'Cómo' en la Biblia
Los cuales también les dijeron: Varones Galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Y en aquellos días, Pedro, levantándose en medio de los hermanos, dijo (y era la compañía junta como de ciento y veinte en número):
Y COMO se cumplieron los días de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos;
Y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual hinchió toda la casa donde estaban sentados;
Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron á hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.
¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en que somos nacidos?
En Phrygia y Pamphylia, en Egipto y en las partes de Africa que está de la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, tanto Judíos como convertidos,
Porque éstos no están borrachos, como vosotros pensáis, siendo la hora tercia del día;
Varones Israelitas, oid estas palabras: Jesús Nazareno, varón aprobado de Dios entre vosotros en maravillas y prodigios y señales, que Dios hizo por él en medio de vosotros, como también vosotros sabéis;
Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados: y fueron añadidas á ellos aquel día como tres mil personas.
Y vendían las posesiones, y las haciendas, y repartíanlas á todos, como cada uno había menester.
Este, como vió á Pedro y á Juan que iban á entrar en el templo, rogaba que le diesen limosna.
Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones Israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ó ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud ó piedad hubiésemos hecho andar á éste?
Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros príncipes.
Porque Moisés dijo á los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de vuestros hermanos, como yo; á él oiréis en todas las cosas que os hablare.
Mas muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y fué el número de los varones como cinco mil.
Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza.
Como tuviese una heredad, la vendió, y trajo el precio, y púsolo á los pies de los apóstoles.
Y pasado espacio como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.
Y los que creían en el Señor se aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;
Mas como llegaron los ministros, y no los hallaron en la cárcel, volvieron, y dieron aviso,
Y como los trajeron, los presentaron en el concilio: y el príncipe de los sacerdotes les preguntó,
Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien; al que se agregó un número de hombres como cuatrocientos: el cual fué matado; y todos los que le creyeron fueron dispersos, y reducidos á nada.
Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.
Y como oyese Jacob que había trigo en Egipto, envió á nuestros padres la primera vez.
Mas como se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había jurado á Abraham, el pueblo creció y multiplicóse en Egipto,
Mas siendo puesto al peligro, la hija de Faraón le tomó, y le crió como á hijo suyo.
Y como vió á uno que era injuriado, defendióle, é hiriendo al Egipcio, vengó al injuriado.
¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al Egipcio?
Este es el Moisés, el cual dijo á los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor Dios vuestro de vuestros hermanos, como yo; á él oiréis.
Y Dios se apartó, y los entregó que sirviesen al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por cuarenta años, casa de Israel?
Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios, hablando á Moisés que lo hiciese según la forma que había visto.
Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano; como el profeta dice:
Duros de cerviz, é incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros.
Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él.
Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja á la muerte fué llevado; Y como cordero mudo delante del que le trasquila, Así no abrió su boca:
Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató á Felipe; y no le vió más el eunuco, y se fué por su camino gozoso.
Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose, fué bautizado.
Y como comió, fué confortado. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
Y como pasaron muchos días, los Judíos hicieron entre sí consejo de matarle;
Y como vino á Jerusalem, tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo.
Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo á los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el nombre de Jesús.
Lo cual, como los hermanos entendieron, le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron á Tarso.
Y como Lydda estaba cerca de Joppe, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándole: No te detengas en venir hasta nosotros.
Este vió en visión manifiestamente, como á la hora nona del día, que un ángel de Dios entraba á él, y le decía: Cornelio.
Y vió el cielo abierto, y que descendía un vaso, como un gran lienzo, que atado de los cuatro cabos era bajado á la tierra;
Y como Pedro entró, salió Cornelio á recibirle; y derribándose á sus pies, adoró.
Cuanto á Jesús de Nazaret; cómo le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia; el cual anduvo haciendo bienes, y sanando á todos los oprimidos del diablo; porque Dios era con él.
Entonces respondió Pedro: ¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
Y como Pedro subió á Jerusalem, contendían contra él los que eran de la circuncisión,
Estaba yo en la ciudad de Joppe orando, y vi en rapto de entendimiento una visión: un vaso, como un gran lienzo, que descendía, que por los cuatro cabos era abajado del cielo, y venía hasta mí.
