'Ellos' en la Biblia
- 1.Gé 2:1-Gé 49:17
- 2.Éx 1:7-Levítico 16:22
- 3.Levítico 17:5-Números 14:33
- 4.Números 15:12-Deuteronomio 7:18
- 5.Deuteronomio 7:20-Josué 11:20
- 6.Josué 11:21-1 Samuel 8:16
- 7.1 Samuel 8:22-1 Reyes 14:27
- 8.1 Reyes 16:13-1 Crónicas 7:28
- 9.1 Crónicas 7:32-2 Crónicas 28:23
- 10.2 Crónicas 29:23-Ester 9:2
- 11.Ester 9:3-Salmos 78:31
- 12.Salmos 78:45-Isaías 14:1
- 13.Isaías 14:10-Jeremías 11:14
- 14.Jeremías 11:20-Jeremías 49:20
- 15.Jeremías 49:21-Ezequiel 20:21
- 16.Ezequiel 20:49-Ezequiel 46:16
- 17.Ezequiel 46:23-Zacarías 7:14
- 18.Zacarías 8:8-Mateo 22:16
- 19.Mateo 22:18-Lucas 2:7
- 20.Lucas 2:9-Lucas 24:15
- 21.Lucas 24:16-Hechos 11:20
- 22.Hechos 11:21-Romanos 16:15
- 23.Romanos 16:17-Apocalipsis 9:11
- 24.Apocalipsis 9:16-Apocalipsis 21:14
Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen.
Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú sólo un forastero en Jerusalén, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?
Entonces Él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
Pero ellos le constriñeron, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.
Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, y partió, y les dio.
Y levantándose en la misma hora, se regresaron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,
Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
Y mientras ellos hablaban estas cosas, Jesús mismo se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Entonces ellos espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu.
Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel.
Y aconteció que bendiciéndolos, fue apartado de ellos, y llevado arriba al cielo.
Y ellos, habiéndole adorado, regresaron a Jerusalén con gran gozo;
Entonces volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que se dice, si lo interpretares; Maestro), ¿dónde moras?
Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos.
Después de estas cosas, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estuvo allí con ellos, y bautizaba.
Entonces, cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que Él hizo en Jerusalén en el día de la fiesta; pues también ellos habían ido a la fiesta.
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno de ellos tome un poco.
y entrando en una barca, se fueron al otro lado del mar hacia Capernaúm. Y era ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos.
Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca; y en seguida la barca llegó a la tierra adonde iban.
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, ellos también entraron en unas barcas y vinieron a Capernaúm, buscando a Jesús.
Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
Les dijo Nicodemo (el que vino a Él de noche, el cual era uno de ellos):
Y oyéndolo ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se encubrió, y salió del templo atravesando por en medio de ellos, y así pasó.
Entonces unos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y había disensión entre ellos.
Esta parábola les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?
Pero esto decía Jesús de su muerte; y ellos pensaban que hablaba del reposar del sueño.
Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía Éste, que abrió los ojos al ciego, hacer también que éste no muriera?
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
Entre tanto que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
Pero a pesar de que Él había hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en Él;
Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane.
Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora también ellos las han visto, y nos han aborrecido a mí y a mi Padre.
Entonces algunos de sus discípulos dijeron entre ellos: ¿Qué es esto que nos dice: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis, y: Porque yo voy al Padre?
porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y en verdad han conocido que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son.
Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo soy glorificado en ellos.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
Y no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. Y Judas, el que le entregaba, también estaba con ellos.
Entonces les volvió a preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús de Nazaret.
Y los siervos y los alguaciles que habían encendido unas brasas, porque hacía frío, estaban de pie y se calentaban; y Pedro también estaba con ellos de pie, calentándose.
¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.
Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio; y era de mañana; y ellos no entraron al pretorio para no ser contaminados, y así poder comer la pascua.
Entonces Pilato salió a ellos, y dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
Pero ellos dieron voces: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos rey sino a César.
Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Y tomaron a Jesús, y le llevaron.
Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y puesta sobre un hisopo, se la acercaron a la boca.
Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Entonces vino Jesús, estando las puertas cerradas, y poniéndose en medio, dijo: Paz a vosotros.
Simón Pedro les dijo: A pescar voy: Ellos le dijeron: Nosotros también vamos contigo. Fueron, y luego entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, siendo visto de ellos por cuarenta días, y hablándoles acerca del reino de Dios.
Y estando reunido con ellos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado; y una nube lo recibió, y lo encubrió de sus ojos.
Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que Él se iba, he aquí dos varones en vestiduras blancas se pusieron junto a ellos;
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
Así que, los que con gozo recibieron su palabra, fueron bautizados; y aquel día fueron añadidas a ellos como tres mil almas.
Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
y saltando, se puso en pie, y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
Y hablando ellos al pueblo, los sacerdotes y el magistrado del templo y los saduceos, vinieron sobre ellos,
Y aconteció que al día siguiente se reunieron en Jerusalén los príncipes de ellos, y los ancianos y los escribas;
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba de pie con ellos, no podían decir nada en contra.
diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, un milagro notable ha sido hecho por ellos, manifiesto a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.
Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres Dios, que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús; y abundante gracia había sobre todos ellos.
Y ningún necesitado había entre ellos; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,
Y de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; pero el pueblo los alababa grandemente.
tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
Ellos, oyendo esto, se enfurecieron, y tomaron consejo para matarlos.
Y ellos partieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por su Nombre.
Y él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar libertad por su mano; pero ellos no lo habían entendido.
Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?
quienes, habiendo descendido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo;
porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Y ellos, habiendo testificado y predicado la palabra del Señor, se volvieron a Jerusalén, y en muchas aldeas de los samaritanos predicaron el evangelio.
pero sus asechanzas fueron entendidas de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.
Y estaba con ellos, entrando y saliendo en Jerusalén;
Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándole que no se detuviese en venir a ellos.
Pedro entonces levantándose, fue con ellos. Y cuando llegó, le llevaron al aposento alto, y todas las viudas le rodearon, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.
Y al día siguiente, yendo ellos de camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;
y le vino una gran hambre, y quiso comer; pero mientras ellos preparaban, le sobrevino un éxtasis;
Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos; porque yo los he enviado.
Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y de buen testimonio en toda la nación de los judíos, fue avisado de Dios por un santo Ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.
Entonces les invitó a entrar, y los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.
diciendo: ¿Por qué has entrado a hombres incircuncisos, y has comido con ellos?
Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y estos seis hermanos también me acompañaron, y entramos en casa de un varón,
Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como sobre nosotros al principio.
Y de ellos había unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron a los griegos, predicando el evangelio del Señor Jesús.
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