'Al' en la Biblia
A éstos también, después de su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo concerniente al reino de Dios.
Y estando mirando fijamente al cielo mientras El ascendía, aconteció que se presentaron junto a ellos dos varones en vestiduras blancas,
los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Y entrados, subieron al aposento alto, donde estaban Pedro y Jacobo, y Juan y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón Zelote, y Judas hermano de Jacobo.
Y {esto} llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua Acéldama, es decir, campo de sangre.)
comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros Jesús fue recibido arriba {al cielo}, uno sea constituido testigo con nosotros de Su resurrección."
Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás (al que también llamaban Justo) y a Matías.
para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía.
Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia (Africa) alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto Judíos como prosélitos (Gentiles convertidos al Judaísmo),
al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible ser detenido de ella.
Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; porque lo tengo a la diestra, no seré removido.
Así que siendo profeta, y sabiendo que con juramento le había Dios jurado que del fruto de su lomo, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono;
Al oír {esto,} compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?
Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración.
alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos.
Pedro y Juan subían juntos al Templo a la hora novena, la de la oración.
Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día a la puerta del Templo que se llama la Hermosa, para que pidiera \'
Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna.
Y asiéndolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza,
y de un salto se puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? O ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud o piedad hubiéramos hecho andar a éste?
El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, al cual vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, juzgando él que había de ser suelto.
Mas vosotros al Santo y al Justo negasteis, y pedisteis que se os diera un hombre homicida;
y matasteis al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos; de lo que nosotros somos testigos.
al cual de cierto es necesario que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, del cual habló Dios por boca de todos sus profetas que han sido desde el siglo.
Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con vuestros padres, al decir a Abraham: Y EN TU SIMIENTE SERAN BENDITAS TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA.
A vosotros primeramente, Dios, habiendo resucitado a su Hijo Jesús, le envió para que os bendijese, al convertirse cada uno de su maldad.
Y hablando ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado del Templo, y los saduceos,
resentidos de que enseñaran al pueblo, y anunciaran en el Nombre de Jesús la resurrección de los muertos.
Y aconteció al día siguiente, que se juntaron en Jerusalén los príncipes de ellos, y los ancianos, y los escribas;
Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
Al ver la confianza de Pedro y de Juan, y dándose cuenta de que eran hombres sin letras y sin preparación, se maravillaban, y reconocían que ellos habían estado con Jesús.
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba con ellos, no podían decir nada en contra.
Al oír ellos {esto,} unánimes alzaron la voz a Dios y dijeron: Oh, Señor, tú eres el que HICISTE EL CIELO Y LA TIERRA, EL MAR Y TODO LO QUE EN ELLOS HAY,
Porque verdaderamente se juntaron (en esta ciudad) contra tu santo siervo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y los pueblos de Israel,
Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón a que mintieras al Espíritu Santo, y sustrajeras del precio de la heredad?
Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró; y vino un gran temor sobre todos los que {lo} supieron.
Y Pedro le dijo: ¿Por qué os concertasteis para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán.
Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró. Al entrar los jóvenes, la hallaron muerta, y {la} sacaron y {le} dieron sepultura junto a su marido.
Y más y más creyentes en el Señor, multitud de hombres y de mujeres, se añadían constantemente {al número de ellos},
a tal punto que aun sacaban los enfermos a las calles y {los} tendían en lechos y camillas, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayera sobre alguno de ellos.
Id, y estando en el Templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida.
Habiendo oído {esto,} entraron al amanecer en el templo y enseñaban. Cuando llegaron el sumo sacerdote y los que estaban con él, convocaron al concilio, es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y enviaron {órdenes} a la cárcel para que los trajeran.
Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel, están en el Templo, y enseñan al pueblo.
Entonces el capitán fue con los alguaciles y los trajo sin violencia (porque temían al pueblo, no fuera que los apedrearan).
El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole en el madero.
Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien; al que se agregó un número de hombres como cuatrocientos, el cual fue muerto; y todos los que le creyeron fueron dispersos, y reducidos a nada.
Por aquellos días, al multiplicarse {el número} {de} los discípulos, surgió una queja de parte de los {judíos} helenistas en contra de los judíos {nativos,} porque sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria {de los alimentos}.
Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra.
Lo propuesto tuvo la aprobación de toda la congregación, y escogieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito (Gentil convertido al Judaísmo) de Antioquía.
Mas no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu que hablaba.
Y conmovieron al pueblo, y a los ancianos, y a los escribas; y arremetiendo le arrebataron, y le trajeron al concilio.
Y al fijar la mirada en él, todos los que estaban sentados en el concilio vieron su rostro como el rostro de un ángel.
Y le dio el Pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.
Mas siendo puesto al peligro, la hija de Faraón le tomó, y le crió por hijo.
Y como vio a uno que era injuriado, le defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al injuriado.
Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os injuriáis los unos a los otros?
¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio?
Al oír estas palabras, MOISES HUYO Y SE CONVIRTIO EN EXTRANJERO EN LA TIERRA DE MADIAN, donde fue padre de dos hijos.
Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino {a él} la voz del Señor:
A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? A éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del ángel que le apareció en la zarza.
al cual nuestros padres no quisieron obedecer; antes le desecharon, y se apartaron de corazón a Egipto,
Y entonces hicieron el becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron.
Y Dios se apartó, y los entregó a que sirvieran al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, Casa de Israel?
Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como {le} había ordenado que lo hiciera Aquél que habló a Moisés, conforme al modelo que había visto.
A su vez, habiéndolo recibido, nuestros padres lo introdujeron con Josué al tomar posesión de las naciones que Dios arrojó de delante de nuestros padres, hasta los días de David.
Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
Al oír esto, se sintieron profundamente ofendidos, y crujían los dientes contra él.
y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.
Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba {al Señor} y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Y las multitudes unánimes prestaban atención a lo que Felipe decía, al oír y ver las señales que hacía.
al cual oían todos atentamente, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Esta es la gran virtud de Dios.
Y aun Simón mismo creyó; y después de bautizarse, continuó con Felipe, y estaba atónito al ver las señales y los grandes milagros que se hacían.
Por tanto, arrepiéntete de esta tu maldad, y ruega al Señor que si es posible se te perdone el intento de tu corazón.
Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de éstas que habéis dicho, venga sobre mí.
Y el ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.
y se volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.
Y acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?
El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste: COMO OVEJA FUE LLEVADO AL MATADERO; Y COMO CORDERO, MUDO DELANTE DEL QUE LO TRASQUILA, NO ABRE EL SU BOCA.
Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y le bautizó.
Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso.
Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes,
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos que pertenecieran al Camino, tanto hombres como mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.
Y sucedió que mientras viajaba, al acercarse a Damasco, de repente resplandeció en su derredor una luz del cielo;
y al caer a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.
pero su conjura llegó al conocimiento de Saulo. Y aun vigilaban las puertas día y noche con el propósito de matarlo;
Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el Nombre de Jesús.
Y Pedro le dijo: Eneas, Jesucristo te sana; levántate y haz tu cama. Y al instante se levantó.
Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.
Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido {al griego} es Dorcas); esta mujer era rica en obras buenas y de caridad que hacía continuamente.
Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándo{le:} No tardes en venir a nosotros.
Pedro entonces levantándose, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron al cenadero, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas les hacía cuando estaba con ellas.
Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, se incorporó.
pío y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
Éste vio claramente en visión, como a la hora novena del día, al Ángel de Dios que entraba a donde él estaba y le decía: Cornelio.
Este posa en casa de un Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que te conviene hacer.
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