'Un' en la Biblia
- 1.Gé 1:6-Gé 38:3
- 2.Gé 38:4-Éx 28:37
- 3.Éx 28:39-Números 3:34
- 4.Números 3:39-Números 18:16
- 5.Números 19:9-Josué 8:29
- 6.Josué 8:30-1 Samuel 2:36
- 7.1 Samuel 3:2-2 Samuel 6:20
- 8.2 Samuel 8:2-1 Reyes 19:21
- 9.1 Reyes 20:13-1 Crónicas 21:26
- 10.1 Crónicas 22:9-Job 31:35
- 11.Job 33:23-Eclesiastés 9:3
- 12.Eclesiastés 9:14-Jeremías 13:1
- 13.Jeremías 18:7-Ezequiel 42:4
- 14.Ezequiel 42:20-Miqueas 4:7
- 15.Miqueas 6:6-Mateo 21:33
- 16.Mateo 22:2-Lucas 6:17
- 17.Lucas 6:48-Juan 5:2
- 18.Juan 5:4-Hechos 22:12
- 19.Hechos 22:25-1 Timoteo 5:8
- 20.1 Timoteo 5:9-Apocalipsis 19:20
- 21.Apocalipsis 20:1-Apocalipsis 22:1
El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo bodas a su hijo,
Y cuando el rey vino para ver a los convidados, vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda,
Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.
Y a la media noche fue oído un clamor: He aquí, viene el esposo; salid a recibirle.
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
Entonces vino el que había recibido un talento, y dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
vino a Él una mujer, trayendo un frasco de alabastro de ungüento de mucho precio, y lo derramó sobre la cabeza de Él, estando Él sentado a la mesa.
Y cuando hubieron cantado un himno, salieron al monte de los Olivos.
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
Y yendo un poco más adelante, se postró sobre su rostro, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo su mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le cortó su oreja.
En aquella hora, dijo Jesús a la multitud: ¿Como contra un ladrón habéis salido, con espadas y palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.
Y un poco después llegaron unos que por allí estaban, y dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque tu habla te descubre.
Y en el día de la fiesta el gobernador acostumbraba soltar al pueblo a un preso, el que quisiesen.
Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás.
y desnudándole, le pusieron encima un manto escarlata.
Y saliendo, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a cargar su cruz.
Y cayendo la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también era discípulo de Jesús.
Y he aquí, fue hecho un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo y llegando, removió la piedra de la puerta, y se sentó sobre ella.
Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y portaba un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.
Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban también en la barca remendando sus redes.
Y había en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual dio voces,
Y levantándose muy de mañana, mucho antes del amanecer, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Y vino a Él un leproso, rogándole; y arrodillándose ante Él, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Entonces vinieron a Él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro.
Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
Y si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.
Y dijo: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;
Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y despertándole, le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
Y saliendo Él de la barca, en seguida le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
Y estaba allí cerca del monte un hato grande de puercos paciendo.
Y luego Jesús se los permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos (los cuales eran como dos mil); y el hato se precipitó al mar por un despeñadero; y en el mar se ahogaron.
Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
Pero viniendo un día oportuno, en que Herodes, en su cumpleaños, hizo una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea;
Entonces ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
Y en seguida el rey envió a un verdugo, y mandó que fuese traída su cabeza; y el verdugo fue y le decapitó en la cárcel,
y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la damisela, y la damisela la dio a su madre.
Y cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
Y Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni aun tenían tiempo para comer.
Y se fueron en la barca a un lugar desierto, a solas.
Y viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y dieron voces;
Porque haciendo a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; el lavamiento de jarros, de copas; y hacéis muchas otras cosas semejantes.
Pero vosotros decís: Si un hombre dice a su padre o a su madre: Es corbán (que quiere decir, mi ofrenda) todo aquello con que pudiera ayudarte; quedará libre,
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies.
Y los discípulos se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
Y vino a Betsaida; y le trajeron a un ciego, y le rogaron que le tocase.
Y seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los sacó solos aparte a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.
Y uno de la multitud respondiendo, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
El que recibiere en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.
Y cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno,
De cierto os digo que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo.
Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta.
Y comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos.
Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña.
Por último, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, porque hay un Dios, y no hay otro fuera de Él.
Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, que es un cuadrante.
Y estando Él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado Él a la mesa, vino una mujer trayendo un frasco de alabastro de ungüento de nardo puro, de mucho precio, y quebrando el frasco de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle,
Y él os mostrará un aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí.
Y habiendo cantado un himno, salieron al monte de los Olivos.
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de Él aquella hora.
Y uno de los que estaban allí, sacó una espada, he hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis venido con espadas y palos para prenderme?
Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
el cual compró una sábana, y bajándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una roca, y rodó una piedra a la puerta del sepulcro.
Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; y su esposa era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu esposa Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Porque él irá delante de Él en el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y los desobedientes a la sabiduría de los justos, para preparar un pueblo dispuesto para el Señor.
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Y he aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo.
Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado.
Y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
Y esto os será por señal; hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
y para ofrecer sacrificio, conforme a lo que está dicho en la ley del Señor; un par de tórtolas, o dos palominos.
Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y entre los conocidos;
Y le llevó el diablo a un monte alto, y le mostró en un momento de tiempo todos los reinos de la tierra.
Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de Él por un tiempo.
Y estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de un demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,
Y cuando se hizo de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando hasta Él, le detenían para que no se fuera de ellos.
Y entrado en una de las barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.
Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, se postró sobre su rostro, y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y aconteció un día, que Él estaba enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados; los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén: Y el poder del Señor estaba allí para sanarlos.
Y he aquí unos hombres que traían sobre un lecho a un hombre que estaba paralítico; y procuraban meterle, y ponerle delante de Él.
Y después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.
Y Leví le hizo un gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban sentados a la mesa con ellos.
Y aconteció también en otro sábado, que Él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha.
Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
Resutados de la Búsqueda continuados...
- 1.Gé 1:6-Gé 38:3
- 2.Gé 38:4-Éx 28:37
- 3.Éx 28:39-Números 3:34
- 4.Números 3:39-Números 18:16
- 5.Números 19:9-Josué 8:29
- 6.Josué 8:30-1 Samuel 2:36
- 7.1 Samuel 3:2-2 Samuel 6:20
- 8.2 Samuel 8:2-1 Reyes 19:21
- 9.1 Reyes 20:13-1 Crónicas 21:26
- 10.1 Crónicas 22:9-Job 31:35
- 11.Job 33:23-Eclesiastés 9:3
- 12.Eclesiastés 9:14-Jeremías 13:1
- 13.Jeremías 18:7-Ezequiel 42:4
- 14.Ezequiel 42:20-Miqueas 4:7
- 15.Miqueas 6:6-Mateo 21:33
- 16.Mateo 22:2-Lucas 6:17
- 17.Lucas 6:48-Juan 5:2
- 18.Juan 5:4-Hechos 22:12
- 19.Hechos 22:25-1 Timoteo 5:8
- 20.1 Timoteo 5:9-Apocalipsis 19:20
- 21.Apocalipsis 20:1-Apocalipsis 22:1