'Niño' en la Biblia
Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac.
Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con asfalto y betún, y colocó en ella al niño, y lo puso en un carrizal a la orilla del río:
Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.
Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte a una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?
Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño;
a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y lo crió.
Y cuando creció el niño, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.
Y al octavo día se circuncidará la carne del prepucio del niño.
gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni perdonará al niño;
Porque he aquí que concebirás, y darás a luz un hijo; y no pasará navaja sobre su cabeza, porque aquel niño será nazareo para Dios desde el vientre, y él comenzará a librar a Israel de mano de los filisteos.
Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será nazareo para Dios hasta el día de su muerte.
Entonces Manoa oró a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que tú enviaste venga otra vez a nosotros y nos enseñe lo que debemos hacer con el niño que ha de nacer.
Entonces Manoa dijo: Cúmplase pues, tu palabra. ¿Qué orden daremos al niño, y qué se ha de hacer con él?
Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo.
Y Noemí tomó al niño y lo puso en su regazo, y le fue su aya.
Mas Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, y entonces lo llevaré para que se presente delante de Jehová, y se quede allá para siempre.
Y después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, y un efa de harina, y un odre de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.
Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.
Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí.
Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por el arca de Dios que fue tomada, y por la muerte de su suegro y de su marido.
Y Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán llegó de Jezreel, y su nodriza le tomó y huyó; y sucedió que cuando ella huía apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefiboset.
Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la esposa de Urías había dado a luz de David, y enfermó gravemente.
Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó toda la noche acostado en tierra.
Y aconteció que al séptimo día murió el niño. Y los siervos de David temían hacerle saber que el niño había muerto, y decían entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?
Mas David viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.
Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Viviendo aún el niño, ayunabas y llorabas por él; y muerto el niño, te levantaste y comiste pan.
Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, para que viva el niño?
En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.
Entonces el rey respondió y dijo: Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
Y toma en tu mano diez panes, y turrones, y una botija de miel, y ve a él; que te declare lo que ha de ser de este niño.
Y tú levántate, y vete a tu casa; y al poner tu pie en la ciudad, morirá el niño.
Entonces la esposa de Jeroboam se levantó, y se fue, y vino a Tirsa: y entrando ella por el umbral de la casa, el niño murió.
Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová, y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que el alma de este niño vuelva a él.
Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.
Tomando luego Elías al niño, lo trajo de la cámara a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive.
Y cuando el niño creció, aconteció que un día salió a su padre, a los segadores.
Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi bordón en tu mano, y ve; y si alguno te encontrare, no lo saludes; y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi bordón sobre el rostro del niño.
Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Él entonces se levantó, y la siguió.
Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el bordón sobre el rostro del niño, pero no tenía voz ni sentido; y así se había vuelto para encontrar a Eliseo; y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.
Y cuando Eliseo entró en la casa, he aquí que el niño estaba muerto, tendido sobre su cama.
Después subió, y se echó sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
Volviéndose luego, se paseó por la casa a una parte y a otra, y después subió, y se tendió sobre él; y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y fue limpio.
Su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud.
En verdad que me he comportado y he acallado mi alma, como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma.
Instruye al niño en el camino que debe andar; y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será abandonada de sus dos reyes.
Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y madre mía, será quitada la fuerza de Damasco y los despojos de Samaria, en la presencia del rey de Asiria.
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado será sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Y los árboles que quedaren en su bosque, serán en número que un niño los pueda contar.
Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.
Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la serpiente.
No habrá más allí niño que muera de días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años, será maldito.
Y yo dije: ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
Y me dijo Jehová: No digas, soy niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.
¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño placentero? Pues desde que hablé contra él, fervientemente le he recordado. Por eso mis entrañas se conmueven por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová.
Ahora, pues, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vuestras almas, para ser talados varón y mujer, y niño de pecho, de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno;
Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
La lengua del niño de pecho, se pegó a su paladar, a causa de la sed: Los pequeños pidieron pan, y no hubo quien para ellos lo partiese.