'Mío' en la Biblia
Estaba Eliseo enfermo de aquella su enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carros de Israel y su gente de a caballo!
Y mandó el rey Acaz al sacerdote Urías, diciendo: En el gran altar encenderás el holocausto de la mañana y el presente de la tarde, y el holocausto del rey y su presente, y asimismo el holocausto de todo el pueblo de la tierra y su presente, y sus libaciones; y toda sangre de holocausto, y toda sangre de sacrificio, esparcirás junto a él; y el altar de bronce será mío para consultar en él .
Porque tú, Dios mío, revelaste al oído a tu siervo que le has de edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo de orar delante de ti.
Y dijo Joab: Añada el SEÑOR a su pueblo cien veces otros tantos. Rey señor mío, ¿no son todos estos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor esto, para que sea por pecado a Israel?
Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; mas estas ovejas, ¿qué han hecho? SEÑOR Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no haya plaga en tu pueblo.
Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre del SEÑOR mi Dios.
Ahora pues, hijo mío, sea contigo el SEÑOR, y seas prosperado, y edifiques Casa al SEÑOR tu Dios, como él ha dicho de ti.
Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía en propósito edificar una Casa, para que en ella reposara el arca del pacto del SEÑOR, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya aparejado todo para edificar.
Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele de corazón perfecto, y de ánimo voluntario; porque el SEÑOR escudriña los corazones de todos, y entiende toda imaginación de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.
Yo sé, oh Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto; y ahora he visto con alegría que tu pueblo, que aquí se ha hallado ahora, ha dado liberalmente.
Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh SEÑOR Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti;
Ahora, pues, oh Dios mío, te ruego estén abiertos tus ojos, y atentos tus oídos a la oración en este lugar.
Entonces los jóvenes que se habían criado con él, le hablaron, diciendo: Así dirás al pueblo que te ha hablado diciendo, tu padre agravó nuestro yugo, mas tú descárganos. Así les dirás: El dedo más menudo mío es más grueso que los lomos de mi padre.
y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti; porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice a este pueblo.
Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas obras suyos, y también de Noadías profetisa, y de los otros profetas que hacían por ponerme miedo.
Y dije a los levitas que se purificasen, y viniesen a guardar las puertas, para santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia.
Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas.
y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de mí, Dios mío, para bien.
¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
Levántate, SEÑOR; sálvame, Dios mío; porque tú heriste a todos mis enemigos en la quijada; los dientes de los malos quebraste.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré.
Sigaión de David, que cantó al SEÑOR sobre las palabras de Cus, hijo de Benjamín. SEÑOR Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame;
SEÑOR Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad;
Levántate, oh SEÑOR, con tu furor; álzate a causa de las iras de mis angustiadores, y despierta en favor mío el juicio que mandaste.
Mira, óyeme, SEÑOR Dios mío: Alumbra mis ojos, para que no duerma en muerte;
SEÑOR, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh SEÑOR, roca mía, y redentor mío
Al Vencedor, sobre Ajelet-sahar el lucero de la mañana . Salmo de David. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has dejado? ¿Por qué estás lejos de mi salud, y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día, y no oyes; y de noche, y no puedo estar en silencio.
Bet Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos.
Y luego ensalzará mi cabeza sobre mis enemigos en derredor mío; y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y salmearé al SEÑOR.
SEÑOR Dios mío, clamé a ti, y me sanaste.
Por tanto a ti canté gloria, y no callé; SEÑOR Dios mío, te alabaré para siempre.
Mas yo en ti confié, oh SEÑOR; yo dije: Dios mío eres tú.
Recuerda y despierta para mi juicio, para mi causa, Dios mío y Señor mío.
Júzgame conforme a tu justicia, SEÑOR Dios mío; y no se alegren de mí.
Porque a ti, oh SEÑOR, he esperado; tú responderás, SEÑOR Dios mío.
