'De' en la Biblia
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó por heredero de todo, por el cual asimismo hizo los siglos;
el cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas,
Porque ¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, hoy yo te he engendrado, Y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí Hijo?
Y otra vez, cuando metiendo al Primogénito en la redondez de la tierra, dice: Y adórenlo todos los Angeles de Dios.
Y ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego.
Mas al Hijo: Tu trono, oh DIOS; por el siglo del siglo; vara de equidad la vara de tu Reino;
amaste la justicia, y aborreciste la maldad; por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra; y los cielos son obras de tus manos;
Pues, ¿A cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
¿No son todos espíritus servidores, enviados en servicio por amor de los que son los herederos de la salud?
Porque si la palabra dicha por el ministerio de los ángeles, fue firme, y toda rebelión y desobediencia recibió justa paga de su galardón,
Testificó sin embargo uno en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, que te acuerdas de él? ¿O el hijo del hombre, que lo visitas?
Tú lo hiciste un poco menor que los ángeles, lo coronaste de gloria y de honra, y lo pusiste sobre las obras de tus manos;
todas las cosas sujetaste debajo de sus pies; porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él. Mas aun no vemos que todas las cosas le son sujetas.
Pero vemos a aquel Jesús coronado de gloria y de honra, quien fue hecho un poco menor que los ángeles por pasión de muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
Porque convenía que aquel por amor del cual son todas las cosas, y por el cual son todas las cosas, habiendo de traer en su gloria a muchos hijos, perfeccionase por aflicciones al autor de la salud de ellos.
Porque el que santifica y los que son santificados de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
Diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré.
Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
Y librar a los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos a servidumbre.
Que no tomó a los ángeles, sino a la simiente de Abraham.
Por tanto, hermanos, santos, participantes de la vocación celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús,
Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor dignidad que la casa el que la fabricó.
Porque toda casa es edificada de alguno; y el que creó todas las cosas, es Dios.
Y, Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su casa, como siervo, pero para testificar lo que se había de decir;
no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
A causa de lo cual me enemisté con esta generación, y dije: Siempre yerran ellos de corazón, y no han conocido mis caminos.
Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de infidelidad para apartarse del Dios vivo;
antes exhortaos los unos a los otros cada día entre tanto que se dice: Hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado;
(porque participantes del Cristo somos hechos, si empero retuviéremos firme hasta el fin el principio de su sustancia.)
Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron; aunque no todos.
Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.
Temamos, pues, alguna vez, que dejando la promesa de la entrada en su Reposo, parezca alguno de vosotros haberse apartado.
(Pero entramos en el Reposo los que hemos creído,) de la manera que dijo: Así que les juré en mi ira, no entrarán en mi Reposo, aun acabadas las obras desde el principio del mundo.
Porque en un cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.
Así pues, resta que algunos han de entrar en él, y que aquellos a quienes primero fue anunciado, no entraron por causa de la incredulidad,
Porque si Jesús les hubiera dado el Reposo, no hablaría después de otro día.
Así que queda el sabatismo para el Pueblo de Dios.
Porque el que ha entrado en su Reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Apresurémonos, pues, de entrar en aquel Reposo, que ninguno caiga en semejante ejemplo de incredulidad.
Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos; y que alcanza hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas, y los tuétanos; y que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas a sus ojos, de lo cual hablamos.
Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote, que penetró los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos esta profesión (de nuestra esperanza).
Porque no tenemos Sumo Sacerdote que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, PERO SIN PECADO.
Lleguémonos pues confiadamente al trono de su gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna.
Porque todo sumo sacerdote es tomado de los hombres, constituido en lugar de los hombres en lo que a Dios toca, para que ofrezca presentes y sacrificios por los pecados;
que se pueda compadecer de los ignorantes y errados, porque él también está rodeado de flaqueza;
por causa de la cual debe, así también por sí mismo, como por el pueblo, ofrecer por los pecados.
Ni nadie toma para sí la honra, sino el que es llamado de Dios, como Aarón.
Como también dice en otro lugar: Tú eres Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su temor reverente.
Y aunque era el Hijo (de Dios,) por lo que padeció aprendió la obediencia;
en la cual consumado, fue hecho causa de eterna salud a todos los que le obedecen;
nombrado por Dios Sumo Sacerdote, según la orden de Melquisedec.
Del cual tenemos mucho que decir, y difícil de declarar, por cuanto sois tardos para oír.
Porque debiendo ser ya maestros de otros , si miramos el tiempo, tenéis necesidad de volver a ser enseñados, de cuáles sean los primeros elementos de las palabras de Dios, y sois hechos tales que tenéis necesidad de leche, y no de mantenimiento firme.
