'Con' en la Biblia
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pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.
Éste quiso Pablo que fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.
Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles sus ropas, mandaron azotarles con varas.
Y después de haberles herido de muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad.
Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó de haber creído en Dios con toda su casa.
Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres sábados disputó con ellos de las Escrituras,
Y algunos de ellos creyeron y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran multitud, y mujeres nobles no pocas.
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
Así que, disputaba en la sinagoga con los judíos, y los religiosos; y en la plaza cada día con los que concurrían.
Y ciertos filósofos de los epicúreos y de los estoicos, disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de dioses extraños; porque les predicaba a Jesús y la resurrección.
por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien Él designó; dando fe a todos con haberle resucitado de los muertos.
Mas algunos creyeron y se unieron a él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que recién había venido de Italia con Priscila su esposa (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma), y vino a ellos.
Y como él era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaba; pues el oficio de ellos era hacer tiendas.
Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios al oír, creían y eran bautizados.
Y Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, despidiéndose de los hermanos, navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía voto.
Y llegó a Éfeso, y los dejó allí. Mas él entrando en la sinagoga disputaba con los judíos,
los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; pero él no accedió;
Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; y cuando Priscila y Aquila le oyeron, le tomaron aparte y le expusieron con más exactitud el camino de Dios.
Porque con gran vehemencia convencía públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.
Y Pablo les dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquél que vendría después de él, esto es, en Cristo Jesús.
Y entrando en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo acerca del reino de Dios.
a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza;
y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha persuadido y apartado a muchas gentes, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.
Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, haciendo señal con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo.
Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay; acúsense unos a otros.
Y habiendo recorrido aquellas regiones, después de exhortarles con abundancia de palabras, vino a Grecia.
Y cuando se encontró con nosotros en Asón, tomándolo a bordo, vinimos a Mitilene.
sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;
testificando a los judíos y a los griegos arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo.
Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo; con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre.
Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros, y daros herencia con todos los santificados.
Y habiendo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos.
Y cuando cumplimos aquellos días, partimos, y nos encaminaron todos, con sus esposas e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la ribera, oramos.
Y nosotros, cumplida la navegación, vinimos de Tiro a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.
Y al día siguiente, partiendo Pablo y los que con él estábamos, vinimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.
Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a un Mnasón, de Chipre, un discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos.
Y cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo.
Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes;
Tómalos contigo, y purifícate con ellos, y paga con ellos para que rasuren sus cabezas; y todos entenderán que no hay nada de lo que fueron informados acerca de ti; sino que tú también andas ordenadamente, y guardas la ley.
Entonces Pablo tomó consigo aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, hasta que una ofrenda fuese ofrecida por cada uno de ellos.
(Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, efesio, al cual pensaban que Pablo había metido en el templo.)
Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos cadenas; y preguntó quién era, y qué había hecho.
porque la multitud del pueblo venía detrás, gritando: ¡Fuera con él!
Y cuando él se lo permitió, Pablo estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo, y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:
como también el sumo sacerdote me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también recibí cartas para con los hermanos; e iba a Damasco para traer presos a Jerusalén a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
el tribuno mandó que le llevasen a la fortaleza, y ordenó que fuese interrogado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.
Y cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un hombre romano sin ser condenado?
Y respondió el tribuno: Yo con grande suma alcancé esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo la tengo de nacimiento.
Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.
Ahora, pues, vosotros, con el concilio, pedid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis inquirir acerca de él alguna cosa más cierta; y nosotros estaremos apercibidos para matarle antes que él llegue.
A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, libré yo acudiendo con la tropa, habiendo entendido que era romano.
Y al día siguiente, dejando a los de a caballo que fuesen con él, regresaron a la fortaleza.
Y cinco días después el sumo sacerdote Ananías, descendió con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo.
en todo tiempo y en todo lugar lo recibimos con toda gratitud, oh excelentísimo Félix.
Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos,
y no me hallaron en el templo disputando con alguno, ni alborotando al pueblo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad;
Y en esto, unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo no con multitud ni con alboroto;
Y algunos días después, viniendo Félix con Drusila, su esposa, la cual era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Cristo.
Esperando también con esto, que de parte de Pablo le sería dado dinero para que le soltase; por lo cual, haciéndole venir muchas veces, hablaba con él.
Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.
Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondió a Pablo, y dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí?
Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.
Y al otro día, viniendo Agripa y Bernice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo.
Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones aquí presentes con nosotros; veis a este hombre, del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más;
Mayormente sabiendo que tú eres conocedor de todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
Y ocupado en ello, yendo a Damasco con autoridad y comisión de los príncipes de los sacerdotes,
Y cuando hubo dicho esto, se levantó el rey, y el gobernador, y Bernice, y los que estaban sentados con ellos;
Y embarcándonos en una nave adrumentina, queriendo navegar junto a las costas de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica.
diciéndoles: Varones, veo que con perjuicio y mucho daño habrá de ser la navegación, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas.
y al tercer día nosotros con nuestras manos arrojamos los aparejos de la nave.
Mas dando en un lugar de dos mares, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia de las olas.
los cuales también nos honraron con mucho aprecio; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias.
donde hallamos hermanos, y nos rogaron que nos quedásemos con ellos siete días; y así, nos fuimos a Roma;
Y cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto de la guardia, mas a Pablo le fue permitido estar aparte, con un soldado que le guardase.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y de los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane.
predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, con toda confianza y sin impedimento.
y que fue declarado ser el Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
esto es, para que sea yo confortado juntamente con vosotros por la fe mutua, mía y vuestra.
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia detienen la verdad;
y de la misma manera también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo cosas nefandas hombres con hombres, recibiendo en sí mismos la recompensa que convino a su extravío.
Porque no hay acepción de personas para con Dios.
Porque no son los oidores de la ley los justos para con Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.
Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?
Así que el que es incircunciso por naturaleza, si cumple la ley, ¿no te juzgará a ti que con la letra y la circuncisión eres transgresor de la ley?
Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan, veneno de áspides hay debajo de sus labios;
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
Porque apenas morirá alguno por un justo; con todo pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios encarece su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo; mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Porque somos sepultados con Él en la muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección;
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él, para que el cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él;
Así que, si viviendo su marido, se casa con otro hombre, será llamada adúltera; pero si su marido muere, ella queda libre de la ley, y si se casa con otro hombre no será adúltera.
Gracias doy a Dios por Jesucristo nuestro Señor: Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios; mas con la carne a la ley del pecado.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo; si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos también glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son dignas de comparar con la gloria que en nosotros ha de ser manifestada.
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