'Una' en la Biblia
- 1.Gé 2:18-Éx 1:10
- 2.Éx 1:15-Éx 28:32
- 3.Éx 28:34-Levítico 7:7
- 4.Levítico 7:14-Números 6:15
- 5.Números 6:19-Números 29:13
- 6.Números 29:15-Josué 4:5
- 7.Josué 4:6-Jueces 18:14
- 8.Jueces 18:19-2 Samuel 2:25
- 9.2 Samuel 3:7-1 Reyes 7:48
- 10.1 Reyes 8:13-2 Reyes 15:5
- 11.2 Reyes 15:30-2 Crónicas 28:21
- 12.2 Crónicas 30:13-Job 33:15
- 13.Job 34:15-Proverbios 6:26
- 14.Proverbios 7:10-Isaías 17:9
- 15.Isaías 18:2-Jeremías 2:7
- 16.Jeremías 2:15-Jeremías 48:41
- 17.Jeremías 48:45-Ezequiel 23:44
- 18.Ezequiel 23:46-Ezequiel 48:7
- 19.Ezequiel 48:8-Nahúm 1:7
- 20.Nahúm 1:14-Mateo 21:5
- 21.Mateo 21:19-Lucas 1:63
- 22.Lucas 2:13-Lucas 21:27
- 23.Lucas 21:29-Hechos 11:9
- 24.Hechos 11:24-1 Corintios 6:15
- 25.1 Corintios 6:16-Hebreos 7:14
- 26.Hebreos 7:16-Apocalipsis 14:14
- 27.Apocalipsis 14:17-Apocalipsis 22:2
que ha llegado a ser{lo,} no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible.
porque nada perfeccionó la ley, sino la introducción de una mejor esperanza (por la cual nos acercamos a Dios.)
Que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer sacrificios primero por sus pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo UNA VEZ ofreciéndose a sí mismo.
que tenía un incensario de oro, y el Arca del Pacto cubierta por todas partes de oro; en donde estaba una urna de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que reverdeció, y las Tablas del Testamento.
Mas en el segundo, sólo el sumo sacerdote entraba una vez en el año, no sin sangre, la cual ofrece por su propia ignorancia y la del pueblo.
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre entró una sola vez en el Santuario diseñado para eterna redención.
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza esparcida de una becerra, santifica a los inmundos para purificación de la carne,
Y por eso El es el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones {que se cometieron} bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros,
Y no para ofrecerse muchas veces a sí mismo, (como entra el sumo sacerdote en el santuario una vez cada año con la sangre ajena.)
De otra manera sería necesario que hubiera padecido muchas veces desde el principio del mundo; mas ahora UNA VEZ en la consumación de los siglos, para deshacer el pecado se presentó por el sacrificio de sí mismo.
Y de la manera que está establecido a los hombres, que mueran una vez; y después, el juicio,
así también el Cristo es ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; la segunda vez se manifestará para salud a los que sin pecado lo esperan.
Porque la ley teniendo una sombra de los bienes venideros, no la representación misma de las cosas, nunca puede hacer perfectos a los que se allegan por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año.
De otra manera cesarían de ofrecerse, porque los que sacrificaran, limpios de una vez, no tendrían más conciencia de pecado.
En esa voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesús, el Cristo, hecha UNA VEZ.
porque con una sola ofrenda hizo consumados para siempre a los santificados.
sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
Pero recordad los días pasados, cuando después de haber sido iluminados, soportasteis una gran lucha de padecimientos;
De una parte ciertamente con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y de otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado.
Porque de mis prisiones también os resentisteis conmigo, y el robo de vuestros bienes padecisteis con gozo, conociendo que tenéis en vosotros una mejor sustancia en los cielos, y que permanece.
Por lo cual también nació de uno (y {éste} casi muerto con respecto a esto) {una descendencia} COMO LAS ESTRELLAS DEL CIELO EN NUMERO, E INNUMERABLE COMO LA ARENA QUE ESTA A LA ORILLA DEL MAR.
Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria.
Pero en realidad, anhelan una {patria} mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.
Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección; y otros fueron torturados, no aceptando su liberación, a fin de obtener una mejor resurrección.
Por tanto nosotros también, teniendo puesta sobre nosotros una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos por paciencia la carrera que nos es propuesta,
Que ninguno sea fornicario o profano, como Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura.
(porque no podían tolerar lo que se decía: y, si una bestia tocare al monte, será apedreada, o pasada con dardo;
sino que os habéis acercado al monte de Sión, y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a una compañía innumerable de ángeles,
La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aún una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
Y lo que dice: Aún una vez, declara el quitar de las cosas movibles, como de cosas hechizas, para que queden las que son firmes.
Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos {la} que está por venir.
Orad por nosotros, pues confiamos en que tenemos una buena conciencia, deseando conducirnos honradamente en todo.
Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda, es semejante a la onda del mar, que es movida del viento, y es echada de una parte a otra.
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que {el Señor} ha prometido a los que le aman.
Hermanos míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con {una actitud} de favoritismo.
Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario,
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas.
¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga?
¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco {la fuente de agua} salada {puede} producir agua dulce.
Habéis vivido lujosamente sobre la tierra, y {habéis} llevado una vida de placer desenfrenado; habéis engordado vuestros corazones en el día de la matanza.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
Para una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos
{Pues} habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino {de una que es} incorruptible, {es decir,} mediante la palabra de Dios que vive y permanece.
Y viniendo a El como a una piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios,
vosotros también, como piedras vivas, son edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesús el Cristo.
Pues {esto} se encuentra en la Escritura: HE AQUI, PONGO EN SION UNA PIEDRA ESCOGIDA, UNA PRECIOSA {piedra} ANGULAR, Y EL QUE CREA EN EL NO SERA AVERGONZADO.
Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerar{las,} glorifiquen a Dios en el día de la visitación.
Y finalmente, sed todos de un consentimiento, de una afección, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
Porque también el Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
los cuales en el tiempo pasado fueron desobedientes, cuando una vez se esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca; en la cual pocas, es a saber, ocho personas fueron salvas por agua.
A la figura de la cual el bautismo que ahora corresponde nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, mas dando testimonio de una buena conciencia delante de Dios,) por la resurrección de Jesús el Cristo,
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo:
Porque él había recibido de Dios el Padre honra y gloria, cuando una tal voz fue a él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado.
Tenemos también la palabra de los profetas más firme, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.
Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina.
Y fué reprendido por su iniquidad: una muda bestia de carga, hablando en voz de hombre, refrenó la locura del profeta.
Estos son manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta, para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas.
Mas, oh amados, no ignoréis una cosa: y es que un día delante del Señor es como mil años y mil años son como un día.
pues ellos dan testimonio de tu amor ante la iglesia. Harás bien en ayudarles a proseguir su viaje de una manera digna de Dios.
Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de la común salud, me ha sido necesario escribiros amonestándoos que os esforcéis a perseverar en la fe, que ha sido una vez dada a los santos.
Quiero, pues, recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de la tierra de Egipto, después destruyó a los que no creyeron.
Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo de hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro.
Su cabeza y Sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve. Sus ojos eran como una llama de fuego.
Y tenía en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al que venciere, daré a comer del Maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un Nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Yo conozco tus obras: he aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar; porque tienes un poco de potencia, y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
`Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.
Después de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, era como de trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que es necesario que sean hechas después de éstas.
Y el que estaba sentado, era al parecer semejante a una piedra de Jaspe y de Sardónice; y un arco del cielo estaba alrededor del trono, semejante en el aspecto a la esmeralda.
Y miré cuando el Cordero hubo abierto el primer sello, y oí al primero de los cuatro animales diciendo como con una voz de trueno: Ven y ve.
Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que estaba sentado encima de él, tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió victorioso, para que también venciera.
Y salió otro caballo bermejo, y al que estaba sentado sobre él, le fue dado poder de quitar la paz de la tierra; y que se maten unos a otros; y le fue dada una gran espada.
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: Ven. Y miré, y he aquí, un caballo negro; y el que estaba montado en él tenía una balanza en la mano.
Y oí una voz en medio de los cuatro animales, que decía: Un cheniz de trigo por un denario, y tres chenizes de cebada por un denario; y no hagas daño al vino, ni al aceite.
Y se les dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también {el número} {de} sus consiervos y {de} sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido.
Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas naciones y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de luengas ropas blancas, y palmas en sus manos;
El segundo ángel tocó la trompeta, y {algo} como una gran montaña ardiendo en llamas fue arrojado al mar, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.
Y el tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha encendida, y cayó en la tercera parte de los ríos, y en las fuentes de las aguas.
Y el quinto ángel tocó la trompeta; y vi una estrella que cayó del cielo en la tierra; y le fue dada la llave del pozo sin fondo del abismo.
Y el sexto ángel tocó la trompeta; y oí una voz de los cuatro cuernos del altar de oro, el cual está delante de los ojos de Dios;
Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, vestido de una nube, y el arco del cielo estaba en su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Y cuando los siete truenos hubieron hablado sus voces, yo iba a escribir, y oí una voz del cielo, que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han hablado, y no las escribas.
Y oí una voz del cielo que hablaba otra vez conmigo, y me decía: Anda ve, y toma el libro abierto en la mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra.
Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron.
El templo de Dios que está en el cielo fue abierto; y el arca de su pacto se veía en su templo, y hubo relámpagos, voces y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada.
Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
Y fue hecha una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles.
Y oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora es hecha en el cielo salvación, y virtud, y Reino de nuestro Dios, y potencia de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos es ya derribado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia.
Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, y la llaga de su muerte fue curada; y toda la tierra maravillada, siguió a la bestia.
Se le dio una boca que hablaba palabras arrogantes y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses.
Y engaña a los moradores de la tierra por las señales que le ha sido dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.
Y hacía que á todos, á los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se pusiese una marca en su mano derecha, ó en sus frentes:
Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas.
Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en su mano,
Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados son los muertos, que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansan de sus labores; y sus obras los siguen.
Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda.
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