2239 casos

'Sobre' en la Biblia

Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre sus rescoldos ha estado él reposado, y no fue trasegado de vaso en vaso, ni nunca fue en cautiverio; por tanto quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado.

Y que vino juicio sobre la tierra de la llanura; sobre Holón, y sobre Jahaza, y sobre Mefaat,

y sobre Dibón, y sobre Nebo, y sobre Bet-diblataim,

y sobre Quiriataim, y sobre Bet-gamul, y sobre Bet-meón,

y sobre Queriot, y sobre Bosra, y sobre todas las ciudades de tierra de Moab, las de lejos y las de cerca.

Embriagadlo, porque contra Jehová se engrandeció; y revuélquese Moab sobre su vómito, y sea también él por escarnio.

Por tanto yo aullaré sobre Moab, y sobre todo Moab haré clamor, y sobre los hombres de Kir-heres gemiré.

Con lloro de Jazer lloraré por ti, oh vid de Sibma; tus sarmientos pasaron el mar, llegaron hasta el mar de Jazer; sobre tus frutos de verano y sobre tu vendimia vino destruidor.

Porque en toda cabeza habrá calva, y toda barba será raída; sobre toda mano habrá rasguños, y cilicio sobre todo lomo.

Sobre todas las techumbres de Moab y en sus calles, todo él será llanto; porque yo quebranté a Moab como a vaso que no es agradable, dice Jehová.

El que huyere del miedo, caerá en el hoyo; y el que saliere del hoyo, será preso del lazo: porque yo traeré sobre él, sobre Moab, año de su visitación, dice Jehová.

He aquí yo traigo sobre ti espanto, dice el Señor Jehová de los ejércitos, de todos tus alrededores; y seréis lanzados cada uno en derechura de su rostro, y no habrá quien recoja al errante.

Huid, volveos, escondeos en simas para estar, oh moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú traeré sobre él, al tiempo que lo tengo de visitar.

Y será Edom en asolamiento: todo aquel que pasare por ella se espantará, y silbará sobre todas sus plagas.

He aquí que como león subirá de la hinchazón del Jordán contra la bella y robusta; porque muy pronto lo haré correr de sobre ella, y al que fuere escogido la encargaré; porque ¿quién es semejante a mí? ¿Quién me emplazará? ¿Quién será aquel pastor que me podrá resistir?

Por tanto, oíd el consejo de Jehová, que ha acordado sobre Edom; y sus pensamientos, que ha resuelto sobre los moradores de Temán. Ciertamente los más pequeños del hato los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.

He aquí que como águila subirá y volará, y extenderá sus alas sobre Bosra: y el corazón de los valientes de Edom será en aquel día como el corazón de mujer en angustias.

Y traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a todos estos vientos. No habrá nación adonde no vengan los expulsados de Elam.

Y haré que Elam se intimide delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su alma; y traeré sobre ellos mal, y el furor de mi enojo, dice Jehová; y enviaré en pos de ellos espada hasta que los acabe.

Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad, porque os llenasteis como becerra sobre la hierba, y mugís como toros;

Por la ira de Jehová no será habitada, sino asolada será toda ella; todo hombre que pasare por Babilonia se asombrará, y silbará sobre todas sus plagas.

Espada sobre los caldeos, dice Jehová, y sobre los moradores de Babilonia, y sobre sus príncipes, y sobre sus sabios.

Espada sobre los engañadores, y se atontarán; espada sobre sus valientes, y serán quebrantados.

Espada sobre sus caballos, y sobre sus carros, y sobre todo el vulgo que está en medio de ella, y serán como mujeres; espada sobre sus tesoros, y serán saqueados.

Sequedad sobre sus aguas, y se secarán; porque es tierra de imágenes, y con sus ídolos se enloquecen.

Arco y lanza manejarán; serán crueles, y no tendrán misericordia; su voz sonará como el mar, y montarán sobre caballos; se apercibirán como hombre para la batalla, contra ti, oh hija de Babilonia.

Por tanto, oíd el consejo de Jehová, que ha acordado sobre Babilonia, y sus pensamientos que ha formado sobre la tierra de los caldeos: Ciertamente los más pequeños del rebaño los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.

En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sanará.

Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, colocad centinelas, tended emboscadas; porque deliberó Jehová, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho contra los moradores de Babilonia.

He aquí yo contra ti, oh monte destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano sobre ti, y te haré rodar de las peñas, y te tornaré en monte quemado.

Sobre Babilonia la violencia contra mí y mi carne, dirá la moradora de Sión; y mi sangre sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén.

Y los cielos y la tierra, y todo lo que está en ellos, darán alabanzas sobre Babilonia; porque del norte vendrán sobre ella destructores, dice Jehová.

Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia.

Y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos. Hasta aquí son las palabras de Jeremías.

Y el capitel de bronce que había sobre ella, era de altura de cinco codos, con una red y granadas en el capitel alrededor, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas.

Había noventa y seis granadas en cada hilera; todas ellas eran ciento sobre la red alrededor.

Y de la ciudad tomó a un oficial que era capitán sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los consejeros del rey, que se hallaron en la ciudad; y al principal secretario de la milicia, que pasaba revista al pueblo de la tierra para la guerra; y sesenta hombres del vulgo del país, que se hallaron dentro de la ciudad.

y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.