En el cual como puse los ojos, consideré y vi animales terrestres de cuatro pies, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
El cual nos contó cómo había visto un ángel en su casa, que se paró, y le dijo: Envía á Joppe, y haz venir á un Simón que tiene por sobrenombre Pedro;
Y como comencé á hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.
Entonces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo.
Así que, si Dios les dió el mismo don también como á nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar á Dios?
Y de ellos había unos varones Ciprios y Cirenences, los cuales como entraron en Antioquía, hablaron á los Griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús.
El cual, como llegó, y vió la gracia de Dios, regocijóse; y exhortó á todos á que permaneciesen en el propósito del corazón en el Señor.
Y como pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron á la puerta de hierro que va á la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él.
La cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dió nueva de que Pedro estaba al postigo.
Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los hermanos. Y salió, y partió á otro lugar.
Mas Herodes, como le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas, los mandó llevar. Después descendiendo de Judea á Cesarea, se quedó allí.
Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto;
Y después, como por cuatrocientos y cincuenta años, dió les jueces hasta el profeta Samuel.
Mas como Juan cumpliese su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí, viene tras mí uno, cuyo calzado de los pies no soy digno de desatar.
La cual Dios ha cumplido á los hijos de ellos, á nosotros, resucitando á Jesús: como también en el salmo segundo está escrito: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
Este oyó hablar á Pablo; el cual, como puso los ojos en él, y vió que tenía fe para ser sano,
Y como lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rotas sus ropas, se lanzaron al gentío, dando voces,
Y como hubieron anunciado el evangelio á aquella ciudad, y enseñado á muchos, volvieron á Listra, y á Iconio, y á Antioquía,
Y habiendo llegado, y reunido la iglesia, relataron cuán grandes cosas había Dios hecho con ellos, y cómo había abierto á los Gentiles la puerta de la fe.
Y habiendo habido grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen.
Y Dios, que conoce los corazones, les dió testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como á nosotros;
Antes por la gracia del Señor Jesús creemos que seremos salvos, como también ellos.
Simón ha contado cómo Dios primero visitó á los Gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre;
Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
La cual, como leyeron, fueron gozosos de la consolación.
Judas también y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron á los hermanos con abundancia de palabra.
Y después de algunos días, Pablo dijo á Bernabé: Volvamos á visitar á los hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, cómo están.
Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem.
Y como vinieron á Misia, tentaron de ir á Bithynia; mas el Espíritu no les dejó.
Y como vió la visión, luego procuramos partir á Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
Y despertado el carcelero, como vió abiertas las puertas de la cárcel, sacando la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huído.
Y como fué, día, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo: Deja ir á aquellos hombres.
Y Pablo, como acostumbraba, entró á ellos, y por tres sábados disputó con ellos de las Escrituras,
Mas como entendieron los Judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron, y también allí tumultuaron al pueblo.
Empero luego los hermanos enviaron á Pablo que fuese como á la mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí.
Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo: Varones Atenienses, en todo os veo como más superticiosos;
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como sea Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos,
Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también.
Y así como oyeron de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Te oiremos acerca de esto otra vez.
Y comenzó á hablar confiadamente en la sinagoga: al cual como oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios.
Y eran en todos como unos doce hombres.
Y esto fué notorio á todos, así Judíos como Griegos, los que habitaban en Efeso: y cayó temor sobre todos ellos, y era ensalzado el nombre del Señor Jesús.
Mas como conocieron que era Judío, fué hecha un voz de todos, que gritaron casi por dos horas: Grande es Diana de los Efesios!
Y un mancebo llamado Eutichô que estaba sentado en la ventana, tomado de un sueño profundo, como Pablo disputaba largamente, postrado del sueño cayó del tercer piso abajo, y fué alzado muerto.
Y como se juntó con nosotros en Assón, tomándole vinimos á Mitilene.
Y cuando vinieron á él, les dijo: Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia, he estado con vosotros por todo el tiempo,
Cómo nada que fuese útil he rehuído de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas,
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