'Oh' en la Biblia
Oh Israel, confía en el SEÑOR; él es su ayuda y su escudo.
Entonces invoqué el Nombre del SEÑOR, diciendo: Libra ahora, oh SEÑOR, mi alma.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo; porque el SEÑOR te ha hecho bien.
Así es oh SEÑOR, porque yo soy tu siervo, yo soy tu siervo, hijo de tu sierva; tú rompiste mis prisiones.
en los atrios de la Casa del SEÑOR, en medio de ti, oh Jerusalén. Alelu-JAH.
Oh SEÑOR, salva ahora, te ruego; oh SEÑOR, te ruego nos hagas prosperar ahora.
Bendito tú, oh SEÑOR, enséñame tus estatutos.
Me he allegado a tus testimonios; oh SEÑOR, no me avergüences.
HE Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin.
VAU Y venga a mí tu misericordia, oh SEÑOR; tu salvación, conforme a tu dicho.
Me acordé, oh SEÑOR, de tus juicios antiguos, y me consolé.
Me acordé en la noche de tu Nombre, oh SEÑOR, y guardé tu ley.
CHET Mi porción, oh SEÑOR, dije, será guardar tus palabras.
De tu misericordia, oh SEÑOR, está llena la tierra; tus estatutos me enseñan.
TET Bien has hecho con tu siervo, oh SEÑOR, conforme a tu palabra.
Conozco, oh SEÑOR, que tus juicios son la misma justicia, y que en fidelidad me afligiste.
LAMED Para siempre, oh SEÑOR, permanece tu palabra en los cielos.
Afligido estoy en gran manera; oh SEÑOR, vivifícame conforme a tu palabra.
Te ruego, oh SEÑOR, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca; y enséñame tus juicios.
Tiempo es de actuar, oh SEÑOR; han disipado tu ley.
TSADE Justo eres tú, oh SEÑOR, y rectos tus juicios.
Oye mi voz conforme a tu misericordia, oh SEÑOR; vivifícame conforme a tu juicio.
Cercano estás tú, oh SEÑOR; y todos tus mandamientos son la misma verdad.
Muchas son tus misericordias, oh SEÑOR; vivifícame conforme a tus juicios.
Mira, oh SEÑOR, que amo tus mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia.
Tu salud he esperado, oh SEÑOR; y tus mandamientos he puesto por obra.
TAU Acérquese mi clamor delante de ti, oh SEÑOR; dame entendimiento conforme a tu palabra.
He deseado tu salud, oh SEÑOR; y tu ley es mi delicia.
Libra mi alma, oh SEÑOR, del labio mentiroso, de la lengua engañosa.
Nuestros pies estuvieron en tus puertas, oh Jerusalén;
Ten misericordia de nosotros, oh SEÑOR, ten misericordia de nosotros; porque estamos muy hastiados de menosprecio.
Haz bien, oh SEÑOR, a los buenos, y a los que son rectos en sus corazones.
Haz volver nuestra cautividad oh SEÑOR, como los arroyos en el austro.
Espera, oh Israel, al SEÑOR desde ahora y para siempre.
Acuérdate, oh SEÑOR, de David, de toda su aflicción;
Levántate, oh SEÑOR, a tu reposo; tú y el arca de tu fortaleza.
Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto, sobre el Faraón, y sobre todos sus siervos.
Oh SEÑOR, tu Nombre es eterno; tu memoria, oh SEÑOR para generación y generación.
Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, mi diestra sea olvidada.
Acuérdate, oh SEÑOR, de los hijos de Edom en el día de Jerusalén; quienes decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos.
Te confesarán, oh SEÑOR, todos los reyes de la tierra, cuando oigan los dichos de tu boca.
El SEÑOR cumplirá por mí; tu misericordia, oh SEÑOR, es para siempre; no dejarás la obra de tus manos.
Pues aun no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh SEÑOR, tú la supiste toda.
Así que ¡cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán multiplicadas son sus cuentas!