El yugo de mis transgresiones está atado por su mano, ataduras han subido sobre mi cerviz: ha hecho que falten mis fuerzas; me ha entregado el Señor en manos contra las cuales no podré levantarme.

Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión; Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti; silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que llamaban: La perfección de la hermosura, el gozo de toda la tierra?

Jehová ha hecho lo que tenía determinado, ha cumplido su palabra que Él había mandado desde tiempo antiguo: Destruyó, y no perdonó; y ha hecho que se alegre sobre ti el enemigo, y ha enaltecido el cuerno de tus adversarios.

Y se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue derribada en un momento, sin que manos asentaran sobre ella.

Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos tendieron emboscada.

Persecución padecemos sobre nuestra cerviz; nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.

Cuando andaban, se movían sobre sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.

Y sobre las cabezas de cada ser viviente aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.

Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.

Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas, se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre, sentado sobre él.

Como la apariencia del arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Ésta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y luego que yo la vi, caí sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.

Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu; mas la mano de Jehová era fuerte sobre mí.

Y vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo.

Y me levanté, y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río de Quebar; y caí sobre mi rostro.

Entonces entró el Espíritu en mí, y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.

Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te atarán, y no saldrás entre ellos.

Y tú, hijo de hombre, tómate un adobe, y ponlo delante de ti, y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén:

Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo, y pondrás sobre él la iniquidad de la casa de Israel; el número de los días que dormirás sobre él, llevarás sobre ti la iniquidad de ellos.

Y cumplidos éstos, te acostarás otra vez, sobre tu lado derecho, y llevarás la iniquidad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado.

Y he aquí, yo pondré sobre ti ataduras, y no te darás vuelta de un lado al otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, maíz y centeno, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos el número de los días que durmieres sobre tu lado; trescientos noventa días comerás de él.

Y comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza; y lo cocerás sobre excremento de hombre, a vista de ellos.

Y tú, hijo de hombre, tómate un cuchillo agudo, toma una navaja de barbero, y hazla pasar sobre tu cabeza y tu barba; tómate después un peso de balanza, y divide los cabellos.

Cuando arroje yo sobre ellos las perniciosas saetas del hambre, que serán para destrucción, las cuales enviaré para destruiros, entonces aumentaré el hambre sobre vosotros, y quebrantaré entre vosotros la provisión de pan.

Enviaré, pues, sobre vosotros hambre, y malas bestias que te destruyan; y pestilencia y sangre pasarán por ti, y meteré sobre ti espada. Yo Jehová he hablado.

Y dirás: Montes de Israel, oíd palabra del Señor Jehová: Así dice Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles: He aquí que yo, yo haré venir sobre vosotros espada, y destruiré vuestros lugares altos.

Y tú, hijo de hombre di: Así dice Jehová el Señor a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra.

Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones.

Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo soy Jehová.

La mañana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día de tribulación, y no de alegría, sobre los montes.

Ahora pronto derramaré mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones.

El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore; porque la ira está sobre toda la multitud.

Porque el que vende no volverá a lo vendido, aunque queden vivos: porque la visión sobre toda su multitud no será revocada; y ninguno podrá, a causa de su iniquidad, amparar su vida.

Tocarán trompeta, y prepararán todas las cosas, pero no habrá quien vaya a la batalla: porque mi ira está sobre toda la multitud.

Y los que escaparen de ellos, huirán y estarán sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos por su iniquidad.

Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y rumor será sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, pero la ley se alejará del sacerdote, y el consejo de los ancianos.

Y aconteció en el sexto año, en el mes sexto, a los cinco del mes, que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí descendió sobre mí la mano del Señor Jehová.

Y la gloria del Dios de Israel se alzó de sobre el querubín sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y Jehová llamó al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano;

Matad viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; mas a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no llegaréis; y habéis de comenzar desde mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.

Y aconteció que cuando ellos los herían y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Has de destruir todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

Así también yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia, sino que haré recaer el camino de ellos sobre su cabeza.

Y miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos.

Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos con carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y él entró a vista mía.

Cuando andaban, sobre sus cuatro lados andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; no se volvían cuando andaban.

Y la gloria de Jehová se salió de sobre el umbral de la casa, y se puso sobre los querubines.

Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos: cuando ellos salieron, también las ruedas al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba arriba sobre ellos.

Y el Espíritu de Jehová descendió sobre mí, y me dijo: Di: Así dice Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido.

Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice Jehová el Señor.

Y aconteció que mientras yo profetizaba, Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces caí sobre mi rostro, y clamé con grande voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Habrás de exterminar al remanente de Israel?

Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus cosas detestables y de sus abominaciones, yo haré que recaiga su camino sobre sus cabezas, dice el Señor Jehová.

Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba encima sobre ellos.

Y la gloria de Jehová se fue de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.

Delante de sus ojos llevarás sobre tus hombros el equipaje, de noche lo sacarás; cubrirás tu rostro, y no mirarás la tierra; porque te he puesto por señal a la casa de Israel.

Y yo hice así como me fue mandado; saqué mi equipaje de día, como equipaje de cautivo, y a la tarde horadé la pared a mano; salí de noche, y llevé mi equipaje sobre los hombros a vista de ellos.

Reina Valera Gómez (© 2010)