180 casos

'Nadie' en la Biblia

Si afligieres a mis hijas, o si tomares otras esposas además de mis hijas, nadie está con nosotros; mira, Dios es testigo entre tú y yo.

Y sucedió que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí.

No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de conmigo a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos.

Y miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena.

Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

Mirad que Jehová os dio el sábado, y por eso os da en el sexto día pan para dos días. Quédese cada uno en su lugar; y que nadie salga de su lugar en el séptimo día.

Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y se muriere o se perniquebrare, o fuere llevado sin verlo nadie;

Y a los que quedaren de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueve los perseguirá, y huirán como de la espada, y caerán sin que nadie los persiga.

Y tropezarán los unos en los otros, como si huyeran delante de la espada, aunque nadie los persiga; y no podréis resistir delante de vuestros enemigos.

Pero el primogénito de los animales, que por la primogenitura es de Jehová, nadie lo santificará; sea buey u oveja, de Jehová es.

Y Él entregará sus reyes en tu mano, y tú destruirás el nombre de ellos de debajo del cielo; nadie te hará frente hasta que los destruyas.

Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová vuestro Dios sobre la faz de toda la tierra que hollareis, como Él os ha dicho.

Pero Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel: nadie entraba, ni salía.

como Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro: y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz.

pues Jehová ha echado de delante de vosotros a grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido permanecer delante de vosotros.

Entonces aquellos cinco hombres partieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los sidonios; sin que nadie en aquella región los humillase en cosa alguna; y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios con nadie.

Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón, y no tenían comercio con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay en Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella.

Y vino David a Nob, a Ahimelec sacerdote: y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Por qué vienes tú solo, y nadie contigo?

Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna de este asunto a que yo te envío, y que yo te he mandado; y yo señalé a los criados un cierto lugar.

Se llevó, pues, David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.

Y se habían llevado cautivas a las mujeres que estaban en ella. Pero no mataron a nadie, ni pequeño ni grande, sino se los habían llevado, y siguieron su camino.

Y el rey dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies.

Pero los hijos de Belial serán todos ellos arrancados como espinos, los cuales nadie toma con la mano;

Y el cuerpo de Jezabel fue cual estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel; de manera que nadie pueda decir: Ésta es Jezabel.

Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros. No quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra.

No permitió que nadie los oprimiese; antes por amor de ellos castigó a los reyes.

Los judíos se juntaron en sus ciudades en todas las provincias del rey Asuero, para echar mano sobre los que habían procurado su mal; y nadie pudo contra ellos, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos.

El ojo del adúltero aguarda al anochecer, diciendo: No me verá nadie; y disfraza su rostro.

He aquí que Dios es poderoso, mas no desestima a nadie; es poderoso en fuerza y sabiduría.

Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?

Miré a mi mano derecha, y observé; mas no había quien me conociese; no tuve refugio, nadie se preocupó por mi alma.

y se halló en ella un hombre pobre, sabio, el cual libró la ciudad con su sabiduría; sin embargo, nadie se acordó de aquel hombre pobre.

Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillos, crujirá los dientes, y arrebatará la presa; la apañará, y nadie se la quitará.

Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.

Quebrantada está la ciudad de la confusión; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.

¡Ay de ti, el que saqueas, y nunca fuiste saqueado; el que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabares de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabares de hacer deslealtad, se hará contra ti.

No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, nunca jamás pasará nadie por ella.

Llamarán a sus nobles para el reino, pero no habrá nadie allí, y todos sus príncipes serán nada.

¿Por qué cuando vine, no había nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano, para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; torno los ríos en desierto, sus peces hieden, y mueren de sed por falta de agua.

Aunque fuiste abandonada y aborrecida, tanto que nadie por ti pasaba, yo haré de ti gloria perpetua, gozo de generación y generación.

He pisado el lagar yo solo, y de los pueblos nadie fue conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestiduras, y manché todo mi ropaje.

también yo escogeré sus escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron; antes hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que no me agrada.

¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti corresponde; porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay nadie como tú.

¿Es este hombre Conías un ídolo vil quebrado? ¿Es vaso con quien nadie se deleita? ¿Por qué fueron arrojados, él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido?

Entonces dijeron los príncipes a Baruc: Ve, y escóndete tú y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis.

Y dijo Sedequías a Jeremías: Que nadie sepa estas palabras, y no morirás.

Sucedió además, un día después que mató a Gedalías, cuando nadie lo sabía aún,

Como el trastornamiento de Sodoma y de Gomorra, y de sus ciudades vecinas, dice Jehová, no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre.

Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra que no morará en ella nadie, ni pasará por ella hijo de hombre.

ni oprimiere a nadie; la prenda no retuviere, ni cometiere robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere de ropa al desnudo;

Y ellos sentirán su vergüenza, y toda su rebelión con que prevaricaron contra mí, cuando habiten seguros en su tierra, sin que nadie los espante;

Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.

Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para testimonio a ellos.

Y cuando Él llegó a la otra ribera, a la región de los gergesenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, fieros en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.

Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.

Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.

Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que Él era Jesús el Cristo.

Y alzando ellos sus ojos a nadie vieron, sino a Jesús solo.

Y cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.

Ellos le dicen: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.

Y le enviaron los discípulos de ellos, con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres.

Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más.

y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.

Nadie cose remiendo de paño nuevo en vestido viejo, de otra manera el remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura.

Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

que tenía su morada entre los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.

Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos, y nadie le podía domar.

Y no permitió que le siguiese nadie, salvo Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.

Y Él les encargó mucho que nadie lo supiese, y mandó que se le diese de comer.

Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.

Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.

Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

Y luego, mirando alrededor, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.

Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.

Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.

Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti, por siempre. Y sus discípulos lo oyeron.

y no consentía que nadie atravesase el templo llevando vaso alguno.

Y viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios en verdad: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

Y Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe;

Y ellas se fueron aprisa, huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.

Y le dijeron: No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.

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