De cierto, oh Dios, matarás al impío; apartaos, pues, de mí, los varones sanguinarios,
¿No tuve en odio, oh SEÑOR, a los que te aborrecen, y peleo contra tus enemigos?
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos;
Líbrame, oh SEÑOR, del hombre malo; de varón de violencia me guarde.
Guárdame, oh SEÑOR, de manos del impío, del varón de violencia me guarde; que han pensado trastornar mis pasos.
He dicho al SEÑOR: Dios mío eres tú; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.
Oh DIOS el Señor, fortaleza de mi salud, cubre mi cabeza el día de las armas.
No des, oh SEÑOR, al impío sus deseos; no saques adelante su pensamiento, para que no se ensoberbezca. (Selah.)
Pon, oh SEÑOR, guarda a mi boca; guarda la puerta de mis labios.
Por tanto a ti, oh DIOS el Señor, miran mis ojos; en ti he confiado, no desampares mi alma.
Clamé a ti, oh SEÑOR, Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes.
Oh SEÑOR, oye mi oración, escucha mis ruegos por tu verdad; respóndeme por tu justicia.
Respóndeme pronto, oh SEÑOR que desmaya mi espíritu; no escondas de mí tu rostro, y venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.
Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; a ti me acojo.
Por tu Nombre, oh SEÑOR me vivificarás; por tu justicia, sacarás mi alma de angustia.
Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre, que lo conoces? ¿O el hijo del hombre, para que lo estimes?
Oh SEÑOR, abaja tus cielos y desciende; toca los montes, y humeen.
Oh Dios, a ti cantaré canción nueva; con salterio, con decacordio cantaré a ti.
Yod Alábente, oh SEÑOR, todas tus obras; y tus misericordiosos te bendigan.
Reinará el SEÑOR para siempre; tu Dios, oh Sion, por generación y generación. Alelu-JAH.
¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los locos aborrecerán la ciencia?
Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio;
Oh hombres, a vosotros clamo; y mi voz es a los hijos de los hombres.
Oh impío, no aceches la tienda del justo, no saquees su cámara;
No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la cerveza.
¡Oh!, ¡si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.
Morena soy, oh hijas de Jerusalén, mas codiciable; como las cabañas de Cedar, como las tiendas de Salomón.
Si tú no lo sabes, ¡oh hermosa entre las mujeres!, sal, yéndote por las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.
He aquí que tú eres hermosa, oh compañera mía; he aquí que eres hermosa; tus ojos de paloma.
He aquí que tú eres hermoso, oh amado mío, y suave; nuestro lecho también florido.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor hasta que él quiera.
Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que él quiera.
Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón.
He aquí que tú eres hermosa, oh compañera mía, he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como manada de cabras, que se muestran desde el monte de Galaad.
Toda tú eres hermosa, oh compañera mía y en ti no hay mancha.
Conmigo del Líbano, oh esposa, conmigo vendrás del Líbano; mirarás desde la cumbre de Amana, desde la cumbre del Senir y del Hermón; desde las guaridas de los leones, desde los montes de los tigres.
Panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos es como el olor del Líbano.
Huerto cerrado eres, oh hermana, esposa mía; fuente cerrada, fuente sellada.
Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; he cogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed, amados, y embriagaos.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si hallareis a mi amado, que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.
¿Qué es tu amado más que los otros amados, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que los otros amados, que así nos conjuras?
Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi compañero, oh doncellas de Jerusalén.
¿Donde se ha ido tu amado, oh, tú la más hermosa de todas las mujeres? ¿Adónde se apartó tu amado, y le buscaremos contigo?
Hermosa eres tú, oh compañera mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como el portador del estandarte del ejército.
Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Ella será como una multitud de tabernáculos.
¡Cuán hermosos son tus pies en los calzados, oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, obra de mano de excelente maestro.
¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor deleitoso!
Las mandrágoras han dado olor, y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.
¡Oh quién te me diera como hermano que mamó los pechos de mi madre; de modo que te halle yo fuera, y te bese, y no me menosprecien!
Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis, ni hagáis velar al amor, hasta que él quiera.
Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas, de los que guardan su fruto.