'Sus' en la Biblia
así como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra;
Y cuando ella le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en las imaginaciones de sus corazones;
Y oyeron sus vecinos y sus parientes que Dios había mostrado para con ella grande misericordia, y se regocijaron con ella.
Y vino temor sobre todos sus vecinos; y todas estas cosas se divulgaron por todas las montañas de Judea.
tal como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio del mundo;
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para preparar sus caminos;
para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para remisión de sus pecados,
él entonces le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
E iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua.
Y todos los que le oían, se admiraban de su inteligencia, y de sus respuestas.
como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.
Y el pueblo estaba en expectativa, y se preguntaban todos en sus corazones en cuanto a Juan, si él sería el Cristo.
porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden;
y: En sus manos te sostendrán, para que no tropieces tu pie en piedra.
Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.
Pero su fama mucho más se extendía, y grandes multitudes se reunían para oírle, y ser sanados por Él de sus enfermedades.
Y los escribas y los fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?
Y aconteció en el segundo sábado después del primero, que pasando Él por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas, y comían, restregándolas con las manos.
Y cuando fue de día, llamó a sus discípulos, y escogió doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles.
Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
Y alzando Él sus ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres; porque vuestro es el reino de Dios.
Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo; porque he aquí vuestro galardón es grande en el cielo; porque así hacían sus padres a los profetas.
¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablaren bien de vosotros! Porque así hacían sus padres a los falsos profetas.
Y cuando acabó todas sus palabras a oídos del pueblo, entró en Capernaúm.
Y aconteció el siguiente día, que Él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con Él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.
Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro?
Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
y estando detrás de Él a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
Por lo cual te digo que sus muchos pecados le han sido perdonados; porque amó mucho; mas a quien se le perdona poco, poco ama.
y Juana, esposa de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.
Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola?
Entonces vinieron a Él su madre y sus hermanos; y no podían llegar a Él a causa de la multitud.
Y aconteció un día que Él entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.
Y sus padres estaban atónitos; pero Él les mandó que a nadie dijesen lo que había sido hecho.
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los bendijo, y partió, y dio a sus discípulos para que pusiesen delante de la multitud.
Y todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Y admirándose todos de todas las cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos:
Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, así como hizo Elías?
Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú, ve, y predica el reino de Dios.
Pero en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid:
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo en privado: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis:
y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Y aconteció que estaba Él orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Pero cuando viene otro más fuerte que él y lo vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.
De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.
En esto, juntándose una innumerable multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía.
Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
En verdad os digo que él le pondrá sobre todos sus bienes.
En este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios.
Y puso sus manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba a Dios.
Y diciendo Él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios. Y todo el pueblo se regocijaba de todas las cosas gloriosas que eran hechas por Él.
Es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!
Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros, gozoso;
y viniendo a casa, reúne a sus amigos y a sus vecinos, diciéndoles: Regocijaos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido.
Y cuando la halla, reúne a sus amigas y a sus vecinas, diciendo: Regocijaos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.
y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me pertenece. Y él les repartió sus bienes.
Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Pero el padre dijo a sus siervos: Traed la mejor vestidura, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies;
Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él de que había disipado sus bienes.
Ya sé lo que haré para que cuando sea quitado de la mayordomía, me reciban en sus casas.
Y en el infierno alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno.
y se postró sobre su rostro a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
En aquel día, el que esté en la azotea, y sus pertenencias en casa, no descienda a tomarlas; y el que esté en el campo, igualmente, no vuelva atrás.
¿Y no cobrará Dios venganza por sus escogidos, que claman a Él día y noche, aunque sea longánimo para con ellos?
Pero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,
Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, pusieron a Jesús encima.
Y yendo Él, tendían sus mantos por el camino.
Y no pudieron prenderle en sus palabras delante del pueblo; y maravillados de su respuesta, se callaron.
Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:
Y levantando la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas.
Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.
Y cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo de tristeza;
Mas Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y le volvió a enviar a Pilato.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestiduras, echaron suertes.
Y todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
Entonces ellas se acordaron de sus palabras.
Y los condujo fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.