'No' en la Biblia
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y entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubieran entrado en ellas, porque su parecer era aún malo, como al principio. Y yo desperté.
Y las espigas menudas tragaban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quién me lo declare.
y aquella abundancia no se echará de ver a causa del hambre siguiente, la cual será gravísima.
Y esté aquella provisión en depósito para la tierra, para los siete años del hambre que serán en la tierra de Egipto; y la tierra no perecerá de hambre.
Y dijo el Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú.
Y acopió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número.
Y dijo: He aquí, yo he oído que hay alimentos en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no nos muramos.
Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: Para que no le acontezca algún desastre.
Y cuando José vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán a comprar alimentos.
Y José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron.
Y ellos le respondieron: No, señor mío; mas tus siervos han venido a comprar alimentos.
Todos nosotros somos hijos de un mismo padre; somos {hombres} honrados, tus siervos no son espías.
Y él les dijo: No; a ver lo descubierto del país habéis venido.
Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece.
En esto seréis probados: Vive el Faraón que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí.
Enviad uno de vosotros, y traiga a vuestro hermano; y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si la verdad está con vosotros; y si no, vive el Faraón, que sois espías.
pero habéis de traerme a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así.
Y decían el uno al otro: Verdaderamente somos culpables referente a nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le oímos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.
Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis ofensa contra el joven; y no escuchasteis? He aquí también su sangre es requerida.
Y ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos.
Pero nosotros le dijimos: ``Somos {hombres} honrados, no somos espías.
Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; el uno no aparece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.
y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres de la verdad; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra.
Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no aparece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; sobre mí son todas estas cosas.
Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devolviere; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti.
Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros; que su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor hasta el Seol.
Y respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro sin vuestro hermano con vosotros.
Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro sin vuestro hermano con vosotros.
Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños.
Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta de él: si yo no te lo volviere y lo pusiere delante de ti, cargaré ante ti el pecado para siempre;
que si no nos hubiéramos detenido, cierto ahora hubiéramos ya vuelto dos veces.
Hemos traído también en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales.
Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; vuestro dinero vino a mí. Y sacó a Simeón a ellos.
Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.
Saliendo ellos de la ciudad, que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate, y sigue a esos hombres; y cuando los alcanzares, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien?
¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.
Y les dijo José: ¿Qué obra es ésta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?
Entonces Judá se llegó a él, y dijo: Te ruego señor mío, que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues que tú eres como el Faraón.
Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si le dejare, su padre morirá.
Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no descendiere con vosotros, no veréis más mi rostro.
Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano fuere con nosotros, iremos; porque no podemos ver el rostro del varón, no estando con nosotros nuestro hermano el menor.
y uno de ellos se fue de mi lado, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no le he visto;
Ahora, pues, cuando llegare yo a tu siervo mi padre, y el joven no fuere conmigo, porque su alma está ligada con el alma de él,
sucederá que cuando él no vea al joven, morirá: y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor hasta el Seol.
Porque tu siervo salió por fiador por el joven con mi padre, diciendo: Si no te lo devolviere, entonces yo cargaré con el pecado ante mi padre para siempre;
Porque ¿cómo iré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.
Entonces José no pudo contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, para darse a conocer José a sus hermanos.
Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José: ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.
Ahora pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; que para vida me envió Dios delante de vosotros;
Porque en estos dos años {ha habido} hambre en la tierra y todavía quedan otros cinco años en los cuales no habrá ni siembra ni siega.
Así pues, no me enviasteis vosotros acá, sino Dios, que me ha puesto por padre del Faraón, y por señor de toda su casa, y por enseñoreador en toda la tierra de Egipto.
Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas.
Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes.
Y no se os preocupe por vuestras alhajas, porque el bien de la tierra de Egipto será vuestro.
Y despidió a sus hermanos, y se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino.
Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y su corazón desmayó; pues no les creía.
Y dijo: Yo soy el Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque yo te pondré allí en gran gente.
Todas las personas {de la familia} de Jacob, que vinieron a Egipto, descendientes directos suyos, no incluyendo las mujeres de los hijos de Jacob, {eran} en total sesenta y seis personas.
Dijeron además al Faraón: Por morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que habiten tus siervos en la tierra de Gosén.
Y Jacob respondió al Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de sus peregrinaciones.
Y no había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave; y desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán.
Y acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubriremos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra.
¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos del Faraón: y danos simiente para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.
Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración del Faraón, y ellos comían su ración que el Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra.
Entonces José lo puso por estatuto hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para el Faraón el quinto; excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue del Faraón.
Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad; te ruego que no me entierres en Egipto;
Y los ojos de Israel estaban ya tan agravados de la vejez, que no podía ver. Y los hizo acercarse a él, y él los besó y abrazó.
Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también tu simiente.
Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu diestra sobre su cabeza.
Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también acrecentado; pero su hermano menor será más grande que él, y su simiente será plenitud de gentiles.
Corriente como las aguas, no seas el principal; por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.
En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro.
No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga SILOH; y a él se congregarán los pueblos.
Y les respondió José: No temáis: ¿Soy yo en lugar de Dios?
Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros niños. Así los consoló, y les habló al corazón.
Se levantó entretanto un nuevo rey sobre Egipto, que no conocía a José; el cual dijo a su pueblo:
Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se junte con nuestros enemigos, y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.
Mas las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, y daban la vida a los niños.
Y las parteras respondieron al Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; porque son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas.
Y no pudiendo tenerle más escondido, tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con pez y betún, y colocó en ella al niño, y lo puso en un carrizal a la orilla del río.
Y miró a todas partes, y viendo que no parecía haber nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena.
Y se le apareció el Angel del SEÑOR en una llama de fuego en medio de un zarzal; y él miró, y vio que el zarzal ardía en fuego, y el zarzal no se consumía.
Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora, y veré esta grande visión, por qué causa el zarzal no se quema.
Y dijo: No te acerques; quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte.
Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando os partiereis, no salgáis vacíos;
Entonces Moisés respondió, y dijo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No se te ha aparecido el SEÑOR.
Si aconteciere, que no te creyeren, ni oyeren la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río, y las derramarás en tierra; y se volverán aquellas aguas que tomarás del río, se volverán sangre en la tierra.
Entonces dijo Moisés al SEÑOR: ¡Ruego Señor! Yo no soy hombre de palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy pesado de boca y pesado de lengua.
Y el SEÑOR le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo el SEÑOR?
Entonces el SEÑOR se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y aun he aquí que él te saldrá a recibir, y viéndote, se alegrará en su corazón.
Y dijo el SEÑOR a Moisés: Cuando hubiereis vuelto a Egipto, mira que hagas delante del Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
Y yo te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; por tanto, he aquí yo mato a tu hijo, tu primogénito.
Y el Faraón respondió: ¿Quién es el SEÑOR, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al SEÑOR, ni tampoco dejaré ir a Israel.
Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, y sacrificaremos al SEÑOR nuestro Dios; para que no nos encuentre con pestilencia o con espada.
De aquí en adelante no daréis hornija al pueblo para hacer ladrillo, como ayer y antes de ayer; vayan ellos y recojan hornija por sí mismos.
Y habéis de ponerles la tarea del ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, y por eso levantan la voz diciendo: Vamos y sacrificaremos a nuestro Dios.
Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras de mentira.
Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus gobernadores, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho el Faraón: Yo no os doy hornija.
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- El amor, el abuso de
- El desaliento
- El fraude
- El materialismo, como un aspecto del pecado
- El monoteísmo
- El pecado, la naturaleza de
- El pecado, y el carácter de Dios
- El sufrimiento de los inocentes
- Escuchar
- Exclusión
- Falsa confianza
- Incesante
- Incredulidad, como respuesta a Dios
- Inferioridad
- Inutilidad
- Irreverencia.
