205 casos

'Hubo' en la Biblia

sabiduría y ciencia te es dada; y también te daré riquezas, hacienda y gloria, cual nunca hubo en los reyes que han sido antes de ti, ni después de ti habrá tal.

Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran copia de especiería, y piedras preciosas; nunca hubo tal especiería como la que dio la reina de Sabá al rey Salomón.

Y cuando Roboam hubo confirmado el reino, cuando se fortaleció, dejó la ley del SEÑOR, y con él todo Israel.

Y las cosas de Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros de Semeías profeta y de Iddo, el vidente, en la cuenta de los linajes? Y entre Roboam y Jeroboam hubo perpetua guerra.

Y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Micaías hija de Uriel de Gabaa. Y hubo guerra entre Abías y Jeroboam.

Y edificó ciudades fuertes en Judá, por cuanto hubo reposo en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque el SEÑOR le había dado reposo.

En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba, ni para el que salía, sino muchas destrucciones sobre todos los habitantes de las tierras.

Y no hubo guerra hasta los treinta y cinco años del reinado de Asa.

Haya pacto entre mí y ti, como lo hubo entre mi padre y tu padre; he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire de mí.

Así, pues, hubo gran multitud de holocaustos, con sebos de pacíficos, y libaciones de cada holocausto. Y así fue ordenado el servicio de la Casa del SEÑOR.

Y se hicieron grandes alegrías en Jerusalén; porque desde el tiempo de Salomón hijo de David rey de Israel, no hubo tal cosa en Jerusalén.

¿Qué dios hubo de todos los dioses de aquellas gentiles que destruyeron mis padres, que pudiera librar su pueblo de mis manos? ¿Por qué podrá vuestro Dios salvaros de mi mano?

Y cuando hubo derribado los altares y los bosques, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruido todos los ídolos del sol por toda la tierra de Israel, se volvió a Jerusalén.

y que reyes fuertes hubo en Jerusalén, y señores de todo lo que está al lado de allá del río; y que tributo, e impuesto, y rentas se les daba.

Y toda la congregación que volvió de la cautividad hicieron cabañas, y en cabañas habitaron; porque desde los días de Jesuá hijo de Nun hasta aquel día, no habían hecho así los hijos de Israel. Y hubo alegría muy grande.

¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él hicieron ofender las mujeres extranjeras.

Mi senda derribaron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador.

Clamaron, y no hubo quién se salvara; aun al SEÑOR, mas no los oyó.

Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén; y no hubo quién los enterrara.

Por eso quebrantó él con trabajo sus corazones, cayeron y no hubo quién los ayudara.

y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se cogen los huevos dejados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviera ala, o abriera boca y graznara.

Y habrá camino para el remanente de su pueblo, lo que quedó de Assur, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.

Las aguas de Nimrim se agotaron; la grama del atrio se secó, faltó la hierba, verdor no hubo.

Y se regocijó con ellos Ezequías, y les enseñó la casa de su tesoro: plata, y oro, y especierías, y ungüentos preciosos, y toda su casa de armas; y todo lo que se pudo hallar en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todo su señorío, que Ezequías no les mostrara.

Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo; les pregunté, y no respondieron palabra.

Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros extraño. Vosotros pues sois mis testigos, dice el SEÑOR, que yo soy Dios.

La tornó en asolamiento, lloró contra mí, asolada; fue asolada toda la tierra, porque no hubo hombre que mirara.

Las ciudades del Mediodía fueron cerradas, y no hubo quien las abriera; toda Judá fue transportada, transportada fue toda ella.

¿Por ventura has desechado enteramente a Judá? ¿Por ventura ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos hiciste herir sin que nos quede cura? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de cura, y he aquí turbación.

Hubo también un hombre que profetizaba en nombre del SEÑOR, Urías, hijo de Semaías de Quiriat-jearim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las palabras de Jeremías;

y fue que, cuando Jehudí hubo leído tres o cuatro planas, lo rasgó con un cuchillo de escribanía, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había.

Y como el ejército de Faraón hubo salido de Egipto, y vino la noticia de ellos a oídos de los caldeos que tenían cercada a Jerusalén, partieron de Jerusalén.)

Zain: Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudara, entonces se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos; la miraron los enemigos, y escarnecieron de sus sábados.

Tau: Llamaste, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes; ni hubo en el día del furor del SEÑOR quien escapara ni quedara vivo; los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó.

Dálet: La lengua del niño de pecho, de sed se pegó a su paladar; los cachorros pidieron pan, y no hubo quien lo partiere.

Siervos se enseñorearon de nosotros; no hubo quien nos librara de su mano.

Y ellos no oirán, ni cesarán, porque son casa rebelde; mas conocerán que hubo profeta entre ellos.

No hubo ojo que se compadeciere de ti, para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste echada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti suciedades.

Hijo de hombre, Nabucodonosor rey de Babilonia hizo a su ejército prestar grande servicio contra Tiro. Toda cabeza se encalveció, y se peló todo hombro; y ni para él ni para su ejército hubo paga de Tiro, por el servicio que prestó contra ella.

Pero cuando ello viniere (he aquí viene), sabrán que hubo profeta entre ellos.

Y anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron derramadas mis ovejas, y no hubo quien buscare, ni quien requiriere.

Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un estruendo mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos acercaron cada hueso a su hueso.

Y lo vi que llegaba junto al carnero, y se levantó contra él, y lo hirió, y quebró sus dos cuernos, porque en el carnero no había fuerzas para parar delante de él; lo derribó por tanto en tierra, y lo holló; ni hubo quien librara al carnero de su mano.

Mas en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces; mas en aquel tiempo tu pueblo escapará, todos los que se hallaren escritos en el libro.

Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre, ni paga de bestia, ni hubo paz alguna para entrante ni para saliente, a causa de la angustia; porque yo incité a todos los hombres, cada cual contra su compañero.

Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dio a renta a labradores, y se fue lejos.

Y aconteció que, como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

Y así que hubo él hablado, la lepra se fue luego de aquel, y fue limpio.

En aquellos días, como otra vez hubo gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Elisabet.

Y hubo temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas.

Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, que hubo una gran hambre en toda la tierra;

Y hubo espanto en todos, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y potencia manda a los espíritus inmundos, y salen?

Y luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiera con él; y él entró y se sentó a la mesa.

Asimismo también tomó y les dio el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el Nuevo Testamento en mi sangre, que por vosotros se derrama.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Así que, después que les hubo lavado los pies, y tomado su ropa, volviéndose a sentar a la mesa, les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?

Cuando él pues hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya noche.

Y como él hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?

Le dice Pilato: ¿Qué cosa es la Verdad? Y como hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dice: Yo no hallo en él ningún crimen.

Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, señaló por el Espíritu, que había de haber una gran hambre en toda la redondez de la tierra; la cual hubo en tiempo de Claudio César.

Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro.

Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino.

Y después que hubo andado aquellas partes, y de exhortarles con abundancia de palabra, vino a Grecia.

a los cuales, cuando los hubo saludado, contó en detalle lo que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio.

Y como hubo dicho esto, fue hecha disensión entre los fariseos y los saduceos; y la multitud fue dividida.

Y como hubo dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos;

Entonces el pecado, cuando hubo ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia. Porque sin la ley el pecado estaba como adormecido.

Y miré cuando el Cordero hubo abierto el primer sello, y oí al primero de los cuatro animales diciendo como con una voz de trueno: Ven y ve.

Y cuando él hubo abierto el tercer sello, oí al tercer animal, que decía: Ven y ve. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que estaba sentado encima de él, tenía un yugo en su mano.

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