59 casos

'Conmigo' en la Biblia

Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

Entonces su consiervo, postrándose á sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

Y él respondiendo, dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no te concertaste conmigo por un denario?

Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué dais pena á esta mujer? Pues ha hecho conmigo buena obra.

Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me ha de entregar.

Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:

Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.

Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y darte?

El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.

El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones:

Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado hice sano todo un hombre?

Dícele Pedro: No me lavarás los pies jamás. Respondióle Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y á los que están conmigo, estas manos me han servido.

Y los que estaban conmigo vieron á la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo.

Y como yo no viese por causa de la claridad de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine á Damasco.

En mitad del día, oh rey, vi en el camino una luz del cielo, que sobrepujaba el resplandor del sol, la cual me rodeó y á los que iban conmigo.

Mas yo de nada de esto me aproveché: ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque tengo por mejor morir, antes que nadie haga vana esta mi gloria.

Y si fuere digno el negocio de que yo también vaya, irán conmigo.

ESTO pues determiné para conmigo, no venir otra vez á vosotros con tristeza.

No sea que, si vinieren conmigo Macedonios, y os hallaren desapercibidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de este firme gloriarnos.

DESPUÉS, pasados catorce años, fuí otra vez á Jerusalem juntamente con Bernabé, tomando también conmigo á Tito.

Y asimismo gozaos también vosotros, y regocijaos conmigo.

Asimismo te ruego también á ti, hermano compañero, ayuda á las que trabajaron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también, y los demás mis colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.

Saludad á todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan.

Todos los que están conmigo te saludan. Saluda á los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén.

Yo quisiera detenerle conmigo, para que en lugar de ti me sirviese en las prisiones del evangelio;

Y me volví á ver la voz que hablaba conmigo: y vuelto, vi siete candeleros de oro;

DESPUÉS de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo: y la primera voz que oí, era como de trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de ser después de éstas.

Y la voz que oí del cielo hablaba otra vez conmigo, y decía: Ve, y toma el librito abierto de la mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra.

Y VINO uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá, y te mostraré la condenación de la grande ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas:

Y vino á mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete postreras plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la esposa, mujer del Cordero.

Y el que hablaba conmigo, tenía una medida de una caña de oro para medir la ciudad, y sus puertas, y su muro.

Public Domain