- La abstinencia
- La auto-confianza
- La crueldad
- La guerra espiritual, los enemigos en
- La incredulidad, la naturaleza y los efectos de
- La infidelidad a Dios
- La legítima voluntad
- La ley, los diez mandamientos
- La mano de Dios
- La muerte debida a la presencia de Dios
- La opresión, la naturaleza de
- La participación, en pecado
- La pobreza espiritual,
- La religión falsa
- La ética, los incentivos hacia
- La ética, personal
- Las batallas
- Lealtad
- Liberado del temor
- Llanto
- Locura, Efectos de
- Los adúlteros
- Los extranjeros
- Los fallos
- Los muertos
- Los prejuicios
- Los sacerdotes, en función de los tiempos de OT
- Mal, los creyentes' respuestas a
- Mano de Dios
- Moderación
- Muerte evitada
- Negarse a escuchar
- Ningún alimento
- Ningún otro es dios
- No Conocer Gente
- No creer en Jesús
- No creer las personas
- No encontrando
- No hay sobrevivientes
- No morir
- No saber acerca de Cristo
- Noche
- Nombres y Títulos Para el cristiano
- Nunca
- Obstinados individuos
- Odio
- Opacidad
- Orientación, necesidad de Dios
- Oro
- Palabra de Dios
- Pensamiento
- Pies
- Posibilidad de muerte
- Prayerlessness
- Profecías acerca de Cristo
- Profecías mesiánicas
- Receptividad
- Rechazo de Dios
- Rechazo de Dios, resultados de
- Reclamaciones
- Respuesta
- Resto, físico
- Rostro de Dios
- Seguridad
- Siendo sin entender
- Siete días
- Silencio
- Soledad
- Tener miedo
- Tropiezo
- Tutores
- Visión
- Yo soy el Señor
- Ahorrar dinero
- Ajustar cuentas
- Alimentar a los pobres
- Amar a los niños
- Aquellos que fueron ignorantes
- Aquellos que no hablaron
- Ayudar a los más necesitados
- Ayudar a los necesitados
- Ayudar a los pobres
- Comer carne
- Cometer errores
- Confiar en Dios y no preocuparse
- Confiar en los demás
- Conocer el reino de Dios
- Cosechar lo que uno siembra
- Creer en uno mismo
- Cuidar el cuerpo propio
- Dar dinero a la Iglesia
- Decir la verdad
- Disfrutar la vida
- El abuso
- El alcoholismo
- El cambio personal
- El castigo
- El conflicto
- El enojo y el perdón
- El habla
- El hombre y la mujer
- El juicio
- El marido y la mujer
- El matrimonio
- El matrimonio entre un hombre y una mujer
- El matrimonio homosexual
- El mañana
- El miedo y la preocupación
- El mundo
- El padre
- El rechazo
- El renacimiento
- El respeto
- El respeto por la autoridad
- El sacrificio
- El sexo
- El sexo antes del matrimonio
- El éxito y el trabajo arduo
- Escuchar a Dios
- Esperar hasta el matrimonio
- Estar contento
- Estar perdido
- Extrañar a alguien
- Hacer lo correcto
- Jurar
- Juzgar las acciones ajenas
- La aceptación
- La adversidad
- La agonía
- La ambición
- La ansiedad y el miedo
- La ayuda
- La carne de cerdo
- La codicia
- La compasión
- La competencia
- La condena
- La culpa
- La desesperación
- La desilusión
- La enfermedad
- La esclavitud
- La falta de paz
- La falta de sanación
- La ignorancia
- La ignorancia de los hechos
- La infidelidad
- La intrepidez
- La jactancia
- La lucha
- La mentira
- La mentira y el engaño
- La muerte de un niño
- La muerte que provoca el pecado
- La obstaculización de la obra de Dios
- La ocultación de las cosas de Dios
- La oscuridad
- La perspectiva
- La preocupación y el estrés
- La práctica
- La pérdida de un ser querido
- La raza
- La rebelión
- La relación entre padre e hijo
- La responsabilidad
- La revelación de la salvación de Dios
- La revelación de las cosas de Dios
- La tibieza
- La venganza
- La vida eterna
- Las acusaciones
- Las bebidas alcohólicas
- Las bendiciones del dinero
- Las brujas
- Las esposas
- Las personas que no quieren
- Las preocupaciones
- Las pruebas
- Las sorpresas
- Libros históricos
- Los cónyuges
- Los demás que no responden
- Los desastres naturales
- Los errores de los padres
- Los falsos amigos
- Los ladrones
- Los logros
- Los padres
- Los ríos
- Mantenerse fuerte y no rendirse
- Mantenerse positivo
- Mudarse a un nuevo lugar
- No complacer a Dios
- No escatimar
- No escuchar
- No estar solo
- No poder hacer otras cosas
- No preocuparse
- No rendirse nunca
- No temer a los hombres
- No temer pues Dios está contigo
- Perder a alguien
- Perder a un ser querido
- Preocuparse
- Preocuparse por el futuro
- Que todo pasa por algo
- Sentirse perdido
- Ser buen padre
- Ser feliz y disfrutar la vida
- Ser positivo
- Ser soltero
- Tener miedo
- Un buen esposo