'Sino' en la Biblia
Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión.
Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la {ley} de la libertad, y permanece {en ella,} no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace.
Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su {propio} corazón, la religión del tal es vana.
Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica.
Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez {de ella.}
A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar.
sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda {vuestra} manera de vivir;
sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, {la sangre} de Cristo.
{Pues} habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino {de una que es} incorruptible, {es decir,} mediante la palabra de Dios que vive y permanece.
{Andad} como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino {empleadla} como siervos de Dios.
Siervos, estad sujetos a vuestros amos con todo respeto, no sólo a los que son buenos y afables, sino también a los que son insoportables.
{y} quien cuando le ultrajaban, no respondía ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino que {se} encomendaba a aquel que juzga con justicia;
sino {que sea} el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.
no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición.
sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, {estando} siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero {hacedlo} con mansedumbre y reverencia;
Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando la suciedad de la carne, sino {como} una petición a Dios de una buena conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo,
para vivir el tiempo que {le} queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios.
Pero si {alguno sufre} como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios.
pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como {quiere} Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo;
tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño.
Porque cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no seguimos fábulas ingeniosamente inventadas, sino que fuimos testigos oculares de su majestad.
pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios.
Porque si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio;
si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos;
El Señor no se tarda {en cumplir} su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por {los} del mundo entero.
Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído.
Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
No os he escrito porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad.
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo {como} propiciación por nuestros pecados.
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca.
El anciano a la señora escogida y a sus hijos, a quienes amo en verdad, y no sólo yo, sino también todos los que conocen la verdad,
Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros.
Tened cuidado para que no perdáis lo que hemos logrado, sino que recibáis abundante recompensa.
Aunque tengo muchas cosas que escribiros, no quiero {hacerlo} con papel y tinta, sino que espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que vuestro gozo sea completo.
Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios.
Y a {los} ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, {los} ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas para el juicio del gran día.
Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
`Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás.
`El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.'"
`He aquí, yo entregaré a {aquellos} de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado.
Se les dijo que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni ningún árbol, sino {sólo} a los hombres que no tienen el sello de Dios en la frente.
No se les permitió matar a nadie, sino atormentar{los} por cinco meses; y su tormento era como el tormento de un escorpión cuando pica al hombre.
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando esté para tocar la trompeta, entonces el misterio de Dios será consumado, como El lo anunció a sus siervos los profetas.
y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca: el nombre de la bestia o el número de su nombre.
Y cantaban* un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra.
Sus ojos {son} una llama de fuego, y sobre su cabeza {hay} muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino El.
Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección; la muerte segunda no tiene poder sobre éstos sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El por mil años.
y jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.