'Al' en la Biblia
- 1.Gé 1:8-Gé 39:10
- 2.Gé 40:13-Éx 19:14
- 3.Éx 19:15-Levítico 5:18
- 4.Levítico 6:6-Números 7:55
- 5.Números 7:61-Números 34:3
- 6.Números 34:5-Deuteronomio 23:13
- 7.Deuteronomio 24:14-Josué 13:8
- 8.Josué 13:21-Jueces 9:51
- 9.Jueces 10:8-1 Samuel 14:5
- 10.1 Samuel 14:17-2 Samuel 7:2
- 11.2 Samuel 7:3-2 Samuel 22:28
- 12.2 Samuel 22:45-1 Reyes 15:13
- 13.1 Reyes 16:16-2 Reyes 13:16
- 14.2 Reyes 13:19-1 Crónicas 28:9
- 15.1 Crónicas 28:15-2 Crónicas 32:20
- 16.2 Crónicas 32:25-Ester 2:22
- 17.Ester 3:6-Job 37:6
- 18.Job 37:23-Salmos 55:22
- 19.Salmos 55:23-Salmos 132:8
- 20.Salmos 136:2-Proverbios 24:21
- 21.Proverbios 24:24-Isaías 8:2
- 22.Isaías 8:7-Isaías 63:14
- 23.Isaías 64:5-Jeremías 40:5
- 24.Jeremías 40:9-Ezequiel 20:47
- 25.Ezequiel 21:3-Ezequiel 48:27
- 26.Ezequiel 48:28-Amós 5:8
- 27.Amós 5:9-Mateo 7:26
- 28.Mateo 8:3-Mateo 28:16
- 29.Marcos 1:10-Marcos 15:9
- 30.Marcos 15:15-Lucas 17:9
- 31.Lucas 17:12-Juan 9:40
- 32.Juan 10:5-Hechos 7:8
- 33.Hechos 7:24-Hechos 22:14
- 34.Hechos 22:23-1 Corintios 12:24
- 35.1 Corintios 14:9-Hebreos 7:13
- 36.Hebreos 7:14-Apocalipsis 4:9
- 37.Apocalipsis 4:10-Apocalipsis 22:14
Mas al extraño no seguirán, sino que huirán de él; porque no conocen la voz de los extraños.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Como el Padre me conoce, así también yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios?
Y se fue otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde primero Juan bautizaba; y se quedó allí.
(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos.)
Ella le dijo: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que había de venir al mundo.
Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó aprisa y salió, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que habían venido con ella, también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó,
Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía Éste, que abrió los ojos al ciego, hacer también que éste no muriera?
Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.
El siguiente día, mucha gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,
Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él, y que le habían hecho estas cosas.
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
Y si alguno oye mis palabras, y no cree, yo no le juzgo; porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, a mí me recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.
Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado en el pecho de Jesús.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y aún no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?
y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre;
Judas le dijo (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?
Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque mi Padre mayor es que yo.
Mas para que el mundo conozca que yo amo al Padre, y como el Padre me dio mandamiento, así hago. Levantaos, vámonos de aquí.
No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre; Él os lo dé.
Pero todo esto os harán por causa de mi nombre; porque no conocen al que me envió.
Y esto os harán, porque no han conocido al Padre, ni a mí.
Pero os he dicho esto, para que cuando llegue la hora, os acordéis que yo os lo había dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
Mas ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?
Y cuando Él venga, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.
Un poco más, y no me veréis; y otra vez un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.
Entonces algunos de sus discípulos dijeron entre ellos: ¿Qué es esto que nos dice: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis, y: Porque yo voy al Padre?
En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros;
Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez, dejo el mundo y voy al Padre.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique a ti.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, salió con sus discípulos al otro lado del arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual Él entró, y sus discípulos.
Y Simón Pedro seguía a Jesús, y también otro discípulo; y aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote.
Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde siempre se reúnen los judíos, y nada he hablado en oculto.
Y cuando Él hubo dicho esto, uno de los alguaciles que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?
Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio; y era de mañana; y ellos no entraron al pretorio para no ser contaminados, y así poder comer la pascua.
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
Pilato entonces le dijo: ¿Acaso, eres tú rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua: ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?
Y Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;
Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Y vinieron los soldados y quebraron las piernas al primero, y al otro que había sido crucificado con Él.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Y el primer día de la semana, de mañana, siendo aún oscuro, María Magdalena vino al sepulcro, y vio quitada la piedra del sepulcro.
Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, a quien amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
Pedro entonces salió, y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.
Y corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
Entonces entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó.
Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y llorando se inclinó y miró dentro del sepulcro;
Vino María Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas.
Y el mismo día al anochecer, siendo el primero de la semana, estando las puertas cerradas en donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús, y poniéndose en medio, les dijo: Paz a vosotros.
Y habiendo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
Después de estas cosas Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera.
Y al amanecer, Jesús se puso a la ribera; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
Entonces aquel discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Y cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó su ropa (porque estaba desnudo), y se echó al mar.
Entonces Pedro, volviéndose, ve a aquel discípulo al cual Jesús amaba, que los seguía, el que también se había recostado en su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te va a entregar?
los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, y Juan y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón Zelotes, y Judas hermano de Jacobo.
Porque David dice de Él: Veía al Señor siempre delante de mí: Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que del fruto de sus lomos, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono;
Y al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Y Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al instante fueron afirmados sus pies y tobillos;
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? o ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
Mas vosotros al Santo y al Justo negasteis, y pedisteis que se os diese un hombre homicida;
y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos; de lo cual nosotros somos testigos.
A vosotros primeramente, Dios, habiendo resucitado a su Hijo Jesús, le envió para que os bendijese, al convertirse cada uno de su maldad.
Y hablando ellos al pueblo, los sacerdotes y el magistrado del templo y los saduceos, vinieron sobre ellos,
resentidos de que enseñasen al pueblo, y predicasen en Jesús la resurrección de los muertos.
Y aconteció que al día siguiente se reunieron en Jerusalén los príncipes de ellos, y los ancianos y los escribas;
sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que por el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano.
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba de pie con ellos, no podían decir nada en contra.
Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y te quedases con parte del precio de la heredad?
Y Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.
Y al instante cayó a los pies de él, y expiró; y entrando los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.
Y más creyentes se añadían al Señor, multitudes, así de hombres como de mujeres;
tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
Id, y puestos en pie en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida.
Y habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
Y viniendo uno, les dio la noticia, diciendo: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole en un madero.
Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien; al que se agregó un número de como cuatrocientos hombres; el cual fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada.
Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.
Y alborotaron al pueblo, y a los ancianos y a los escribas; y tomándole, le trajeron al concilio.
Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.
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- 18.Job 37:23-Salmos 55:22
- 19.Salmos 55:23-Salmos 132:8
- 20.Salmos 136:2-Proverbios 24:21
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- 24.Jeremías 40:9-Ezequiel 20:47
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- 27.Amós 5:9-Mateo 7:26
- 28.Mateo 8:3-Mateo 28:16
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- 34.Hechos 22:23-1 Corintios 12:24
- 35.1 Corintios 14:9-Hebreos 7:13
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