'Oír' en la Biblia
La reina del Austro se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque vino de los fines de la tierra para oir la sabiduría de Salomón: y he aquí más que Salomón en este lugar.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oir lo que oís, y no lo oyeron.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga.
Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga.
Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir.
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á los sordos oir, y á los mudos hablar.
Y ACONTECIO, que estando él junto al lago de Genezaret, las gentes se agolpaban sobre él para oir la palabra de Dios.
Empero tanto más se extendía su fama: y se juntaban muchas gentes á oir y ser sanadas de sus enfermedades.
Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oir, oiga.
Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron.
La reina del Austro se levantará en juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra á oir la sabiduría de Salomón; y he aquí más que Salomón en este lugar.
Ni para la tierra, ni para el muladar es buena; fuera la arrojan. Quien tiene oídos para oir, oiga.
Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir?
¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? porque no podéis oir mi palabra.
Respondióles: Ya os lo he dicho, y no habéis atendido: ¿por qué lo queréis otra vez oir? ¿queréis también vosotros haceros sus discípulos?
Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene testimonio de toda la nación de los Judíos, ha recibido respuesta por un santo ángel, de hacerte venir á su casa, y oir de ti palabras.
Así que, luego envié á ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oir todo lo que Dios te ha mandado.
El cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando á Bernabé y á Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.
Y el sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad á oir la palabra de Dios.
(Entonces todos los Atenienses y los huéspedes extranjeros, en ningun otra cosa entendían, sino ó en decir ó en oir alguna cosa nueva.)
Entonces Agripa dijo á Festo: Yo también quisiera oir á ese hombre. Y él dijo: Mañana le oirás.
Mas querríamos oir de ti lo que sientes; porque de esta secta notorio nos es que en todos lugares es contradicha.
Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios.
Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, ó por el oir de la fe?
Aquel, pues, que os daba el Espíritu, y obraba maravillas entre vosotros ¿hacíalo por las obras de la ley, ó por el oir de la fe?
Porque vendrá tiempo cuando ni sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oir, se amotonarán maestros conforme á sus concupiscencias,
Porque también á nosotros se nos ha evangelizado como á ellos; mas no les aprovechó el oir la palabra á los que la oyeron sin mezclar fe.
Del cual tenemos mucho que decir, y dificultoso de declarar, por cuanto sois flacos para oir.
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oir, tardío para hablar, tardío para airarse:
(Porque este justo, con ver y oir, morando entre ellos, afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos;)
No tengo yo mayor gozo que éste, el oir que mis hijos andan en la verdad.
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, aun no se arrepintieron de las obras de sus manos, para que no adorasen á los demonios, y á las imágenes de oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera; las cuales no pueden ver, ni oir
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