No me desampares, oh SEÑOR; Dios mío, no te alejes de mí.
Aumentado has tú, oh SEÑOR Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no te los podremos contar, anunciar, ni hablar; no pueden ser narrados.
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado; y tu ley está en medio de mis entrañas.
Cuando yo estoy pobre y menesteroso, el SEÑOR pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.
Dios mío, mi alma está en mí abatida; por tanto me acordaré de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué bramas contra mí? Espera a Dios; quien es la salud de mi rostro, y el Dios mío.
Y entraré al altar de Dios, al Dios alegría de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué bramas contra mí? Espera a Dios; porque aún tengo de alabar a quien es la salud de mi rostro, y el Dios mío.
Oye, pueblo mío, y hablaré; escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy el Dios, el Dios tuyo.
Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud.
Al Vencedor: sobre No destruyas: Mictam de David, cuando envió Saúl, y guardaron la casa para matarlo. Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío; ponme a salvo de los que se levantan contra mí.
Porque he aquí están acechando mi vida; se han juntado contra mí fuertes sin rebelión mía, y sin pecado mío, oh SEÑOR.
Sin delito mío corren y se aperciben; despierta para venir a mi encuentro, y mira.
Mío es Galaad, y mío es Manasés; y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá, mi legislador;
Salmo de David, estando en el desierto de Judá. Dios, Dios mío eres tú; a ti madrugaré; mi alma tuvo sed de ti, mi carne te desea en tierra de sequedad y transida sin aguas.
Dios mío, líbrame de la mano del impío, de la mano del perverso y violento.
Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto a mi socorro.
Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, oh Dios mío; tu verdad cantaré yo a ti en el arpa, oh Santo de Israel.
Masquil de Asaf. Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
Oye, pueblo mío y te protestaré. Israel, si me oyeres,
Dios mío, ponlos como a torbellino; como a hojarascas delante del viento.
Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus pollos en tus altares, oh SEÑOR de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.
Guarda mi alma, porque soy misericordioso; salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
Te alabaré, oh SEÑOR Dios mío, con todo mi corazón; y glorificaré tu Nombre para siempre.
Dirá al SEÑOR: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, me aseguraré en él.
Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días; por generación de generaciones son tus años.
Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR, Dios mío, mucho te has engrandecido; de gloria y de hermosura te has vestido.
Mío será Galaad, mío será Manasés; y Efraín será la fortaleza de mi cabeza; Judá será mi legislador;
Ayúdame, SEÑOR Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia.
Mi Dios eres tú, y a ti alabaré; Dios mío, a ti ensalzaré.
He dicho al SEÑOR: Dios mío eres tú; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.
Misericordia mía y mi castillo, altura mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que allana mi pueblo delante de mí.
Oye, hijo mío, el castigo de tu padre, y no deseches la ley de tu madre;
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas.
hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas;
antes desechasteis todo consejo mío, y no quisisteis mi reprensión;
Hijo mío, si tomares mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti,
Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos;
No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección;
Hijo mío, no se aparten de tus ojos; guarda la sabiduría y el consejo;
Oye, hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida.
Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído;
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?
Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si prometiste al extraño,
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, porque has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y esfuerza tu prójimo.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre;
Hijo mío, guarda mis razones, y encierra contigo mis mandamientos.
Cesa, hijo mío, de oír la enseñanza que induce a divagar de las razones de sabiduría.
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón;
Oye tú, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino.
Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y del panal dulce a tu paladar;
Teme al SEÑOR, hijo mío, y al rey; no te entremetas con los veleidosos;
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré qué responder al que me deshonrare.
¿Qué, hijo mío? ¿Y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?
Hijo mío, a más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es aflicción de la carne.
He aquí que tú eres hermoso, oh amado mío, y suave; nuestro lecho también florido.
Mi amado es mío, y yo suya; el apacienta entre lirios.
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos, sobre los montes de Beter.
Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; el apacienta entre los lirios.