Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre; Él os lo dé.
Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros.
Acordaos de la palabra que yo os dije: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Pero todo esto os harán por causa de mi nombre; porque no conocen al que me envió.
El que me aborrece, también a mi Padre aborrece.
Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
Mas ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?
Pero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo me vaya; porque si yo no me fuere, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
y de justicia, por cuanto voy a mi Padre y no me veréis más;
Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Un poco más, y no me veréis; y otra vez un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.
Entonces algunos de sus discípulos dijeron entre ellos: ¿Qué es esto que nos dice: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis, y: Porque yo voy al Padre?
Y Jesús sabía que le querían preguntar, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis?
Resutados de la Búsqueda continuados...
Resultados de Búsqueda por Versiones
Resultados de Búsqueda por Libro
Artículos Relacionados
- Conocimiento de Jesucristo
- Corta Vida de Cristo
- Cristo dice la verdad
- Cristo juzgando a
- Cristo sabiendo acerca de personas
- Cristo, el carácter de
- Dando a Dios el Hijo
- Dios enviando otros
- Dios, unidad de
- El amor de Dios
- Habilidad de Dios para guardar
- Hacer las obras de Dios
- Igualdad con Dios
- Jesucristo, la relación con el Padre
- La divinidad de Cristo
- La misión de Jesucristo
- La presciencia de Cristo
- La relación de Cristo con Dios
- La voz de Dios
- Mensajero divino
- No creer en Jesús
- No solo
- No viendo a Cristo
- Objetivos
- Padre e hijo por igual
- Profecías dice Jesús
- Ver al Cristo resucitado
- Volver al Padre, Jesús
- El amor de un padre
- El amor entre un padre y un hijo
- El cumplimiento de las órdenes de Cristo
- El padre
- El que envió a Cristo
- La actividad del padre en relación a Dios
- La necesidad de amar a Cristo
- La relación entre padre e hijo
- La revelación de las cosas de Dios
- No poder hacer otras cosas
- Uno mismo