'Tú' en la Biblia
- 1.Gé 3:9-Gé 27:24
- 2.Gé 27:29-Gé 50:6
- 3.Gé 50:16-Éx 23:33
- 4.Éx 24:1-Levítico 27:23
- 5.Levítico 27:27-Deuteronomio 6:10
- 6.Deuteronomio 6:11-Deuteronomio 15:12
- 7.Deuteronomio 15:14-Deuteronomio 25:18
- 8.Deuteronomio 25:19-Deuteronomio 33:26
- 9.Deuteronomio 33:27-Jueces 19:20
- 10.Jueces 19:22-1 Samuel 23:11
- 11.1 Samuel 23:17-2 Samuel 12:12
- 12.2 Samuel 12:13-1 Reyes 2:37
- 13.1 Reyes 2:38-1 Reyes 19:15
- 14.1 Reyes 19:16-1 Crónicas 11:2
- 15.1 Crónicas 12:18-2 Crónicas 25:18
- 16.2 Crónicas 25:19-Job 15:10
- 17.Job 15:12-Salmos 13:5
- 18.Salmos 15:1-Salmos 41:10
- 19.Salmos 42:3-Salmos 69:13
- 20.Salmos 69:16-Salmos 88:12
- 21.Salmos 88:13-Salmos 119:38
- 22.Salmos 119:40-Salmos 140:6
- 23.Salmos 140:7-Proverbios 25:8
- 24.Proverbios 25:9-Isaías 22:2
- 25.Isaías 22:9-Isaías 52:1
- 26.Isaías 52:2-Jeremías 12:1
- 27.Jeremías 12:2-Jeremías 49:12
- 28.Jeremías 49:16-Ezequiel 17:12
- 29.Ezequiel 19:1-Ezequiel 37:16
- 30.Ezequiel 37:17-Abdías 1:13
- 31.Abdías 1:14-Mateo 13:27
- 32.Mateo 14:28-Lucas 9:49
- 33.Lucas 9:60-Juan 13:7
- 34.Juan 13:38-Romanos 13:4
- 35.Romanos 13:9-Apocalipsis 18:14
Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y aún no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?
Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique a ti.
Y ésta es la vida eterna: Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.
Y ahora, oh Padre, glorifícame tú contigo mismo, con la gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y en verdad han conocido que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Y ya no estoy en el mundo; pero éstos están en el mundo, y yo a ti vengo. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad: Tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Entonces Jesús dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que mi Padre me ha dado, ¿no la he de beber?
Entonces la criada que guardaba la puerta, dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Él dijo: No soy.
Y estaba Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú también uno de sus discípulos? Él negó, y dijo: No soy.
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
Jesús le respondió: ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
Pilato respondió: ¿Soy yo judío? Tu nación misma, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Pilato entonces le dijo: ¿Acaso, eres tú rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio respuesta.
Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo lo llevaré.
Entonces dijo a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos; y da acá tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Jesús les dijo: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién eres? Sabiendo que era el Señor.
Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
Vuelve a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis ovejas.
Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro, entristecido de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Tú sígueme.
Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido
Porque no dejarás mi alma en el infierno, ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia.
Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: Y en tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.
Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres Dios, que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
que por boca de David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?
Pues verdaderamente se juntaron contra tu santo Hijo Jesús, a quien tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
para hacer lo que tu mano y tu consejo habían predeterminado que se hiciese.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra;
y extiende tu mano para que sanidades, y milagros y prodigios sean hechos por el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y te quedases con parte del precio de la heredad?
Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
Y Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.
y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que te mostraré.
¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio?
Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se adquiere con dinero.
No tienes tú ni parte ni suerte en este asunto; porque tu corazón no es recto delante de Dios.
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón.
Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra los aguijones.
y aun aquí tiene autoridad de los príncipes de los sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
Y Pedro le dijo: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y al instante se levantó.
Y le habló la voz la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
y dijo: Cornelio, tu oración es oída, y tus limosnas han venido en memoria delante de Dios.
Así que en seguida envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha encomendado.
Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
el cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa.
Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.
la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros; resucitando a Jesús; como también en el salmo segundo está escrito: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa.
Tómalos contigo, y purifícate con ellos, y paga con ellos para que rasuren sus cabezas; y todos entenderán que no hay nada de lo que fueron informados acerca de ti; sino que tú también andas ordenadamente, y guardas la ley.
¿No eres tú aquel egipcio que levantaste una sedición antes de estos días, y sacaste al desierto cuatro mil hombres sicarios?
Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quién tú persigues.
Y le vi que me decía: Date prisa, y sal cuanto antes de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu mártir, yo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
Entonces vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú romano? Él dijo: Sí.
Entonces Pablo le dijo: Dios te golpeará a ti, pared blanqueada: ¿Pues tú estás sentado para juzgarme conforme a la ley, y contra la ley me mandas golpear?
Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás al príncipe de tu pueblo.
Pero tú no les creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales han hecho voto bajo maldición, de no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están apercibidos esperando de ti promesa.
Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Debido a ti gozamos de gran quietud, y muchas cosas son bien gobernadas en la nación por tu providencia;
Pero por no serte muy tedioso, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu gentileza.
mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, al interrogarle, podrás enterarte de todas estas cosas de que le acusamos.
Porque tú puedes verificar que no hace más de doce días yo subí a adorar a Jerusalén;
Y Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien.
Mayormente sabiendo que tú eres conocedor de todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios, que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
Mas por tu dureza, y tu corazón no arrepentido, atesoras ira para ti mismo, para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios,
He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,
Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?
Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas a los ídolos, ¿cometes sacrilegio?
Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?
Pues la circuncisión ciertamente aprovecha si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión es hecha incircuncisión.
El cual creyó en esperanza contra esperanza, para venir a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que le había sido dicho: Así será tu simiente.
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques contra Dios? ¿Dirá lo formado al que lo formó: Por qué me has hecho así?
Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo.)
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe la cual predicamos:
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Y si algunas de las ramas fueron quebradas, y tú, siendo olivo silvestre fuiste injertado entre ellas, y fuiste hecho partícipe con ellas de la raíz y de la savia del olivo;
no te jactes contra las ramas. Y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.
Bien; por su incredulidad fueron quebradas, mas tú por la fe estás en pie. No te enaltezcas, antes teme.
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permaneciereis en su bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.
Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
Así que si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer, y si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
Porque es ministro de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; pues no en vano lleva la espada; porque es ministro de Dios, vengador para ejecutar la ira sobre el que hace lo malo.
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