'Del' en la Biblia
Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este mundo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
Antes lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte;
y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es;
y mi palabra y mi predicación no fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder;
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado;
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
Porque ¿quién conoció la mente del Señor, para que le instruyese? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
siendo difamados, rogamos; hemos venido a ser como la escoria del mundo, el desecho de todos hasta ahora.
Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tenéis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.
el tal sea entregado a Satanás para la destrucción de la carne, para que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
mas no del todo con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues entonces os sería necesario salir del mundo.
Y esto erais algunos de vosotros; mas ya sois lavados, ya sois santificados, ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Huid de la fornicación. Todo pecado que el hombre comete, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque el que en el Señor es llamado siendo siervo, liberto es del Señor; asimismo también el que es llamado siendo libre, siervo es de Cristo.
En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.
Quisiera, pues, que estuvieseis sin afán. El soltero tiene cuidado de las cosas que son del Señor, de cómo ha de agradar al Señor;
pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo ha de agradar a su esposa.
También hay diferencia entre la casada y la virgen. La soltera tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; mas la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo ha de agradar a su marido.
Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos con conciencia del ídolo hasta ahora, comen como sacrificado a ídolos; y su conciencia, siendo débil, se contamina.
¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana, una esposa, como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?
¿Quién jamás fue a la guerra a sus propias expensas? ¿Quién planta viña, y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño, y no se alimenta de la leche del rebaño?
¿No sabéis que los que ministran en las cosas santas, comen del templo; y que los que sirven al altar, del altar participan?
Así también ordenó el Señor que los que predican el evangelio, vivan del evangelio.
Por lo cual, si lo hago de voluntad, recompensa tendré; mas si por fuerza, la dispensación del evangelio me ha sido encomendada.
Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.
Mas no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron a través del mar;
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?
No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
porque del Señor es la tierra y su plenitud.
Pero si alguien os dice: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por causa de la conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.
La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?
Pero el varón no debe cubrir su cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del varón.
Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón.
Porque tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace por causa de la mujer; pero todo procede de Dios.
Así que cuando vosotros os reunís en un lugar, esto no es comer la cena del Señor.
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga.
De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
Porque el que come y bebe indignamente, come y bebe juicio para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor.
Pero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho.
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo; ¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo; ¿por eso no será del cuerpo?
Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;
y los miembros del cuerpo que estimamos menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, son tratados con mucho más decoro.
Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.
Una es la gloria del sol, y otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas; porque una estrella es diferente de otra estrella en gloria.
El primer hombre, es de la tierra, terrenal; el segundo hombre que es el Señor, es del cielo.
Y así como hemos llevado la imagen del terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros sin temor; porque como yo, también él hace la obra del Señor.
La gracia del Señor Jesucristo sea con vosotros.