'Me' en la Biblia
Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me sereís testigos en Jerusalem, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hicísteme notorios los caminos de la vida; Me henchirás de gozo con tu presencia.
Mas yo juzgaré, dijo Dios, la nación á la cual serán siervos: y después de esto saldrán y me servirán en este lugar.
Y Dios se apartó, y los entregó que sirviesen al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por cuarenta años, casa de Israel?
El cielo es mi trono, Y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo?
Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él.
Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Y le dijo el Señor: Ve: porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel:
Ananías entonces fué, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo.
Y les dijo: Vosotros sabéis que es abominable á un varón Judío juntarse ó llegarse á extranjero; mas me ha mostrado Dios que á ningún hombre llame común ó inmundo;
Por lo cual, llamado, he venido sin dudar. Así que pregunto: ¿por qué causa me habéis hecho venir?
Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.
Entonces la voz me respondió del cielo segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y vinieron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón,
Entonces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo.
Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba.
Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo: sacudiendo sus vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré á los Gentiles.
Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo en espíritu partir á Jerusalem, después de andada Macedonia y Acaya, diciendo: Después que hubiere estado allá me será menester ver también á Roma.
Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y tentaciones que me han venido por las asechanzas de los Judíos:
Y ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy á Jerusalem, sin saber lo que allá me ha de acontecer:
Mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan.
Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y á los que están conmigo, estas manos me han servido.
Y como comenzaron á meter á Pablo en la fortaleza, dice al tribuno: ¿Me será lícito hablarte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego?
Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre Judío, ciudadano de Tarso, ciudad no obscura de Cilicia: empero ruégote que me permitas que hable al pueblo.
Como también el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también tomando letras á los hermanos, iba á Damasco para traer presos á Jerusalem aun á los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como á medio día, de repente me rodeó mucha luz del cielo:
Y caí en el suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, á quién tú persigues.
Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve á Damasco, y allí te será dicho todo lo que te está señalado hacer.
Viniendo á mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré.
Y me aconteció, vuelto á Jerusalem, que orando en el templo, fuí arrebatado fuera de mí.
Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalem; porque no recibirán tu testimonio de mí.
Y me dijo: Ve, porque yo te tengo que enviar lejos á los Gentiles.
Entonces Pablo le dijo: Herirte ha Dios, pared blanqueada: ¿y estás tú sentado para juzgarme conforme á la ley, y contra la ley me mandas herir?
El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo, llamándome, me rogó que trajese á ti este mancebo, que tiene algo que hablarte.
Y ni me hallaron en el templo disputando con ninguno, ni haciendo concurso de multitud, ni en sinagogas, ni en la ciudad;
Ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan.
Cuando me hallaron purificado en el templo (no con multitud ni con alboroto) unos Judíos de Asia;
Porque si alguna injuria, ó cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehuso morir; mas si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede darme á ellos. A César apelo.
Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros: veis á éste, por el cual toda la multitud de los Judíos me ha demandado en Jerusalem y aquí, dando voces que no conviene que viva más;
Porque fuera de razón me parece enviar un preso, y no informar de las causas.
Acerca de todas las cosas de que soy acusado por los Judíos, oh rey Agripa, me tengo por dichoso de que haya hoy de defenderme delante de ti;
Mayormente sabiendo tú todas las costumbres y cuestiones que hay entre los Judíos: por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
En mitad del día, oh rey, vi en el camino una luz del cielo, que sobrepujaba el resplandor del sol, la cual me rodeó y á los que iban conmigo.
Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebraica: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones.
Entonces Agripa dijo á Pablo: Por poco me persuades á ser Cristiano.
Y Pablo dijo: Pluguiese á Dios que por poco ó por mucho, no solamente tú, mas también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas prisiones!
Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho;
Los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar; por no haber en mí ninguna causa de muerte.
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