'Nuestra' en la Biblia
Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.
que ama nuestra nación, y él nos edificó una sinagoga.
Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra.
¿Nuestra ley juzga por ventura a un hombre, si primero no oyere de él, y entendiere lo que ha hecho?
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo quitas nuestra alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
Le respondieron los judíos: Nosotros tenemos ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo Hijo de Dios.
Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? O ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud o piedad hubiéramos hecho andar a éste?
y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad,
el cual también intentó violar el Templo; y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra ley;
los cuales tienen ya conocido que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más perfecta secta de nuestra religión he vivido, fariseo.
Y no apareciendo sol ni estrellas por muchos días, y viniendo una tempestad no pequeña, ya era perdida toda la esperanza de nuestra salud.
Y si nuestra iniquidad engrandece la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será por esto injusto Dios que da castigo? (hablo como hombre.)
el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación.
Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza; porque orar como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu demanda por nosotros con gemidos indecibles.
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra salud que cuando creímos.
Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por el padecer con paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Os encomiendo empero a Febe, nuestra hermana, la cual está en el servicio de la Iglesia que está en Cencrea;
sino hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría ocultada; la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria;
Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura; porque nuestra Pascua, Cristo, es sacrificada por nosotros.
Y estas cosas les acontecieron como figura; y están escritas para nuestra amonestación, en quien los fines de los siglos ha parado.
y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones del Cristo, así abunda también, por Cristo, nuestra consolación.
y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo seréis de la consolación.
Porque hermanos, no queremos que ignoréis nuestra tribulación que nos fue hecha en Asia; que (sobremanera) fuimos cargados más allá de nuestras fuerzas, de tal manera que estuvimos en duda de la vida.
Porque nuestro regocijo es éste: el testimonio de nuestra conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios, hemos conversado en el mundo, y mucho más con vosotros.
Antes es Dios fiel que nuestra palabra para con vosotros no ha sido sí y no.
no que seamos suficientes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios;
En todo somos atribulados, mas no angustiados; dudamos (de nuestra vida), mas no desesperamos;
Porque nosotros que vivimos, siempre somos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal.
Porque nuestra tribulación, que al presente es momentáneo y leve, nos obra en sobremanera un alto y eterno peso de gloria;
Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa, no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Y por esto también gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación que es del cielo;
Nuestra boca está abierta a vosotros, oh corintios, nuestro corazón es ensanchado.
Porque aun cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestra carne; antes, en todo fuimos atribulados; de fuera, cuestiones; de dentro, temores.
Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para enmienda; porque habéis sido contristados según Dios, de tal manera que ninguna pérdida padecisteis por nuestra parte.
Así que, aunque os escribí, no fue solamente por causa del que hizo la injuria, ni por causa del que la padeció, sino también para que os fuera manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios.
Y si algo me he gloriado para con él de vosotros, no he sido avergonzado; sino que así, como todo lo que habíamos dicho de vosotros era con verdad, así también nuestra gloria delante de Tito fue hallada verdadera.
y no sólo esto, sino que también fue ordenado por las Iglesias compañero de nuestra peregrinación para llevar esta gracia, que es administrada por nosotros y de vuestro pronto ánimo para gloria del mismo Señor.
no sea que, si vinieren conmigo macedonios, y os hallaren desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de esta nuestra confianza.
(Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas);
Porque aunque me glorié aun un poco de nuestra potestad (la cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción), no me avergonzaré;
Pero nosotros no nos gloriaremos más allá de nuestra medida, sino conforme a la medida de la regla, de la medida que Dios nos repartió, para llegar aun hasta vosotros.
no gloriándonos más allá de nuestra medida en trabajos ajenos; sino teniendo esperanza del crecimiento de vuestra fe, que seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla.
Y eso a pesar de los falsos hermanos, que entraban secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en el Cristo Jesús, para ponernos en servidumbre;
Que es las arras de nuestra herencia, para la redención de la posesión adquirida para alabanza de su gloria.
entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de la mente; y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás.
Porque él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, deshaciendo la pared intermedia de separación;
Mas nuestra vivienda está en los cielos; de donde también esperamos el Salvador, al Señor Jesús el Cristo;
el cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.
Cuando se manifestare el Cristo, nuestra vida, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Porque, hermanos, vosotros mismos sabéis que nuestra entrada a vosotros no fue vana,
Porque nuestra exhortación no fue de error, ni de inmundicia, ni por engaño;
Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante del Señor nuestro Jesús el Cristo en su venida?
Que vosotros sois nuestra gloria y gozo.
En ello, hermanos, recibimos consolación de vosotros en toda nuestra tribulación y necesidad por causa de vuestra fe;
que no os mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como si el día del Señor estuviera cerca.
Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.
Y si alguno no oyere a nuestra palabra por esta carta, notad al tal, y no os juntéis con él, para que se avergüence.
Pablo, apóstol de Jesús el Cristo, por mandamiento de Dios Salvador nuestro, y del Señor Jesús el Cristo, esperanza nuestra.
y a la amada Apia hermana, y a Arquipo, compañero de nuestra milicia, y a la Iglesia que está en tu casa:
Por tanto, hermanos, santos, participantes de la vocación celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús,
Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote, que penetró los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos esta profesión (de nuestra esperanza).
Porque no tenemos Sumo Sacerdote que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, PERO SIN PECADO.
retengamos firme la profesión de nuestra esperanza, que fiel es el que prometió.
no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no seamos sujetos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
Porque nos debe bastar que el tiempo pasado de nuestra vida hayamos hecho la voluntad de los gentiles, cuando conversábamos en lascivias, en concupiscencias, en embriagueces, en glotonerías, en orgías, y en abominables idolatrías.
lo que hemos visto y oído, esto os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y que nuestra comunión sea con el Padre, y con su Hijo, Jesucristo.
Porque todo aquel que es nacido de Dios, vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo, es a saber nuestra fe.
Y clamaban a alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, Santo y Verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?
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