103 casos

'Ven' en la Biblia

Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y acostémonos con él, y conservaremos de nuestro padre descendencia.

Y le dijo: Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? yo he limpiado la casa, y el lugar para los camellos.

Ven, pues, ahora, hagamos alianza tú y yo; y sea en testimonio entre nosotros dos.

Y dijo Israel a José: ¿No están tus hermanos apacentando las ovejas en Siquem? Ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí.

Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas:

Y he aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla.

Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Reuel madianita, su suegro: Nosotros vamos hacia el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque Jehová ha hablado bien respecto a Israel.

Y ahora nuestra alma se seca; que nada sino maná ven nuestros ojos.

Ven pues ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo: quizá podré yo herirlo, y echarlo de la tierra. Porque yo sé que el que tú bendijeres, será bendito, y el que tú maldijeres, será maldito.

He aquí este pueblo que ha salido de Egipto, cubre la faz de la tierra: ven pues ahora, y maldícemelo; quizá podré pelear con él, y echarlo.

Porque sin duda te honraré mucho, y haré todo lo que me digas; ven, pues, te ruego, maldíceme a este pueblo.

Y él tomó su parábola, y dijo: De Aram me trajo Balac, rey de Moab, de los montes del oriente: Ven, maldíceme a Jacob; y ven, execra a Israel.

He aquí yo me voy ahora a mi pueblo; por tanto, ven, te indicaré lo que este pueblo ha de hacer a tu pueblo en los postreros días.

Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.

Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró con ella, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca en la sien.

Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.

y dijeron a Jefté: Ven y sé nuestro capitán para que peleemos contra los hijos de Amón.

Y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la noche.

Ven, lleguemos a uno de esos lugares, para pasar la noche en Gabaa, o en Ramá.

Y Boaz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente redentor del cual Boaz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino, y se sentó.

Y cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, dejado el cuidado de las asnas, estará preocupado por nosotros.

Y un día aconteció, que Jonatán hijode Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven, y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está al otro lado. Y no lo hizo saber a su padre.

Dijo, pues, Jonatán a su criado que le traía las armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá Jehová haga algo por nosotros; que no es difícil a Jehová salvar con muchos o con pocos.

Y Jehová dijo a Samuel: ¿Hasta cuándo has tú de llorar por Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven; yo te enviaré a Isaí, de Belén; porque de sus hijos me he provisto de rey.

Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo, y a las bestias del campo.

Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.

Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han invadido el país.

Y cuando ella se las puso delante para que comiese, él asió de ella, diciéndole: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.

Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y todos los pequeños que estaban con él.

Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que salves tu vida, y la vida de tu hijo Salomón.

Y el rey dijo al varón de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente.

Le dijo entonces: Ven conmigo a casa, y come pan.

Y le dijo: Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová. Lo pusieron, pues, en su carro.

Entonces Amasías envió embajadores a Joás, hijo de Joacaz hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: Ven, y veámonos de rostro.

Y Amasías rey de Judá, habiendo tomado consejo, envió a decir a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel: Ven, y veámonos cara a cara.

Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos juntos en alguna de las aldeas en el campo de Ono. Pero ellos habían pensado hacerme mal.

Y que has puesto profetas que prediquen de ti en Jerusalén, diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven por tanto, y consultemos juntos.

Los ojos de los que me ven, no me verán más; fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser.

Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?

Los hombres todos la ven; la mira el hombre de lejos.

Despierta tu poder delante de Efraín, y de Benjamín, y de Manasés, y ven a salvarnos.

Si dijeren: Ven con nosotros, pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente;

Dice al que es simple: Ven acá. A los faltos de cordura, dice:

Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás del placer. Mas he aquí esto también era vanidad.

Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.

la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.

Ven conmigo del Líbano, oh esposa mía, ven conmigo del Líbano: Mira desde la cumbre de Amana, desde la cumbre de Senir y de Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos.

Levántate, viento del norte, y ven, viento del sur; soplad sobre mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta.

Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas.

Jehová, levantada está tu mano, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá.

No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos.

Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos para su confusión son testigos, que ellos ni ven ni entienden.

Entonces enviaron todos los príncipes a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que dijese a Baruc: Toma el rollo en que leíste a oídos del pueblo, y ven. Y Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano, y vino a ellos.

Y ahora yo te he soltado hoy de las esposas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo miraré por ti; mas si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, déjalo; mira, toda la tierra está delante de ti; ve a donde mejor y más cómodo te pareciere ir.

y dijeron al profeta Jeremías: Sea acepta nuestra súplica delante de ti, y ora por nosotros a Jehová tu Dios, por todo este remanente (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como nos ven tus ojos),

Y será mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán escritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.

los profetas de Israel que profetizan a Jerusalén, y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor.

Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así dice Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.

sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus príncipes, tus esposas y tus concubinas habéis bebido vino en ellos; además de esto diste alabanza a dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y de quien son todos tus caminos, no honraste.

Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

Y Él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas para ir a Jesús.

Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, decid a Juan lo que habéis visto y oído; cómo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es predicado el evangelio;

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo en privado: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis:

y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.

y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que te mostraré.

Ciertamente, he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.

Y vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes, como con voz de trueno, diciendo: Ven y mira.

Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que estaba sentado sobre él tenía una balanza en su mano.

Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas;

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