Que cualquiera que participa de la leche, es inhábil para la palabra de la justicia, porque es niño;
mas de los perfectos es la vianda firme, es a saber de los que por la costumbre tienen ya los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Por lo cual, dejando ya la palabra del comienzo en la institución del Cristo, vamos adelante a la perfección, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de las obras de muerte, y de la fe en Dios,
de la doctrina de los bautismos, y de la imposición de manos, y de la resurrección de los muertos, y del juicio eterno.
y que así mismo gustaron la buena palabra de Dios, y las virtudes del siglo venidero,
y recayeron, sean renovados de nuevo por arrepentimiento colgando en el madero otra vez para sí mismos al Hijo de Dios, y exponiéndolo a vituperio.
Porque la tierra que embebe el agua que muchas veces vino sobre ella, y que engendra hierba a su tiempo a aquellos de los cuales es labrada, recibe bendición de Dios.
Mas la que produce espinas y abrojos, es reprobada, y cercana de maldición, y su fin será por fuego.
Pero de vosotros, oh amados, esperamos mejores cosas que éstas y más cercanas a la salud, aunque hablamos así.
Porque Dios no es injusto que se olvide de vuestra obra y el trabajo de la caridad que habéis mostrado en su nombre, habiendo ayudado a los santos y ayudándoles.
Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin para cumplimiento de su esperanza,
que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
Y así, esperando con largura de ánimo, alcanzó la promesa.
Porque los hombres ciertamente por el mayor que ellos juran; y el fin de todas sus controversias es el juramento para confirmación.
En lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento,
donde entró por nosotros nuestro precursor Jesús, hecho Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, el cual salió a recibir a Abraham que volvía de la matanza de los reyes, y lo bendijo,
al cual asimismo dio Abraham la décima parte de todo, primeramente él se interpreta Rey de justicia; y luego también Rey de Salem, que es, Rey de paz;
sin padre, sin madre, sin linaje; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, mas hecho semejante al Hijo de Dios, se queda Sacerdote eternalmente.
Mirad, pues, cuán grande sea éste, al cual aun Abraham el patriarca haya dado la décima parte de los despojos.
Que ciertamente los que de los hijos de Leví toman el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la Ley, es a saber, de sus hermanos aunque también ellos hayan salido de los lomos de Abraham.
Mas aquel cuya genealogía no es contada en ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.
Que sin contradicción alguna, lo que es menos es bendecido de lo que es más.
porque aún Leví estaba en los lomos de su padre, cuando Melquisedec salió a recibirlo.
Pues si la perfección era por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la Ley) ¿qué necesidad había aún de que se levantase otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?
Pues traspasado el sacerdocio, necesario es que se haga también traspasamiento de la Ley.
Porque aquel del cual esto se dice, de otra tribu es, de la cual nadie presidió el altar.
Porque manifiesto es que el Señor nuestro nació de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
el cual no es hecho conforme a la ley del mandamiento carnal, sino por virtud de vida indisoluble;
porque el testimonio es de esta manera: Que tú eres Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
porque nada perfeccionó la ley, sino la introducción de una mejor esperanza (por la cual nos acercamos a Dios.)
porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; mas éste, con juramento por el que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá, que Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Tanto de mejor testamento es hecho prometedor Jesús.
Porque tal Sumo Sacerdote nos convenía tener: Santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.
Que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer sacrificios primero por sus pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo UNA VEZ ofreciéndose a sí mismo.
Porque la ley constituye sacerdotes a hombres débiles; mas la palabra del juramento después de la ley, al Hijo, hecho perfecto eternalmente.
Así que, la suma acerca de lo dicho es : Que tenemos tal Sumo Sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos;
ministro del Santuario, y de aquel verdadero Tabernáculo que el Señor asentó, y no al hombre.
(Los cuales sirven de ejemplo y sombra de las cosas celestiales, como fue respondido a Moisés cuando había de hacer el Tabernáculo: Mira, dice: haz todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte).
Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto de un mejor testamento es Mediador, el cual es hecho de mejores promesas.
Porque reprendiéndolos dice: He aquí, vienen días, dice el Señor, y consumaré para con la casa de Israel y para con la casa de Judá un nuevo testamento;
no como el testamento que hice a vuestros padres el día que los tomé por la mano que los sacaría de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi testamento, y yo los menosprecié a ellos, dice el Señor;
por lo cual este es el testamento que ordenaré a la Casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo.
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